Ernst Bönsch

Cómo enseñar ajedrez


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alt=""/>c6 5 f4 exf4. La apertura 1 e4 e5 2 c3 y una variante con 2 ...

c6 las incluye dentro del Gambito de Rey.

      Los maestros de ajedrez más destacados de los siglos XVI y XVII fueron los italianos Giovanni Leonardo, Giulio Cesare Polerio, Alessandro Salvio y Gioachino Greco.

      De Polerio se conocen varias partidas, aunque sólo desde 1873, gracias al historiador de ajedrez Antonius van der Linde. En el libro de aquél se incluye una tabla de aperturas con una estructura básica, signo de que los tiempos estaban cambiando. Las líneas maestras eran:

      – Italiana (antes “Giuoco Piano”): 1 e4 e5 2

f3
c6 3
c4
c5 4 c3
e7 5 0-0 d6, etc.

      – Juego de los Dos Caballos de salida (antes “Juego de los Dos Caballos”),Variante 5 ...

xd5.

      – Española, con la respuesta 3 ...

c5

      – Francesa: 1 e4 e5 2 d4 d5

      – Siciliana: 1 e4 c5

      – Gambito de Dama, Juego del Peón Dama, etc.

      Además, se mencionaba otras aperturas, como, por ejemplo, la Escocesa, el Gambito Central, el Gambito Allgaier, el Gambito Evans, etc.

      Las aperturas abiertas reinaban absolutamente por entonces. He aquí una partida disputada entre López y Leonardo: 1 e4 e5 2 f4 d6 3

f3
xe5+
f6 9
f7+, ganando.

      En 1604 publicó Salvio, en Nápoles, un libro que en su segunda edición (1634) constaba de 13 capítulos sobre gambitos de apertura. Un ejemplo: 1 e4 e5 2 f4 exf4 3

f3 g5 4
e5
f3
h4+ (el ahora llamado Gambito Cunningham), y 1 e4 e5 2 f4
h4+, una inclusión curiosa, porque el jaque de dama contravenía los principios del juego en la apertura. La teoría y práctica de los maestros españoles e italianos, con sus arriesgados sacrificios y combinaciones, alcanzó su máxima expresión con el maestro Gioachino Greco, originario de Calabria, de ahí que ese estilo y el de sus seguidores se conozca en la historia del ajedrez como Escuela Calabresa.

      En el siglo XVIII los sucesos ajedrecísticos se concentraron en las grandes ciudades europeas, como París y Londres, y también en las holandesas Amsterdam, Leiden y La Haya, pues en ese país se experimentaba un interés creciente por el ajedrez. La vida ajedrecística comenzaba a organizarse. Surgían círculos y clubes de ajedrez, con sede, generalmente, en conocidos cafés. En París era famoso el Café de la Régence, punto de encuentro de los ajedrecistas desde 1750 en adelante. No es casualidad que el juego de reyes haya engrosado las páginas de famosos literatos franceses, como Diderot, Rousseau y Voltaire. En Londres quedó establecido como el café de referencia para los ajedrecistas el Old Slaughter.

       F.A. D. Philidor

      Se considera el mejor jugador del siglo XVIII al francés François-André Danican Philidor (1726-1795). Además de nuevas estratagemas, en su libro Analyze du Jeu des Échecs bosquejaba algunos principios estratégicos, entre los que destaca el papel de los peones. Ilustra su máxima “Los peones son el alma del ajedrez”, destacando su fuerza de ataque, además de la conveniencia de disponerlos en falange. También se refiere a la cadena de peones y a la debilidad del peón aislado. Naturalmente, no profundiza en sutilezas relativas a la estructura de peones, que sería progresivamente desarrollada más tarde. En 1749 venció en un match a Stamma. Propugnaba un juego sólido y seguro, a diferencia de sus antecesores y creó la defensa 1 e4 e5 2

f3 d6, que pasó a llamarse Defensa Philidor. Su libro tuvo una amplia difusión y se publicó en todos los países europeos. Especial impacto tuvo en Italia, si bien en los círculos de Módena, Ercole del Rio, Giambatista Lolli y Domenico Lorenzo Ponziani, “los tres grandes modeneses”, se oponían a las tesis de Philidor, argumentando a favor del juego activo de piezas, continuadores, en cierta forma, del juego tradicional, del que era abanderado Greco. Las ideas dominantes de la Escuela Italiana eran la ocupación rápida de líneas abiertas, por ejemplo, emplazamiento de alfiles en c4 y c5, y desarrollo de ataques sobre f7 y f2. Los peones apenas tenían papel alguno en esa concepción.Todo se reducía a la búsqueda de la posición más eficaz para las piezas, algo que encontró su manifestación estratégica en la Apertura Italiana, 1 e4 e5 2
f3
c6 3
c4
c5. El juego alegre de las aperturas abiertas garantizaba, desde luego, la deseada actividad