quieres disfrutar de este mundo, renuncia al otro». Están usando el mismo razonamiento. Aunque lo vean desde ángulos distintos, unos y otros dicen que hay que renunciar a algo. Los charvakas dicen que hay que renunciar al otro mundo: renuncia a Dios, al nirvana y al paraíso, porque no existen. Lo único que hay es esto, así que disfrútalo.
La filosofía de Epicuro en Grecia decía lo mismo, y también se quedó atrapada en este razonamiento. Y lo mismo le sucedió a Karl Marx, porque no hay otro mundo. El primer impulso para poder disfrutar de este mundo es negar que haya otro. Primero hay que destruir el otro mundo, Dios no existe, ni el paraíso, ni el cielo, ni nada. No hay un alma que sobreviva; al morir el cuerpo, todo muere. Solo eres tu cuerpo, tu química, tu biología, tu fisiología, todo junto, tú eres el resultado de todas esas cosas. Es como un reloj que continúa moviéndose, pero eso no significa que detrás haya un alma moviendo las agujas. Si desmontas todas las piezas, no la encontrarás, solo verás que las piezas están agrupadas de una forma determinada. Si lo vuelves a montar, se moverá. Como decía Karl Marx: «La conciencia no existe independientemente, solo es un derivado». Por eso desaparece la conciencia al morir el cuerpo.
¿Por qué hay tanto interés en negar la existencia del otro mundo? Solo lo hacen por una razón: porque, si no niegas el otro mundo, no podrás disfrutar de este.
Sin embargo, yo tengo un punto de vista completamente distinto al de todos ellos, ya sean religiosos, antirreligiosos, teístas o ateos. Yo no pertenezco a ninguno de esos grupos. Para mí sigue existiendo la vida, pero no hace falta llamarlo «el otro mundo». Es el mismo mundo, es una continuidad. El Ganges, cuando nace en el Himalaya solo es un riachuelo. Luego va bajando y se le unen otras cascadas y riachuelos, y se va haciendo cada vez más grande. Al salir del Himalaya se ha convertido en un gran río. Es difícil pensar que es el mismo río. Se puede ir hasta el punto de su nacimiento. Los hinduistas, que adoran a la vaca como si fuera una madre, han esculpido una cabeza de vaca en el nacimiento mismo del Ganges. El Ganges, siendo todavía diminuto, muy pequeño, discurre por esa cara.
Al llegar a Benarés, el Ganges tiene un tamaño impresionante. Y cuando esta cerca de Calcuta, a punto de desembocar en el océano, el Ganges mismo es casi como un océano. Cuando llega ahí, es tan ancho que es difícil distinguir dónde está el océano y dónde está el río. Desemboca en el océano, pero sigue estando ahí. ¿A dónde puede ir? Es verdad, ha dejado de ser un río —es posible que parte del agua se evapore y se convierta en nubes, y otra parte se convierta en hielo y se desplace hacia el Ártico—, pero sigue estando ahí, no desaparece.
Yo no estoy diciendo que tengas que renunciar a algo, no estoy diciendo que tengas que renunciar a este mundo para tener ese mundo, o que tengas que renunciar a ese mundo para tener este. No tienes que renunciar a nada.
¡Solo tienes que vivir! Dondequiera que estés y seas lo que seas, tienes que vivir intensamente, con totalidad.
Si puedes disfrutar con totalidad este momento, este espacio, esta oportunidad que tienes a tu disposición, no hay duda de que entrarás en un plano de conciencia más elevado. Tendrás más entendimiento, más comprensión, serás más consciente. La vida seguirá. Solo depende de tu conciencia y de este momento presente que adquiera una forma más o menos elevada, que vaya hacia el sufrimiento o que vaya hacia el éxtasis. Por eso no te pido que renuncies a este mundo.
En cierto modo, yo soy una persona fuera de lo común porque estoy en contra de las religiones. En la India hay personas religiosas que han publicado libros y artículos en mi contra, y también personas comunistas.
En cierta ocasión, yo iba en un tren, y el presidente del Partido Comunista de la India, S.A. Dange, viajaba conmigo en el mismo compartimento. Su yerno acababa de publicar un libro en el que me atacaba, y me preguntó:
—¿Has visto el libro que a publicado mi yerno en tu contra?
—Estoy tan atareado viviendo —le respondí— que no me interesa si escriben en mi contra. Hay que ser bastante tonto para perder el tiempo en escribir un libro contra mí. ¡Es mejor que se dedique a vivir! Si le apetece escribir, que escriba algo sobre su propia vida. ¿Para qué quiero leer esa bazofia? Aunque sea tu yerno, no me interesa, léelo tú.
Estaba punto de darme el libro, pero le dije:
—Tíralo por la ventana, porque se han escrito tantos libros contra mí que no puedo perder el tiempo. —Y añadí—: Quizá no lo sepas, pero lo más curioso es que las personas religiosas escriben contra mí, y los que no lo son, los comunistas, también. Esto es algo que nunca había ocurrido antes.
Hay una explicación, y es que yo quiero darte un punto de vista completamente nuevo, que está en contra del razonamiento anterior. Las dos opciones juegan a lo mismo, y yo quiero destruir ese juego, quiero destruir ese razonamiento lógico.
Ambos creen que hay que renunciar a uno de los dos mundos, no importa cuál. Están de acuerdo en que hay que renunciar a uno de ellos. Las religiones dicen que tienes que cambiar esto por aquello, y los comunistas dicen que tienes que cambiar aquello por esto, es en lo único que no concuerdan. Pero el razonamiento es básicamente el mismo, y solo puedes tener uno de los mundos. ¿Y por que no podemos tener los dos?, me pregunto. Por mi parte, no creo que haya ningún problema, yo tengo los dos mundos. Mi experiencia me dice que cuanto más tengas de esto, más tendrás de aquello, porque tendrás más experiencia.
Si existe el paraíso, puedes estar seguro de que vuestros monjes no van a disfrutar de él. ¿Cómo van a disfrutar? Se han pasado la vida denunciando y juzgando a las mujeres, y allí se van a encontrar con bellas señoritas de compañía. Se pondrán tan nerviosos que a muchos de ellos les dará un infarto. Aquí tienen que renunciar a todo y no pueden comer alimentos sabrosos, porque el sabor es tener apego a la comida, pero allí les darán los platos más suculentos y tendrán que vomitar. La experiencia de toda su vida está en contra de esto.
Los únicos que van a poder disfrutar plenamente del paraíso son mis seguidores. Los creyentes no pueden hacerlo porque se han destruido y se han mutilado y han destruido su capacidad de disfrutar, y los comunistas tampoco, porque no quieren abrir los ojos. Niegan la existencia después de la muerte. Continúan con los ojos tapados para seguir convencidos de que no hay nada, o de lo contrario se demostrará que toda su filosofía de vida ha sido un error. Es mejor tener los ojos tapados. Eso es lo que hace todo el mundo cuando algo, sea lo que sea, va en su contra: lo intentan evitar porque les molesta. Los comunistas se quedarán ciegos en el paraíso porque no podrán admitir la idea de que Karl Marx estaba equivocado y que El capital fue un error. Y los que estarán más incómodos en el paraíso son las personas religiosas, porque encontrarán problemas en todas partes. Seguramente en el paraíso habrá divisiones. Al parecer, el paraíso de los musulmanes es distinto del de los hindúes, los cristianos o los jainistas. Quizá esté distribuido por zonas, según los diferentes tipos de personas.
Mis seguidores podrán estar en todas las zonas. Encajarán en cualquier sitio, porque sus costumbres de vida no son fijas, no tienen un estilo de vida fijo. Yo les enseño a ser flexibles, libres, abiertos, dispuestos a tener nuevas experiencias, a explorar cosas nuevas. Por lo tanto, no se quedarán siempre en el mismo lugar. Se moverán por todas las zonas y disfrutarán de todas las cosas que les ofrezca el paraíso, y nadie se lo puede impedir.
Convierte esta vida en una experiencia, en una escuela, en un aprendizaje, en una disciplina, porque tras la muerte se abrirá algo que nos es desconocido y tenemos que estar preparados de todas las formas posibles. No te pierdas la ocasión de vivir.
Si puedes tener los dos mundos, ¿por qué limitarte? Convierte esta vida en una experiencia, en una escuela, en un aprendizaje, en una disciplina, porque tras la muerte se abrirá algo que nos es desconocido y tenemos que estar preparados de todas las formas posibles. No te pierdas la ocasión de vivir. ¿Quién sabe cómo será la vida después de la muerte?
No quiero darte ideas fijas porque, si lo hago, seré tu enemigo y te estaré convirtiendo en una persona fija, inflexible, rígida, muerta. Sé flexible para poder moverte en cualquier dimensión que se presente.
En mi religión no tiene cabida la renuncia.