Arianne van Andel

Teología en movimiento


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a su experiencia como religiosa, su acercamiento al pensamiento emergente de la teología feminista y su compañerismo con mujeres en su barrio abogan por especificar el concepto “los pobres”. En medio del grupo de los económicamente pobres opta en primer lugar por las mujeres pobres. Indica que a las mujeres dentro de la clase de “pobres” les toca una doble opresión. Son discriminadas por razones de clase, pero también en base a su género. Una opción por los pobres, en base a la diferencia de clase, no visibiliza esta distinción y según Ivone, por eso, tiene sus límites13.

      La diferenciación, dentro del concepto de los pobres, significa un cambio importante en la comprensión del sujeto en la teología de la liberación de las nuevas generaciones. Primero, la atención por el sexo, el color de piel y la etnicidad reconoce que dentro de grupos empobrecidos existen diferentes posiciones subjetivas. Segundo, esta diferenciación muestra que la pobreza no sólo es una consecuencia de desarrollos históricos o económicos, como demostró muy acertadamente la teología de la liberación, sino que también es un resultado de una discriminación con base en características corporales de las personas. Personas de otro sexo, color de piel o grupo étnico son empobrecidas con base en estas características. Además, estas cualidades, determinadas biológicamente, son usadas por medio de construcciones ideológicas para justificar situaciones de pobreza y opresión. Eso revela que la pobreza se atribuye a un conjunto de causas más complejas que la estructura injusta de un sistema económico dominante. La marginalización de personas con base en las características “naturales” también está enraizada en nuestro pensar cultural y psico-simbólico.

      Creo que la capacidad que las personas tienen de solidarizarse con un grupo marginado se determina no sólo por su contexto histórico, sino también por la empatía que puedan sentir con ese grupo. Los primeros teólogos de la liberación se podían identificar bien con la lucha de los pobres, porque se podían imaginar la situación económica de la pobreza. Cuando la marginación está basada en características “naturales”, la identificación es más difícil. En la consideración de los factores de género, color de piel y etnicidad, las teólogas feministas revelan la complejidad de “la opción por el otro o la otra”. Siempre existe el riesgo de apropiación de las luchas de las personas con las que nos solidarizamos. Sin embargo, eso no implica que tengamos que dejar de solidarizarnos, sino que es imprescindible problematizar explícitamente nuestra propia posición.

      Una antropología y epistemología nueva

      Al lado del cambio de la “opción por los pobres” Gebara formula preguntas radicales frente a la antropología de la teología de la liberación clásica. La primera generación de teólogos de la liberación tenía grandes expectativas de la concientización de “los pobres” y de la autorrealización del ser humano. Percibieron cómo las personas tomaron conciencia de las estructuras injustas en los movimientos sociales de Latinoamérica y empezaron a resistirse frente a ellas. Colocaron este acontecimiento dentro de un marco de una humanidad nueva que se estaba liberando. Esta antropología se caracterizó por una fuerte idea de progreso y un cierto determinismo. No reconocieron que “la concientización de estructuras opresoras” pone el acento en las capacidades racionales de las personas, y con eso queda limitada.

      Gebara da mucha atención a la dimensión afectiva e intuitiva de las personas, aunque sin negar la importancia del pensamiento racional. Aboga justamente por devolver el derecho a pensar a las mujeres pobres. Nota como las personas pobres muchas veces son manipuladas en sus emociones, mientras no tengan la posibilidad de reflexionar sobre su situación. Sin embargo, para poder reflexionar, se necesita tomar en cuenta la totalidad del ser humano, con su cuerpo, sus emociones y su capacidad de pensar. Gebara propone una manera nueva de reflexionar sobre el “conocimiento”: una epistemología que asume la experiencia concreta histórica y corporal como fuente principal y más importante del conocimiento de la realidad. Así los cuerpos maltratados de las mujeres pobres pueden llegar a ser punto de partida de la reflexión teológica.

      Según Gebara, la epistemología occidental dominante es patriarcal, y