interesa es dominar y tener cada vez más poder.
Yo no estoy a favor de las religiones oficiales igual que no estoy a favor de los políticos, porque solo hacen política. Cuando dije que había que respetar y honrar a las personas religiosas, y que los políticos deberían pedirles consejo, no me refería a las religiones establecidas, sino a las personas religiosas. Una persona religiosa no es ni hinduista, ni cristiana, ni musulmana. No es posible. Dios no es hindú, ni musulmán, ni cristiano. La persona que sabe algo de la divinidad refleja el color de la divinidad, desprende el aroma de la divinidad. Antiguamente, aquí en Oriente, esas personas religiosas eran nuestro máximo florecimiento, y hasta los reyes y los emperadores iban a verlos para postrarse a sus pies, recibir sus bendiciones y pedirles consejo sobre determinadas cuestiones que no eran capaces de resolver.
Si queremos que el mundo siga vivo, tendremos que volver a las épocas pasadas en las que las personas religiosas no actuaban por un interés personal. Por eso tenían los ojos transparentes y su corazón era amor puro, y todo su ser era una bendición. Las personas que iban a verles se sanaban, sus problemas se resolvían y tenían una nueva visión de sus viejos y trillados problemas.
Las religiones oficiales deberían desaparecer del mundo, deberían quitarse esa máscara de religiosidad. Solo son políticos, son lobos disfrazados de corderos. Deberían mostrar su verdadero rostro y ser políticos, no hay nada reprochable en eso. Y, en realidad, aunque supuestamente lo hagan en nombre de la religión, son políticos todo el tiempo.
Las religiones oficiales no tienen ningún futuro. Deberían quitarse ese disfraz y presentarse como políticos, que es lo que verdaderamente son, y pasar a formar parte del mundo de la política, para que podamos encontrar a las personas realmente religiosas, que son muy escasas. No obstante, para conducir a la tierra hacia la luz, hacia la vida inmortal y hacia la verdad absoluta, basta con que haya unas pocas personas verdaderamente religiosas.
En tu visión de la religión, ¿qué papel cumple la renuncia?
La idea de la renuncia es uno de los pilares de todas las falsas religiones. Tenemos que comprender en profundidad este fenómeno.
Todas la religiones predican que hay una división entre este mundo y el mundo que hay más allá de la muerte, entre el cuerpo y el alma. El cuerpo pertenece a este mundo y el alma pertenece al otro mundo, por lo tanto, si quieres alcanzar el mundo que está más allá de la muerte, que es eterno y donde la felicidad es interminable, no vale la pena que llames felicidad a lo que hay aquí, porque es momentáneo y está tejido de sueños. La felicidad llega, pero justo cuando la quieres agarrar, desaparece. Es ilusoria, es como un espejismo en el desierto.
Cuando estás lejos, ves un lago lleno de agua. Nace en tu interior una gran esperanza porque estás sediento. El lago te parece absolutamente real porque los árboles se reflejan en él, y esto es una prueba de que es real y de que realmente hay agua. Si hay una montaña cerca, se refleja en el lago, el sol se refleja en el lago. ¿Qué más pruebas necesitas? Si no hubiese agua, no habría un reflejo. Te apresuras lleno de esperanzas, pero te das cuenta de que, a medida que te acercas, el lago se va alejando y la distancia que te separa de él siempre es la misma.
Solo ha sido una ilusión provocada por los rayos del sol al reflejarse en la arena caliente del desierto. Los rayos se mueven en forma de onda al rebotar, y, cuando lo ves a cierta distancia, te da la impresión de que es agua moviéndose. Cuando los rayos adoptan la forma de ondas tienen la cualidad de reflejar las cosas, se convierten casi en un espejo. Esto es una de las mitades del espejismo.
La otra mitad es tu propia sed. Si no tuvieses sed, quizá podrías descubrir o darte cuenta de que solo es un espejismo. Ya has visto otros espejismos y sabes que parecen reales…, el problema es que ahora tienes sed. El fenómeno físico de los rayos del sol que rebotan son una mitad de la realidad del espejismo. La segunda mitad es más importante que la primera, y la aportas tú con tu sed. Quieres creer que es verdad. Si alguien intentara convencerte de que no lo es, te enfadarías con él porque tienes sed y tú ves agua, pero está intentando demostrarte que lo que estás viendo es una ilusión. Es imposible convencer a una persona sedienta de que lo que ve no es verdad.
No todo lo que ves es real. Que tú lo veas no significa que sea real. Las religiones llevan miles de años diciéndole a la gente que la felicidad de este mundo es como un espejismo en el desierto. Por eso nunca la puedes atrapar. No la puedes agarrar con las manos porque viene y se va. La puedes sentir como una brisa, pero cuando te das cuenta de que está ahí, ya se ha ido. Quizá sea más irreal que un espejismo. Al menos el espejismo tiene cierta realidad, porque los rayos del sol le confieren una mitad de realidad y tu sed la otra mitad. Pero tú eres el único que contribuyes con el cien por cien en la supuesta felicidad de este mundo, y el resto no contribuye con nada.
Y además ya lo sabes. Hoy has conocido a una mujer tan bella que te atreverías a decir que Cleopatra no es comparable a ella. Te parece la mujer más bella del mundo. Y no solo ahora…, no concibes que haya existido nunca una mujer más bella, ni que pueda existir en el futuro. Es tu propia proyección porque, para los demás, esa mujer no significa nada y mañana tampoco significará nada para ti. Después te sorprenderás y te quedarás atónito…, ¿qué ha sucedido? ¿Qué le ha pasado a esa mujer? A ella no le ha pasado nada, sigue siendo la misma persona, al que le ha pasado algo es a ti.
Ayer estabas sediento y estabas proyectando tu lujuria. Ahora estás satisfecho y no proyectas ningún deseo biológico. Ella solo es una mujer corriente, sin embargo, la felicidad que sentías era tu propia proyección, y tú mismo has creado toda esta historia. Esa mujer se ha limitado a desempeñar el papel participando pasivamente, porque te ha permitido reflejarte en ella. Quizá ella también estuviese proyectando sus pensamientos en ti, de modo que todo ha sido una proyección mutua. Antes o después desaparecerá, ya que la proyección no continúa si desaparece la causa original.
La primera causa es tu biología, porque a la biología no le interesa el amor, ni la poesía, ni el romance ni nada de eso, ¡la biología solo es una transacción! A la biología no le interesan los preámbulos ni los juegos posteriores, todo eso es una pérdida de tiempo para ella, lo único que le interesa es la reproducción. Una vez que ha terminado su trabajo, se retira y desaparece la proyección. Entonces tú sigues ahí y la mujer también, pero nada vuelve a ser lo mismo.
¿Qué ha pasado con la felicidad? Estabas en la cumbre del Everest y ahora has caído a las profundidades del Pacífico. La mujer te ha engañado y ella cree que tú la has engañado, los dos os echáis la culpa mutuamente. Nadie ha engañado a nadie, pero ambos habéis sido engañados por la biología. Sin embargo, la biología no es algo externo a ti, forma parte intrínseca de tu cuerpo. Tú eres una proyección de otras dos biologías, la de tu padre y la de tu madre, que, a su vez, son la proyección de otras dos biologías. Y esa continuidad va fluyendo como un río.
Las religiones se han aprovechado de esta verdad fundamental. Por un lado, es verdad que el romance y la poesía son una cosa, pero lo que llamamos aventura sentimental solo es una consecuencia de nuestra biología. No es muy complicado, para que haya poesía y romance solo tenemos que inyectar ciertas hormonas. ¡Y con otra inyección caerás al fondo del Pacífico! Actualmente, sabemos que un hombre se puede transformar en una mujer, y que una mujer se puede transformar en un hombre, solo hay que modificar ciertas hormonas, modificar la química ligeramente.
Las religiones se han aprovechado de este hecho. Aunque sea verdad, no te lo han explicado y se han aprovechado de ello, diciendo: «Es una felicidad momentánea. No vayas detrás de ella porque pierdes el tiempo. El verdadero mundo está más allá de la muerte». ¿Por qué más allá de la muerte? Porque con la muerte desaparecen la biología, la fisiología y la química. La muerte se lleva todo lo que es material. Solo queda lo espiritual, y lo espiritual conoce lo eterno. Lo material, lo físico, solo conoce lo momentáneo.
Aparentemente, es bastante lógico, y la primera parte es verdad. La segunda parte es falsa. Aunque es cierto que los momentos de felicidad de la vida son muy fugaces, eso no significa que más allá de la muerte haya otra vida donde estos momentos sean eternos. No tenemos ninguna prueba de ello. Los momentos