mucho escribiendo este libro, aunque la selección de especies dominantes en ocasiones no nos ha resultado sencilla.
Peter e Ingrid Schönfelder
Ubicación, formación y colonización
Geográficamente, las islas Canarias se adscriben al continente africano, pero políticamente pertenecen a España y a la Unión Europea. Desde el punto de vista biogeográfico, las Canarias, junto con Madeira, Selvagens, Azores y Cabo Verde, forman parte de la denominada “Macaronesia” (concepto algo controvertido), cuyo rasgo común es el origen volcánico.
Las Canarias surgieron hace millones de años como volcanes situados en el borde de la placa tectónica africana, y su forma se ha ido modificando debido a factores como el vulcanismo, la erosión y las fluctuaciones del nivel del mar. El último episodio volcánico fue una erupción submarina en 2011 frente a la costa sur de El Hierro. Con 22 y 15 millones de años, respectivamente, las islas Fuerteventura y Lanzarote son las más antiguas; las más jóvenes son La Palma y El Hierro, con 2 y 1,2 millones de años, respectivamente. La Gomera y Tenerife, la isla más elevada y ecológicamente más variada, tienen unos 12 millones de años, y Gran Canaria, unos 14. El Pico del Teide (3718 m) es la montaña más alta de Canarias y de toda España. Los geólogos han concebido varias teorías para explicar su formación.
Petroglifos podomorfos de la Montaña de Tindaya (Fuerteventura)
La colonización vegetal se produjo en primera instancia mediante especies con semillas y frutos livianos esparcidos por el viento, y después mediante propágulos que eran transportados por animales. Durante la Era Terciaria, los bosques de laurisilva se propagaron de Europa a las Canarias, donde se han conservado hasta nuestros días.
La colonización humana se produciría, según los conocimientos actuales, hace entre 2000 y 2100 años. Se cree que los primeros colonizadores fueron tribus bereberes procedentes del norte de África. Los habitantes primigenios (en general, denominados guanches y, en sentido estricto, únicamente los asentados en Tenerife) vivían como en la Edad de Piedra, no usaban metales y carecían de transmisión escrita de la lengua. Han dejado números testimonios en todas las islas, de los cuales merecen especialmente una visita las estaciones de grabados rupestres.
Tras unos primeros contactos con los fenicios, en la Antigüedad, y luego con europeos sobre todo a inicios del siglo XIV, en el siglo XV los españoles conquistaron el archipiélago y tomaron posesión del mismo. De esta época data la fundación de las primeras ciudades y la colonización sistemática, momento en que se introdujeron especies vegetales de todo el mundo. La investigación de su flora comenzó con la visita de Alexander von Humboldt en 1799, intensificándose a partir del siglo XIX.
La flora de las Canarias
Según el conocimiento actual, la flora vascular de las islas Canarias abarca unas 2100 especies, si bien las investigaciones hacen que esta cifra se incremente año tras año. Las islas de menor altitud, Fuerteventura y Lanzarote, así como la de menor tamaño, El Hierro, poseen unas 700 especies cada una; La Palma y La Gomera, unas 900. Las dos islas mayores y de mayor altitud, Tenerife y Gran Canaria, son con 1450 y 1300 respectivamente, las que acogen un mayor número de especies. En conjunto, una cuarta parte de ellas son endémicas, esto es, su presencia queda limitada a una o varias islas. El resto de las especies están más extendidas. Algunas están presentes en otros archipiélagos de la Macaronesia, llegando incluso al norte de África y la región mediterránea. Además, se han naturalizado algunas plantas procedentes de otros continentes, pero solo unas pocas han podido penetrar en la vegetación natural o seminatural.
Actualmente, gracias a los métodos de la biología molecular, podemos investigar con mayor exactitud la génesis de la flora canaria, así como la ascendencia y el desarrollo de muchas de sus especies endémicas. El origen de numerosas especies se halla en el área mediterránea y en África occidental, y también podemos hoy en día determinar la edad de las separaciones de las respectivas especies continentales.
Al seleccionar las especies para este libro, hemos escogido sobre todo los endemismos más o menos abundantes, pero también especies extendidas hasta la región mediterránea y especies introducidas que se comportan como autóctonas. A los visitantes les fascina apreciar las plantas ornamentales, a menudo con vistosas flores, allá donde hay suficiente agua disponible. Proceden de todas las partes del mundo, pero no se incluyen en el presente libro porque no pertenecen a la flora nativa.
Pisos de vegetación y clima
Los pisos de vegetación de las islas Canarias. Los colores se corresponden con los expuestos der obigen Karte (según Schönfelder, 2018 a).
La estratificación básica en pisos de la vegetación canaria viene condicionada por el clima: la estructuración clásica diferencia entre pisos bajo las nubes, a la altura de las nubes y sobre las nubes. Las áreas costeras componen una franja de tierra estrecha influida por la maresía: la vegetación costera presenta una flora muy diferenciada, en función de si se trata de arenas o litoral rocoso. Lanzarote, Fuerteventura y Gran Canaria poseen extensas playas de arena, mientras que los litorales rocosos están presentes en todo el archipiélago.
El piso de vegetación que le sigue, caracterizado por las especies de cardonal-tabaibal (piso infracanario) es mucho más extenso en el sur de las islas, donde puede llegar a los 800 m de altitud. Las precipitaciones apenas alcanzan los 200 mm anuales. Además de plantas suculentas, aquí crecen especies arbustivas, pero con un tronco principal, y que en las épocas secas se desprenden de sus hojas. Mientras que el cardonal-tabaibal todavía puebla vastas zonas de las islas centrales y occidentales, el pastoreo intensivo en las islas orientales ha ido generando en su lugar amplias extensiones con vegetación herbácea, sumamente seca en verano.
Por encima de la zona de cardonal-tabaibal, se encuentra la mayor parte de las poblaciones, por lo que del cinturón natural autóctono original formado por bosques termoesclerófilos solo se conservan pequeños vestigios. Climáticamente, este piso representa la transición desde los pisos inferiores secos y cálidos a las áreas boscosas, caracterizándose por la existencia de bosques de determinadas especies arbóreas y arbustivas.
Las vertientes norte y noreste de las islas centrales y occidentales albergan zonas de laurisilva (el llamado “Monteverde”, piso termocanario) que deben su existencia a un clima húmedo y sin heladas durante todo el año. En invierno, aquí quedan atrapadas las nubes de las borrascas, mientras que en verano los vientos alisios de componente noreste suministran la humedad necesaria. Se registran precipitaciones de entre 700 y 1000 mm anuales y temperaturas relativamente suaves todo el año, aportando la niebla la humedad adicional.
En las zonas más secas de los bosques de laurisilva, en sus límites inferior y superior, y también como estadio regenerativo en función del grado de deforestación, crecen bosques de fayal-brezal de hasta 10 m (altura máxima: 20 m) en los cuales, además del brezo, en ciertas zonas predomina la faya endémica de la región Macaronésica.
En las islas de mayor altitud (Gran Canaria, Tenerife y La Palma) hallamos vastas zonas boscosas de pino canario por encima del Monteverde (piso mesocanario), además de poblaciones más pequeñas en La Gomera y El Hierro. Este piso también recibe cierta pluviosidad en verano gracias a las nubes ascendentes de los alisios y sobre todo en invierno a causa de las borrascas. En el borde de las Cañadas los bosques de pino canario de Tenerife alcanzan su límite superior, situado