les dicen, nada más alejado de la verdad, pequeña y brava guerrera, sacó fuerzas de la tristeza, sabía que ellos, sus niños, la necesitaban y para ella, eso era lo más importante en este mundo. Mujer, madre, ama de casa, empleada, todos los roles, todas las tareas en una sola persona, todas las cargas, todas las obligaciones, mantener, educar, guiar a sus hijos, ser fuerte y siempre con una sonrisa, aunque muchas veces, escondiendo la mirada, sus ojos decían otra cosa, debiendo esperar la noche, cuando todos se dormían, para liberar su alma, sentir, dejar de ser fuerte, soltar el dolor de su corazón, llorar en silencio. No lo extrañaba, no le guardaba rencor, había perdido la capacidad de odiar, con el tiempo, debió fabricar una coraza que la protegiera de sentimientos, su preocupación, solamente su familia, que nada les faltara, sí le dolía que él no viera a sus hijos, que nunca se preocupara por sus gastos y su mayor aflicción, que no tuvieran un padre, pero sí lo tenían, ella suplía cada falencia, cada necesidad económica, pero sobre todo afectiva, los abrigaba, los contenía, eran suyos sus energías, sus sueños postergados, sus deseos olvidados, sus propias ansias como mujer. Había conocido a algunas personas, pero no tuvo la suerte en estos años de encontrarse con un hombre de verdad, que no solo la amara, sino que fuera su compañero y también el de sus hijos, condición que no se negociaba, ni por deseo, ni por soledad. Elena, una heroína de lo cotidiano, una leona con sus cachorros, un soldado de la vida, peleando una batalla todos y cada uno de los días, velando enfermedades, quitando horas al sueño, para realizar tareas domésticas, deberes del colegio, nunca pensando en ella, sin buscar premios, sin perseguir reconocimiento, sin homenajes, siempre la cabeza en alto, poniendo su pecho fuerte a la adversidad, orgullosa de sus niños y de cada uno de sus logros, transmitiéndoles valores, principios y esa educación que solo saben dar las madres. Su historia, como la de tantas otras, transitó la vida, el tiempo pasó, sus hijos crecieron y armaron su propio camino, sus familias, y ella siempre estuvo allí, en silencio pero presente, hoy con sus nietos, nunca le va a faltar cariño, su corazón es demasiado grande para dar y recibir amor, reconocida, respetada, valorada, por lo que fue, por lo que es y por lo que será, una mamá con todas las letras, una luchadora de la vida, una compañera, una amiga, pero, por sobre todo, una buena persona y una gran mujer.
Este escrito no merece un remate, no es un relato, no es un cuento, solo el nombre es ficción, es una de las tantas historias de la vida real, un reflejo de las mujeres que luchan solas, que son jefas de hogar, y la necesidad que sentía de expresar mi cariño, reconocimiento y admiración por todas la Elenas del mundo.
Una carta
Hola, perdón por dejar esto bajo tu puerta, yo sé que hoy no se estila escribir cartas, quizás me creas antiguo, pero voy a correr el riesgo, porque siento que el papel y la tinta, más allá de ser personales, me dan la posibilidad de hablarte, de contarte de un mundo de sensaciones, muy mío, que me asfixia, que necesita salir y ver la luz y tal vez, si te das la oportunidad de leerla, podamos compartirlo, por favor, no te rías, no te burles de mis intenciones, en estas líneas desnudo una parte mía, me costó animarme a escribirla, tal vez descubrir que en estos tiempos modernos tengo un poco de romanticismo sin saberlo, un pequeño detalle, derramé unas gotas de perfume en el papel, espero que no te moleste, imaginé esas cartas que los enamorados esperaban con ansias, que demoraban eternamente en llegar y que se gastaban por leerse tantas veces o terminaban humedecidas por el llanto, quería que en el instante en que la abrieras, mi aroma te envolviera, pensar que al leerla sintieras que estoy con vos, porque seguramente la vas a apoyar en tus piernas, en tu cara y en tu pecho y que cuando lo hagas si estás en tu casa, o tal vez en tu cama, y perdón si soy atrevido, pudiera conocer tu intimidad, te imagino en pijama, con medias de algodón, quizás con dibujitos y aunque te parezca extraño, sé que te verías fantástica, ingenua e inocente con esas pantuflas de animales en las puntas, sí, simpáticas, me fascina esa imagen, de niña buena, con una mezcla de ángel malvado, pero perturba mis anhelos y quisiera besar tu timidez para abrirla al deseo, me gustaría conocer tus noches y tus mañanas, tu descanso y tu humor al levantarte, que así fuera intenso, sé que igual lo amaría, porque es tuyo. Quiero sentir el aroma de tu piel, tu aliento y tu cabello, quiero ver tu andar, desayunar en tu cama y si es posible perderme en tus brazos y amanecer amando. Escribo para elegir mis palabras, porque tu presencia marea mis sentidos, solo pienso en tus labios y unirlos con los míos y quedo mudo, víctima de la pasión que altera mi cuerpo. Quiero compartir tus silencios, sentir tu cabeza en mi pecho y que mis dedos se enreden en tu pelo, jugar con él, como si fuera un niño, un juego de dos, íntimo, audaz y placentero. Verte salir de la ducha, envolverte en una toalla, secar tu cuerpo, como si fuera un ritual pagano, transgresor, con el sabor sensual de lo prohibido, acostarte suavemente, si me dejás, masajes recorriendo tu cuerpo, descubriendo cada centímetro de piel, cada secreto escondido, cada misterio por conocer. Peinarte, secar tu cabello, sentir que mis manos moldean tus formas, como un artista y su obra. No puedo prometerte amor eterno, como en esas películas, de chocolate y domingos por la tarde, el tiempo desgasta o consolida momentos, quizás, entre los dos seamos capaces de construir una relación, no lo sé, hoy quiero sentirme tu amante, no trágico como los de Verona, pero sí épico y profundo, comenzar un romance, como esos que desgastan la piel de tanto ardor, que queman como una hoguera, que aceleran el pulso, que producen temblores en las piernas y en el alma. Sé que soy audaz, pero no decirlo sería cobarde de mi parte, negarme a los sentidos, decir mi verdad me libera, me estimula y recupera la esperanza en el caminar hacia tu horizonte. Sé que nos vimos poco, solo unos encuentros como amigos, que no tuvimos el tiempo suficiente para conocernos, pero llevo mucho observándote, tus movimientos felinos cautivan mi atención y me incentivan, tu risa se transforma en mi alegría, el roce casual de una mano o el beso inocente en la mejilla, ya no los tolero, no puedo fingir una falsa amistad, disimulando mis ansias. Sé que puedo parecer antiguo, que quizás nunca nadie te escribió una carta como esta, si te parece que estoy desubicado, si no compartís mis propuestas, solo tenés que romperla, si te atrevés al juego de la tentación, si querés cambiar tu tranquilidad por el vértigo y la aventura del deseo, dale un beso, estampá tus labios, con ese color rojo intenso como la pasión y dejala bajo mi puerta, No preciso más, porque voy a entender el mensaje. Tu amigo, que necesita tenerte en su vida.
Esta mañana mientras desayunaba en casa, veía la televisión, como todos los días antes de ir a trabajar, en uno de los segmentos hablaban del Coloquio de IDEA, por supuesto siempre me ha parecido bien que existan lugares de pensamiento y reflexión, el hombre necesita replantear rumbos, establecer corrientes de pensamiento, discutir planes, generar propuestas, pero, solo hablo por mi experiencia personal, parece que solo surgen en el área tecnológica, un campo que indiscutiblemente ha avanzado en forma acelerada, donde la inteligencia del hombre tiene cada vez más incidencia, superando cualquier expectativa y con una velocidad que impresiona. No sucede lo mismo en el terreno del humanismo, qué nos ocurre como sociedad, esa pregunta ronda en forma permanente mi mente, perdimos la capacidad de pensar o será que el hombre dejó de ser el centro de todos los proyectos para su bienestar. Me ha tocado participar de muchas reuniones, seminarios, congresos y uno llega con un diagnóstico previo y cuando termina, después de haber discutido lo ya sabido, concluyen en documentos que cuentan lo que pasa, o sea, otra vez diagnóstico. Nunca una idea superadora, medidas lógicas, propuestas con sentido común, parece que las políticas deben ser repetitivas, aunque no hayan podido solucionar problemas y más aún, con fracasos a cuestas. Cada vez más pobres en el mundo, corrientes migratorias enormes que buscan futuro, hambre, violencia, falta de oportunidades y empleo, incluso en los países desarrollados, donde muchos se encuentran fuera del sistema. Me planteo si la filosofía y quienes deben llevarla adelante, pensadores, profesionales, intelectuales perdieron el rumbo y si dan vueltas sobre los problemas, causas y consecuencias, pero olvidaron las soluciones. Desgano, falta de ideas, pereza en pensar, no lo sé, pero asistimos a un cambio de siglo hace muy poco y la situación no tuvo mejoría alguna. Es normal escuchar denuncias, culpas, responsabilidades, como si eso llevara aparejado un cambio, por el contrario se generan divisiones, peleas, que solo acumulan energías negativas y echan más oscuridad a los problemas. Con diálogo ausente, jamás llegarán soluciones, sin sinergia en acciones las políticas terminan en voluntarismo. Necesitamos ya, es imprescindible, urgente, una corriente de pensamiento en el mundo, centrada en el humanismo,