Boaventura de Sousa Santos

El futuro comienza ahora


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intolerancia hacia quienes aún son capaces de experimentar el placer de estar vivos, de bailar, de cantar. […] Hay cientos de narrativas de pueblos que están vivos, cuentan historias, cantan, viajan, conversan y nos enseñan más de lo que hemos aprendido en esa humanidad. No somos las únicas personas interesantes en el mundo, somos parte del todo (Krenak, 2019: 7-10).

      [1] La peste es causada por la bacteria Yersinia pestis. Como muchas enfermedades, la plaga es una zoonosis: los seres humanos son contaminados por animales. En el caso de la peste, que se prolonga hasta la actualidad, tiene un reservorio natural entre los roedores salvajes, siendo la pulga el vector de transmisión.

      [2] «Digo, por tanto, que los años de la fructífera encarnación del Hijo de Dios ya habían llegado al número 1348 cuando, en la insigne ciudad de Florencia, la más bella de todas en Italia, se produjo una peste mortífera, que –fuese ella fruto de la acción de los cuerpos celestes, fuese enviada a los mortales por la justa ira de Dios para corregir nuestras obras inicuas– había comenzado unos años antes en el lado oriental, cobrando la vida de innumerables personas y, sin detenerse, continuó avanzando de un lugar a otro hasta que se extendió infelizmente hacia el occidente. [...] Y la peste cobró mayor fuerza porque pasó de los enfermos a los sanos que convivían con ellos, en modo nada diferente a lo que hace el fuego con las cosas secas o grasientas que están muy cerca. Y el mal avanzó más todavía: porque no sólo hablar y convivir con los enfermos provocaba la enfermedad en los sanos o los conducía igualmente a la muerte, sino que también la ropa o cualquier otra cosa que hubiera sido tocada o utilizada por los enfermos parecía transmitir la referida enfermedad a quien las tocase. […] ¿Qué más se puede decir (dejando los campos y volviendo a la ciudad), excepto que la crueldad del cielo fue tan grande, y quizá en parte de los hombres, que se tiene por cierto que de marzo a julio (debido a la enfermedad pestífera y porque muchos enfermos fueron mal atendidos o abandonados en sus necesidades, debido al miedo que sentían los sanos) más de cien mil criaturas humanas perdieron la vida dentro de los muros de la ciudad de Florencia, y que quizás, antes de esa mortandad, no se imaginase que allá habría tanta gente así?»; disponible en: [https://www.academia.edu/35011473/Decameron_-_Giovanni_Boccaccio], consultado el 14 de julio de 2020.

      [3] Para algunos historiadores de la medicina, el decreto de cuarentena de 1377 en Ragusa (hoy Dubrovnik, Croacia) se considera uno de los logros más importantes de la medicina medieval. Al ordenar el aislamiento de los marineros y comerciantes sanos inicialmente durante 30 días (que luego se extendería a 40 días), los funcionarios de la ciudad revelaron un conocimiento notable del periodo de incubación de la peste. Los recién llegados eran mantenidos en aislamiento el tiempo suficiente para determinar si, de hecho, estaban libres de la enfermedad (Tomic y Blažina, 2015). A Ragusa también se le atribuye la formación de la primera oficina de salud pública. En 1397 estableció el primer gabinete de salud permanente, cuyos miembros fueron elegidos entres los patricios. Entre otras tareas, fueron responsables de vigilar la aparición de brotes epidémicos.

      [4] En ese momento coexistían tres nociones sobre el origen de esta enfermedad, algo contradictorias entre sí: 1) como castigo divino por la transgresión individual o colectiva; 2) como resultado de «miasmas» o malos olores producidos por la descomposición, y 3) como resultado de un contagio de persona a persona.

      [5] El término guerra biológica puede sonar aquí anacrónico; sin embargo, según Wheelis (2004: 15), se conocen actos aislados de uso de armas biológicas en varios asedios medievales.

      [6] Wheelis reproduce un relato vívido de Gabriele de’ Mussi (ca. 1280-ca. 1356). De hecho, la peste bubónica no se transmite de persona a persona. El patógeno es una bacteria que tienen roedores como huésped. En las ciudades medievales, eran ratas. Las pulgas de estas últimas se contagian e infectan a los humanos. La especulación de los cronistas medievales se basaba en el supuesto veneno de las lesiones bubónicas y erupciones cutáneas, horribles y pútridas, en una hipótesis miasmática que era equivocada (comunicación personal de Naomar de Almeida-Filho, 26 de agosto de 2020).

      [7] Aunque este esfuerzo conjunto duró poco, representó sin embargo un importante intento de cooperación internacional en materia de salud, antes de la primera Conferencia Internacional de Salud, celebrada en París en 1851.

      [8] San Roque, del cual se ha informado que fue infectado con la peste curándose «milagrosamente», es un protector contra la peste y patrón de los discapacitados, los cirujanos y los perros. Hay muchas iglesias, entre las comunidades católicas del mundo, dedicadas a san Roque.

      [9] A principios del siglo xx, cuatro millones de personas ya había sido vacunadas en la India. Desde entonces, los episodios de peste bubónica han sido esporádicos. Una excepción parece ser el episodio de peste bubónica de 1994. Tras este brote de peste, 52 personas perdieron la vida, la enfermedad provocó pánico y fuga de la ciudad de Surat, por temor a ser puestos en cuarentena (Dutt, Akhtar y McVeigh, 2006: 756). Aunque el brote duró poco más de dos semanas, este episodio hizo resurgir varios estereotipos coloniales sobre la India.

      [10] En Madagascar, la peste se volvió endémica. Estudios realizados por Mónica Green (2018) sugieren que la actual epidemia de peste en este país es el resultado de una cepa de Yersinia pestis de la pandemia que se inició en el siglo xiv.

      [11] Nótese que Gandhi escribió varias columnas de opinión sobre el significado y el impacto de la peste en Sudáfrica, entre 1899 y 1904 (Prasad, 2015: 123).

      [12] Refiriéndose específicamente a Australia, Judy Campbell afirma que las enfermedades infecciosas asociadas con la infancia en el contexto de Reino Unido (por ejemplo, sarampión, varicela, viruela, rubéola, etc.) eran desconocidas entre los aborígenes cuando llegaron los colonizadores. Para esta autora, los primeros brotes de viruela, la más letal de las enfermedades infecciosas, identificados a finales del siglo xviii, fueron el resultado de contactos con los colonos, o del contagio de contactos con marineros infectados venidos de las islas del norte (Campbell, 2002: v).

      [13] Cocoliztli describe una forma de fiebre hemorrágica que era nueva en el centro de México después de la conquista. Ttrabajos recientes sugieren que fue una infección causada por Salmonella enterica (Vågene et al., 2018). Aunque hubo pequeños brotes durante el siglo xvi, las dos principales epidemias fueron las de 1545-1548 y 1576. Tras el segundo brote, que se produjo treinta años después de la gran devastación, los datos de dos censos de familias españolas e indígenas muestran que la peste se llevó el 45 por 100 de la población indígena (de los casi cuatro millones que habían quedado).

      [14] Los datos estadísticos de 2010 (IBGE) estiman la población indígena de Brasil en torno a 817.963 personas. De este total, 502.783 se encuentran en el área rural y 315.180 habitan en centros urbanos. Mayoritariamente concentrada en la región norte de Brasil, el censo hace referencia a la existencia de 305 etnias diferentes y 274 lenguas indígenas. Datos disponibles en: [https://indigenas.ibge.gov.br/], consultado el 1 de abril de 2020.

      [15] Véase Fenn, 2000.