trataba de un local grande, ni muy sofisticado, sino uno más bien recogido y moderno que serviría para una primera toma de contacto de los novios con Karen y Denise.
La primera charlaba de manera animada con su madre mientras él ocupaba la silla vacía, que le habían dejado justo frente a Karen, como si alguien lo hubiera hecho a posta para que no perdiera detalle de cada uno de sus gestos.
—¿Todo bien en el periódico? —Edmund, padre de Fraser, se dirigió a él.
—Sí. Todo marcha lo bien que puede ir un trabajo como ese. No es nada sencillo dirigirlo.
—Lo entiendo, pero es el diario de Inverness. Y todos queremos estar puestos al día sobre lo que sucede en la ciudad, básicamente —le recordó con un toque de orgullo.
—Sin duda.
—¿Has hablado con Maggie sobre la cobertura de la boda? —intervino su padre mirando y apuntando a su hijo con un dedo, para recalcar este hecho.
—Sí. Lo hemos hecho hoy mismo antes de pasarme por el aeropuerto —le dijo haciendo un gesto con el mentón hacia las dos fotógrafas—. Le he pedido a Maggie que, al ser parte de los invitados, buscara a alguien para que hiciera un par de fotos para el periódico. Algo sencillo y normal. Para algo más profesional están ellas. —Andrew movió sus cejas en dirección a Karen que, en esta ocasión, sí se fijó en él.
Ella creía que se trataba de una simple casualidad, pero al mismo tiempo le daba qué pensar que cada vez que desviaba la atención de la pareja de novios se topara con la mirada de Andrew. Como si tuviera un imán que la atraía.
Este volvió a centrarse en la conversación con su padre.
—Bien hecho. No es justo que se pierda la boda por ir a cubrirla.
—Además, las fotos están en buenas manos —apuntó Edmund—. ¿Has echado un vistazo a sus trabajos? —le preguntó haciendo un gesto hacia Karen.
Andrew se limitó a asentir cogiendo su pinta para echar un trago.
—Sus fotografías están en todas partes. Como imagino que sabrás, algunas de estas han sido portada de prestigiosas revistas.
—Eso me comentó mi padre —asintió sin dejar de pensar en la imagen de ella misma en su web, y que bien podría valer para una revista especializada en motos. No había sentido interés en las demás después de ver esa.
—Todo un lujo tenerla para la boda. Tu hermana quería un reportaje digno de recordar y me la sugirió. Al parecer es una admiradora de su trabajo —apuntó Roger mirando a su hija—. Y ya que estamos hablando de esto, quiero que mañana acompañes a tu hermana y a Fraser a Eilean Donan. —Andrew miró a su padre sin entender a qué venía aquella petición. Pero todo se complicó más cuando este prosiguió sin darle tiempo a rebatirlo—: Ya puestos, sería bueno que te encargaras de llevar a las fotógrafas, ya que no conocen la región.
Andrew estaba viendo venir otra encerrona de su padre. ¿Por qué le tocaba hacer de chófer de las dos francesas? ¿No tenía gente suficiente para hacerlo? Él tenía que dirigir un periódico.
—Podrían ir con Ilona y Fraser. Si ellos van a ir…
—Cierto, pero ya que te has encargado de ellas esta tarde, me gustaría que fueses su anfitrión durante los días que pasen aquí. Además, apuesto a que querrán pararse y sacar algunas fotografías del lago Ness desde el castillo de Urquhart. O de los alrededores de Eilean Donan.
—¿Y qué hago con el periódico?
—Vaya, parece que después de todo te interesa. Puedes dirigirlo desde tu móvil como haces otras veces. —Le señaló este con la mano y sonrió con toda intención a su hijo—. Venga, Andrew, tu hermana estará más pendiente de otras cuestiones. Si Karen no te pide parar el coche para hacer unas fotos, pues nada. La vuelves a dejar en el hotel y puedes regresar al periódico. Habla con Ilona y con Fraser para ver a qué hora irán.
—Está bien, seguiré haciendo de chófer. —Asintió con un ligero resoplido y bebiendo otro trago de cerveza para calmar su cabreo. No quería pasar más tiempo del necesario junto a Karen. No cuando comenzaba a darse cuenta de cuánto le gustaba quedarse contemplándola desde la distancia, que en ese momento le permitía la mesa. Pero cuando ella le devolvía la mirada sentía una especie de aviso. Una ligera palmada en la espalda que venía a recordarle que pusiera los pies en la tierra y dejara de fantasear. Ella se marcharía cuando la boda hubiera concluido y se acabó. No volverían a verse.
Karen se había metido de lleno en su trabajo. Para eso le pagaban lo que ella pedía por una sesión de fotos como aquella. Era una profesional desde el segundo uno al último. Y le gustaba controlarlo todo. Luz, enfoque, perspectivas, colores… No tenía por costumbre dejar algo al azar. Por eso acosaba a los novios a preguntas, que al mismo tiempo le servían para apartar de sus pensamientos al hermano de Ilona. Tal vez más tarde se atreviera a preguntarle el motivo de su comportamiento. Como si la boda no fuera con él. Pero lo que tocaba en ese momento era hablar de la sesión de fotos.
—Supongo que conoces el castillo, aunque sea por fotos o de haberlo visto en alguna película —le comentaba Ilona a Karen.
—Sí, como señalas, lo conozco por imágenes en otras revistas. O por las películas y series que se han rodado allí. Pero esta será la primera vez que esté y pueda fotografiarlo.
—En ese caso, será mejor dejar los detalles para mañana cuando estemos allí. Lo único que tienes que saber es que no dejan hacer fotos en el interior, excepto a los novios.
—Oh, vale. Me ajustaré a lo que me permitan. No hay problema —exclamó Karen con un claro gesto de sorpresa al conocer la noticia—. ¿Iremos mañana, entonces?
—Por el gesto que acabas de poner, imagino que no lo sabías. ¿No te ha comentado nada mi hermano? Pero si mi padre me aseguró que él se encargaría de todo con respecto a vosotras dos…
—No. Tu hermano se ha limitado a decirnos que no estaba al tanto de las cuestiones de la boda. Solo llamó esta tarde para decirnos que tendríamos esta reunión para conocernos —dijo Denise señalando a la gente que estaba cenando sentada a la mesa. Karen parecía estar pensando en algo o en alguien porque lanzaba alguna que otra mirada en dirección a Andrew.
—No sé si se le ha pasado, o es que mi padre no se lo había dicho. En cualquier caso, tendrás que ponerte de acuerdo con él para que pase a recogeros.
—Genial. Luego hablamos con él. No te preocupes —dijo Denise al darse cuenta de que su amiga permanecía en silencio. Tal vez le había sorprendido que Ilona le dijera que su hermano se encargaría de ellas durante esos días que estuvieran en Inverness—. ¿No tienes más hermanos?
Ilona apuró la comida y se limpió con la servilleta antes de responder:
—Sí. William.
—¿Y dónde está? ¿Por qué no ha venido esta noche? —Denise se había hecho con las riendas de la conversación.
—Él y su mujer viven en Glasgow.
—Pero vendrán a la boda…
Ilona cogió aire y se limitó a asentir.
—Sí. Me han confirmado su asistencia.
—De manera que está casado. Y ahora es tu turno. Luego, ¿le llegará a Andrew? —quiso saber esbozando una sonrisa divertida, sin intención de hacer una burla o algo parecido.
Ilona intercambió una mirada con Fraser por un segundo. Luego se fijó en su hermano al otro extremo de la mesa, charlando con su padre. Ilona sacudió la cabeza sin saber qué decir.
Aquel silencio tan largo captó la atención de Karen. Tal vez aquella joven, cuyo pelo era del color de la miel con una mirada llena de vida y de sueños, arrojara algo de luz sobre el comportamiento de su hermano.
—Disculpa si me meto en cuestiones que no me atañen —se apresuró a rectificar Denise al