tipo de alteraciones (Menke, 1997, 88).
Terapia
Como medidas terapéuticas debemos considerar los procedimientos conservadores y quirúrgicos (Erggelet et al., 2000, 49).
Terapia conservadora
Entre los innumerables procedimientos, medicamentos, complementos nutricionales y dietas que pretenden tratar las lesiones articulares con éxito, todavía no se ha podido probar en ningún caso que exista una relación causa-consecuencia, en el sentido de que se haya producido la regeneración de una lesión existente en el cartílago hialino. En muchos casos se ha podido ayudar al deportista de forma sintomática –mayoritariamente gracias a factores antiinflamatorios– disminuyendo las molestias y mejorando la funcionalidad, pero no se ha podido conseguir la eliminación de las molestias. Aun así se puede afirmar que el correcto tratamiento de las inflamaciones de la mucosa articular mediante la aplicación de medidas físicas o con medicamentos evita, bajo determinadas circunstancias, que se produzca una mayor degeneración del cartílago.
Terapia quirúrgica
Los tratamientos quirúrgicos de los que disponemos actualmente son la refijación de fragmentos desprendidos, el lavado articular (para limpiar fragmentos de cartílago, fibras de colágeno y agregados de proteoglucanos que tienen un efecto mediador de la inflamación sobre la sinovial), el alisamiento cartilaginoso (shaving, para extraer capas de cartílago superficiales hipermóviles), la osteotomía (intervención para corregir los ejes, de forma que se alivian las sobrecargas sobre el cartílago y se frena la evolución de su degeneración), la descarga de la compresión articular (p. ej., mediante la resección de las superficies articulares, con tenotomía o un fijador externo), las técnicas estimuladoras de la médula ósea (mediante la perforación de una lesión cartilaginosa), los trasplantes osteocondrales (p. ej., mediante la implantación de áreas cartilaginosas de zonas de cartílago sometidas a menos carga) o el trasplante de partes blandas (cubrimiento de las lesiones articulares mediante periostio), el trasplante celular (introducción de células cartilaginosas con la intención de sintetizar cartílago nuevo) y las prótesis articulares.
Los múltiples procedimientos aplicados nos muestran que todavía no existe el método que nos garantice una intervención exitosa, aunque en algunos casos concretos y según la magnitud y el tipo de lesión puedan conseguirse buenos resultados. Debido a la mínima capacidad de regeneración del tejido cartilaginoso, se deberá considerar una fase de descarga larga tras la intervención. Se debería esperar entre 9 y12 meses para retomar cualquier tipo de actividad deportiva de contacto.
Cartílago elástico
La sustancia intercelular del cartílago elástico está compuesta de fibras de colágeno reticulares en la sustancia básica amorfa. Las fibras elásticas determinan la gran resistencia a la flexión de este tipo de cartílago, por ejemplo el cartílago del pabellón auditivo.
Características comunes de los tres tipos de cartílago:
■El tejido cartilaginoso está desprovisto de nervios y de vasos sanguíneos. Su nutrición tiene lugar por difusión a través de capilares periféricos o, en el cartílago articular, a través del líquido sinovial.
■A medida que avanza el proceso de envejecimiento, disminuye el contenido de agua del cartílago; asociado a ello se produce una pérdida de elasticidad.
■El tejido cartilaginoso es un tejido con un metabolismo lento (el denominado tejido braditrofo) y con poca capacidad de regeneración.
■La actividad de la célula cartilaginosa presenta una influencia endocrina; por ejemplo, aumenta con la testosterona y disminuye con la cortisona.
■Cuando se produce un aumento de la carga, la célula cartilaginosa se ve obligada a compensar dicha carga mediante un aumento de su actividad metabólica en forma de un aumento de síntesis de colágeno y de sustancia básica.
Tejido óseo
El hueso forma el tejido más estable del organismo humano. Su resistencia a la compresión es diez veces mayor que la del cartílago y se debe a los depósitos de sustancias no orgánicas (85% de fosfato de calcio, 10% de carbonato de calcio y 5% de sales de magnesio y alcalinas) en una sustancia básica orgánica del hueso. Tal como muestra la figura 16, en función de la actividad física realizada a lo largo de la vida, se produce una variación del contenido de minerales en el hueso.
El esqueleto humano alcanza su grado máximo de masa ósea en la cuarta década de la vida. En personas inactivas y debido a la atrofia característica de la edad, la masa ósea puede reducirse al 50% del componente óseo de una persona de 30 años. En la figura 16 se puede ver la gran importancia que tiene la actividad física y deportiva en edades tempranas para alcanzar la mayor masa ósea posible. Pero también en una edad mediana y avanzada es posible mantener la masa o densidad ósea y la estructura ósea a un nivel alto mediante el correspondiente entrenamiento. El hueso, igual que la musculatura, puede ser entrenado durante toda la vida, si bien es cierto que su capacidad de adaptación es mucho mayor durante la juventud.
Serán especialmente adecuados para aumentar la masa ósea los denominados “deportes de impacto” (por ejemplo, todos los deportes de juego), que estimulan intensamente el hueso debido a los múltiples e intensos estímulos de carga que representan.
Figura 16. Desarrollo de la masa ósea con la edad en personas con distinta actividad muscular.
Los componentes orgánicos del hueso están formados por aproximadamente un 95% de fibras de colágeno y un 5% de sustancia básica amorfa. Además, las células óseas poseen los denominados osteocitos, responsables de los procedimientos de síntesis, degradación y reestructuración. Histológicamente diferenciamos entre huesos compactos y huesos cartilaginosos. Dado que el hueso cartilaginoso aparece en pocas zonas en el humano adulto (p. ej., en una parte del hueso calcáneo), a partir de ahora trataremos solamente el hueso compacto.
Un ejemplo típico de hueso compacto son los huesos largos, como los que encontramos en las extremidades.
El recién nacido tiene 350 huesos esqueléticos separados. Este número se reduce a 206 en el adulto por la fusión de algunos de estos huesos entre ellos.
En la tabla 3 se muestra una visión general del hueso del esqueleto humano.
Columna vertebral, sacro, cóccix | 26 |
Cráneo | 8 |
Cara | 14 |
Huesecillos del oído | 6 |
Huesos hioideos, esternón, costillas | 26 |
Extremidades superiores | 64 |
Extremidades inferiores | 62 |
Total | 206 |
Tabla 3. Huesos del esqueleto humano (Nigg, 1998, 165)
Funciones estructurales del hueso:
■Sostén para vencer la fuerza de gravedad.
■Sistema de palanca para las fuerzas musculares.
■Protección de los órganos internos.
Se clasifican los huesos en cuatro tipos: largos, cortos, planos e irregulares.
Los huesos largos aparecen en las extremidades y forman un sistema de palancas para la trasmisión de las fuerzas musculares.
Ejemplos: húmero, fémur, etc.
Los huesos cortos están formados de hueso esponjoso (aparte de su superficie) y cumplen esencialmente una función de sostén.
Ejemplos: los huesos del carpo y del tarso.
Los huesos planos