John Little

Bruce Lee


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      SOBRE EL YIN Y EL YANG

      La estructura básica del gung fu se fundamenta en la teoría del yin y el yang, un par de fuerzas mutuamente complementarias e interdependientes que actúan continuamente, sin cesar, en este universo. Para los chinos, la armonía es el principio básico del orden del mundo, como un campo cósmico de fuerza en el que el yin y el yang son eternamente complementarios y eternamente cambiantes. El dualismo europeo ve lo físico y lo metafísico como dos entidades separadas, en el mejor de los casos como causa y efecto, pero nunca emparejados, como el sonido y el eco o la luz y la sombra, tal como sucede en el símbolo chino de todo lo que ocurre: el yin-yang.

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      La figura superior muestra el símbolo del tai chi o, en cantonés, el tai kik, donde el yin y el yang son dos partes entrelazadas de un todo, cada uno de los cuales contiene dentro de sus límites las cualidades de sus complementarios. Etimológicamente, los caracteres del yin y del yang significan oscuridad y luz. El antiguo carácter del yin, la parte negra del círculo, es un dibujo de nubes y colina.

      El yin puede representar cualquier cosa del universo, tal como:

      • Negatividad, pasividad, suavidad, interior.

      • Insustancialidad, feminidad, luna, oscuridad, noche, etcétera.

      La otra parte complementaria del círculo es el yang. La parte inferior del carácter significa rayos de sol inclinados, mientras que la parte superior representa el sol. El yang puede representar cosas como:

      • Positivismo, actividad, firmeza, exterior.

      • Sustancialidad, masculinidad, sol, claridad, día, etcétera.

      El error común del mundo occidental es identificar estas dos fuerzas, yin y yang, como dualistas; es decir, como si el yang fuera lo contrario del yin, y viceversa. Mientras esta “unicidad” se contemple como dos entidades separadas, no se logrará entender el tao del gung fu. En realidad, las cosas son “enteras” y no se pueden separar en partes. Cuando digo que el calor me hace transpirar, el calor y la sudoración son un mismo proceso, ya que coexisten y uno no puede existir si no fuera por el otro. De la misma manera que un objeto necesita un sujeto, la persona en cuestión no está tomando una posición independiente, sino que está actuando como un ayudante.

      La filosofía dualista, sin embargo, reinó de forma suprema en Europa dominando el desarrollo de la ciencia occidental. Pero, con el avance de la física atómica, descubrimientos basados en experimentos demostrables se ha visto que niegan la teoría dualista y la tendencia del pensamiento desde entonces ha vuelto hacia la concepción monista de los taoístas antiguos. En la física atómica no se reconoce distinción alguna entre la materia y la energía; ni tampoco es posible hacer tal distinción, puesto que en realidad son una esencia, o al menos dos polos de la misma unidad. Ya no es posible, tal como se podía hacer en la era de la ciencia mecanicista, definir de forma absoluta el peso, la longitud, el tiempo, etc., como el trabajo de Einstein, Plank, Whitehead y Jeans ha demostrado.

      De la misma manera, la filosofía taoísta, a partir de la cual tuvo su origen y se desarrolló la acupuntura, es esencialmente monista. Los chinos concibieron la totalidad del universo como activada por dos principios, el yang y el yin, lo positivo y lo negativo, y consideraron que todo lo que existe, tanto lo animado como lo que se cree inanimado, también lo es en virtud de la interminable interacción de estas dos fuerzas. La materia y la energía, el yang y el yin, el cielo y la tierra, se conciben como esencialmente uno o como dos polos coexistentes de un todo indivisible. Tampoco es posible hacer distinción entre materia y energía porque en realidad son dos polos de la misma unidad. Las cosas tienen sus complementarios, éstos coexisten y, en lugar de ser mutuamente exclusivos, son de hecho mutuamente dependientes y existen el uno en función del otro.

       Equilibrio natural inherente en todas las cosas

      En el símbolo yin-yang hay un punto blanco sobre la parte negra y un punto negro sobre la parte blanca. Esto sirve para ilustrar el equilibrio en la vida, porque nada puede sobrevivir mucho tiempo yendo a cualquiera de los extremos, tanto si es el yin puro (negativismo) como el yang puro (positivismo). El calor extremo mata, como también lo hace el frío extremo. Ningún extremo violento perdura. Nada permanece, excepto la sobria moderación. Pensemos que el árbol más rígido es el que se rompe con mayor facilidad, mientras que el bambú o el sauce sobreviven doblándose con el viento. La firmeza sin flexibilidad es como un barril sin agua, y la flexibilidad sin firmeza es como el agua sin un barril. En gung fu, el yang (positividad) debe estar oculto en el yin (negatividad), que está simbólicamente representado por el punto blanco sobre la parte negra, y el yin (negatividad) en el yang (positividad), que es representado simbólicamente por el punto negro sobre la parte blanca. Un practicante de gung fu, por tanto, debe ser blando, pero sin ceder, y firme, pero no duro.

      Cuando el movimiento del yin-yang fluye hacia los extremos, se producen reacciones, ya que cuando el yang va hacia el extremo se transmuta en yin, y viceversa, siendo cada uno de ellos la causa y el resultado del otro. Por ejemplo, cuando uno trabaja hasta el extremo, se cansa y tiene que descansar (transición del yang al yin). Después de descansar, puede trabajar de nuevo (transición del yin hacia el yang otra vez). Este incesante cambio del yin al yang es siempre continuo.

      Por consiguiente, en gung fu hay que estar en armonía con, y no en oposición contra, la fuerza del oponente. Supongamos que A aplica una fuerza sobre B; B no debería oponerse ni ceder completamente a ella (ya que éstos son los dos extremos opuestos de la reacción de B a la fuerza de A). En lugar de esto, B debe completar la fuerza de A con una fuerza inferior (firmeza en la suavidad) y llevarlo en la dirección de su propio movimiento. Esta ayuda espontánea al movimiento de A tal como lo está llevando a cabo producirá su propia derrota. Igualmente, tal como el carnicero protege su cuchillo cortando a lo largo de la barrera del hueso y contra ella, un practicante de gung fu se protege a sí mismo siguiendo el movimiento de su oponente sin oposición.

      SOBRE CÓMO SALVAR LA SEPARACIÓN ENTRE EL YIN Y EL YANG

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      La suavidad y la firmeza (yin y yang) son dos fuerzas “interdependientes” y “complementarias” en el arte chino del gung fu, y el objetivo es la consecución y el mantenimiento de un equilibrio perfecto entre estas dos fuerzas.

      Suavidad/firmeza es una fuerza inseparable de una interrelación incesante de movimiento. Si una persona que monta en bicicleta quiere ir a algún lugar, por ejemplo, no puede presionar los dos pedales al mismo tiempo ni presionar ninguno de ellos. Para avanzar presiona sobre un pedal y simultáneamente deja de hacerlo en el otro. Por tanto, el movimiento de ir hacia adelante requiere esta “unidad” de pedalear y soltar. Presionar es por tanto el resultado de soltar, y viceversa, siendo el uno la causa del otro.

      Esta unidad de las cosas es una característica de la mente china. En la lengua china los acontecimientos se consideran como un todo porque su sentido deriva el uno del otro. Por ejemplo, los caracteres para bueno y malo son distintos. Sin embargo, cuando se combinan, se forma la palabra cualidad. Por tanto, para formar la palabra cualidad entera se necesita la mitad de lo positivo y la mitad de lo negativo. Los caracteres para largo y corto juntos (largo/corto) quieren decir la “longitud” de algo. El carácter para comprar y para vender, cuando se escriben juntos, forman la nueva palabra comercio.

      Lo mismo es válido para los movimientos del gung fu, que es siempre la incesante interacción de las dos fuerzas de suavidad y firmeza. Están concebidas esencialmente como una, o como dos fuerzas coexistentes de un todo indivisible. Su significado (suavidad/firmeza) deriva el uno del otro, y su realización, el uno a través del otro.

      Muchas veces he oído a instructores de diferentes escuelas afirmar que sus sistemas de suavidad (yin) no requieren en absoluto ninguna fuerza (la fuerza para ellos se ha convertido en una palabra fea) y que con sólo un golpecito de su dedo meñique pueden hacer volar por el aire a su indefenso oponente de 120 kilogramos