en su aceptación para todos los campos de conocimiento que pueden ser presentados con el respaldo científico. La pregunta sobre la existencia de un método científico es compleja, e igualmente las respuestas que aquí se esbozan en sus aspectos generales.
La historia ha debatido los argumentos que presentaron unos y otros en la concepción y en la aplicación de lo que consideraron “ciencia”. Las diferencias no se han zanjado con el tiempo, sino que se han profundizado a pesar de los esfuerzos de conciliación y de búsqueda de alternativas de “unificación de la ciencia”. Este ideal fue abordado por el positivismo lógico con el liderazgo de Rudolf Carnap y de Otto Neurath, entre otros, que proponían La Enciclopedia de la Ciencia Unificada, natural o social, en torno a un lenguaje común: el lenguaje de la lógica moderna. La discusión epistemológica se canceló, se redujo a la metodología y luego a técnicas. Los manuales de “investigación” encontraron un mercado en las universidades que acogieron la solución sin discusión. La muerte de Neurath en 1945 detuvo el impulso de la organización.
Entretanto apareció la Estructura de las Revoluciones Científicas de Thomas Samuel Kuhn que causó una controversia mayor con implicaciones filosóficas, científicas e, incluso, teológicas. Estos, y otros campos, fueron afectados por sus tesis demoledoras. Su tesis doctoral en Física en la Universidad de Harvard en 1947 significó un desplazamiento hacia la historia de la astronomía y, por esta vía, accede a la filosofía de la ciencia con planteamientos polémicos que se confrontaban con Karl Popper. Kuhn defendía la tesis de que la filosofía de la ciencia es una reflexión filosófica acerca de las teorías científicas. Se encuentra con que los científicos y las comunidades científicas, lo que hacen es, construir, difundir y aplicar teorías de las ciencias. Mientras desarrolla estas operaciones cambia, confronta, acepta y rechaza teorías por cuanto la ciencia es modificable si, y sólo si, los argumentos tienen la capacidad de demoler las estructuras rígidas de los conceptos y de sus aplicaciones. El mismo es un ejemplo de modificación de sus tesis como consecuencia de las aportaciones provenientes de científicos que estudiaron en detalle los fundamentos de la propuesta inicial de Kuhn. En 1970, publicó un postscriptum, con la precisión de algunos conceptos sobre los paradigmas de la ciencia normal. De las publicaciones de Stephen Toulmin, de Paul Feyerabend, Karl Popper y de Imre Lakatos, entre otros, surge un Thomas Kuhn renovado con lo que propone ahora sobre matriz disciplinar. Son tres los elementos constitutivos que son las “generalizaciones simbólicas”, que son los componentes formales; los “modelos”, entendidos como guías para proceder en la investigación; y los “ejemplares” o problemas concretos con los “valores compartidos” por los científicos. Finalmente, Kuhn define cinco características que debe satisfacer la teoría:
1 Debe ser rigurosa en el interior de su dominio, vale decir del campo y de los resultados observados.
2 Debe ser consistente tanto consigo misma como con otras que sean aceptadas.
3 Debe poder aplicarse a un amplio campo que cubra tanto casos particulares como leyes y teorías.
4 Debe ser simple por cuanto lleva orden a los eventos que analiza y que, de otra manera, estarían aislados.
5 Debe ser fructífera en tanto los nuevos hallazgos de la investigación vinculan objetos o conocidos.
Entretanto la profesora Margaret Marterman se dedica a analizar el concetp de Kuhn sobre paradigma y encuentra que él lo utiliza con 21 definiciones diferentes con lo cual subraya la dificultad en operar con este concepto que ha sido desarrollado más en la sociología que en otras áreas de conocimiento y presenta una operatividad multiusos. Por otra parte, afirma que el concepto no tiene contenidos por no provenir de una orientación filosófica que lo respalde. Con estas debilidades, Kuhn había colocado el concepto de paradigma en el centro de su teoría; en consecuencia, muestra su gran debilidad.
La gran contradicción de Kuhn está en su afirmación de que la revolución científica es un hecho aislado, localizado en la historia, pero ligado a la ciencia normal. Popper sostiene que la ciencia se encuentra siempre en un estado de revolución, de cambio, de innovación. Para el profesor de la Universidad de Cornell, L. Pearce Williams el concepto más problemático de la teoría de Kuhn es la ciencia normal, no el de revolución. Kuhn no presenta demostraciones provenientes de la historia, y Williams sugiere abordar esa investigación histórica.
Desde los años 1930 hasta 1980, la teoría sociológica ideada por Talcott Parsons fue la dominante tanto en la enseñanza de las universidades como en la práctica de investigación no solamente en los Estados Unidos sino en toda América y en Europa, y luego en los demás continentes. Su teoría de la acción social con enfoque estructural funcionalista le dio las bases para proponer la primera teoría de sistemas sociales desarrollada en los Estados Unidos. El fundamento de su teoría estaba en la tradición sociológica de Emilio Durkheim, Vilfredo Pareto y Max Weber. Sus traducciones al inglés le permitieron proponer una amplia difusión del pensamiento sociológico. Su pretensión fue la presentación de una teoría de la totalidad de los fenómenos sociales.
Este aspecto llevó a Robert King Merton a proponer teorías de nivel medio (middle-range), con el fin de acercar la teoría a los hechos concretos analizados en la investigación emírica.Merton fue uno de los alumnos de Talcott Parsons y, al mismo tiempo, uno de sus opositores como lo fueron Kinsley Davis, Robin Williams, Wilbert Moore, Marion Levy, Neil Smelser, Wright Mills, Jeffrey Alexander, Niklas Luhmann, Clifford Geerts, entre otros. Merton estudia los marcos normativos de la acción, y no renuncia al objetivismo y ni a las explicaciones causales que fundamenten sus modelos ideales de la acción. Un ejemplo proviene de su tesis doctoral Ciencia, tecnología y sociedad en la Inglaterra del siglo XVII (1938), elaborada con el apoyo de su esposa Harriet Zuckerman. Otra parte de sus investigaciones se concentraron en el ethos científico, concepto emanado de Parsons y desarrollado en La sociología de la ciencia (1979). Ambos trabajos han sido reconocidos en el mundo académico como contribuciones fundamentales.
Algunos aportes de Immanuel Wallerstein presentados en Abrir las ciencias sociales (2006) que se resumen en cuatro puntos: a) la construcción histórica de las ciencias sociales desde el siglo XVIII hasta el fin de la segunda guerra mundial; b) Las diversas posiciones de las ciencias sociales desde 1945 hasta el presente; c) el carácter actual de las ciencias sociales; y d) la necesidad de la reestructuración de las ciencias sociales. Con las discusiones acordadas en este Informe, se fracturaron las posiciones que defendían la hegemonía de leyes generales y se volcaron a atender también lo particular, los eventos contingentes, así como la larga duración.
Se rompe el campo de las dos culturas, una para la ciencia y otra para las humanidades y se ubica en el medio no excluido. Se comprende que la física social requiere un tratamiento específico para diferenciado del estudio sobre la naturaleza. Los cambios históricos de la modernidad presentaron cambios en zonas geográficas dispersas de vasta extensión, en áreas lingüísticas complejas, con baja institucionalidad y mínima integración con otras regiones del país. Estos hallazgos pusieron en cuestión la validez y la confiabilidad de los procedimientos y las conclusiones con métodos tradicionales. Se amplió el campo del conocimiento y de las categorías científicas y se exigió la práctica del pluralismo en el estudio de eventos sociales y culturales. El primer problema es el desencantamiento del mundo, en la tradición de Max Weber, y por tanto el reencantamiento del mundo con las ciencias sociales renovadas para dar cuenta de la comprensión. Al mismo tiempo, se abre el camino para la inserción de las categorías de tiempo y de espacio como constitutivas del campo social, y no como invariantes. Se supera la neutralidad para sustituirla por la interdisciplinariedad y las posiciones activas de la política que emerge frente a la pasividad tradicional. Las ciencias sociales abordan las subjetividades, las identidades y las opciones políticas que las ciudadanías activas proponen y practican. El mundo de la investigación queda abierto para el diálogo entre saberes porque se han derribado las fronteras entre teorías del conocimiento, entre modos de hacer ciencia y entre supuestas configuraciones filosóficas como su fundamento. Se crea un amplio escenario en el cual se practican los intercambios y se reducen las tensiones entre defensores a ultranza de teorías que se erigen como representativas de la ciencia. Así como se plantean problemas mundiales y regionales, también caben análisis sobre distintas perspectivas geográficas y culturales, con posiciones