que nacionaliza los bancos privados del país, y otro que establece el control generalizado de cambios, no como una política superveniente del más vale tarde que nunca, sino porque hasta ahora se han dado las condiciones críticas que lo requiere y justifican. Es ahora o nunca. Ya nos saquearon. México no se ha acabado. No nos volverán a saquear.
La falta de control del Gobierno sobre el sistema financiero estaba descubierta. La administración gubernamental de López Portillo hizo efectiva la expropiación de la banca para buscar los siguientes objetivos: la detención de ganancias desproporcionadas a partir de una concesión de servicio público por parte de la banca privada; la detención de creación de monopolios de intereses privados con dinero de aportación pública; la justa y correcta distribución de créditos a todo estrato social, no solo a la clase alta, y el mantenimiento de la paz nacional y la sanación de la percepción pública.
Los organismos sometidos a la expropiación fueron las instituciones nacionales de crédito, la banca mixta, el banco obrero, Citibank y las oficinas representativas de los bancos internacionales. Así, se trasladó a la nación: “Las instalaciones, edificios, mobiliario, equipo, activos, cajas, bóvedas, sucursales, agencias, oficinas, inversiones, acciones o participaciones que tengan en otras empresas, valores de su propiedad, derechos y todos los demás muebles e inmuebles de los bancos expropiados” (Turrent, s/f).
El desprestigio del Gobierno comenzó desde mediados de 1981, cuando bajó el precio del petróleo; sin embargo, la devaluación de febrero de 1982 y el aumento salarial de 10, 20 y 30% en marzo lo ahondaron enormemente. Fue un terrible fin de fiesta, luego de que entre 1979 y 1980 la economía había crecido a un ritmo superior al 8% anual.
El anuncio del descubrimiento de grandes reservas probadas de hidrocarburos y el notable incremento del precio del petróleo en 1978 hicieron que los pronósticos acerca del crecimiento acelerado de la economía hasta finales de siglo fueran muy optimistas. Se habló incluso de “administrar la abundancia”. Este enfoque no solo evitó que se tomaran las medidas necesarias para superar el debilitamiento estructural de la economía, sino que lo profundizó.
Las políticas diseñadas para la reducción del gasto público antes de la expropiación probaron ser un esfuerzo estéril. Los ajustes políticos y económicos fueron insuficientes; las fugas de capital permanecían y se mantenían al alza. ¿Cómo iba el Gobierno mexicano a llevar a cabo la expropiación? Con la implantación de un control de cambios generalizado a través de políticas bancarias. Estas medidas bancarias hacían referencia a la estructura de la tasa de interés y a la política de tipos de cambio aplicables a las operaciones de los bancos.
López Portillo estudió y reflexionó cuidadosamente, sin apresurarse, las históricas decisiones del 1.º de septiembre de 1982. Y tomaría una que marcaría al país para siempre.
La víspera, el 31 de agosto a las ocho de la noche, el presidente se reunió con un grupo de funcionarios, con el objeto de que se llevaran a la práctica una serie de medidas relacionadas con la nacionalización de la banca y el control generalizado de cambios. Al día siguiente, la nación se enteraría y daría su respaldo a las decisiones adoptadas (Tello Macías, 1984).
El conflicto y el descontento nacional y, en este caso la crisis, incentivaron la restructuración del sistema financiero nacional, al comienzo del sexenio presidencial de Miguel de la Madrid. A finales de 1985, los bancos Banamex y Bancomer fueron destinatarios de 63% de la indemnización total y 49 instituciones expropiadas fueron indemnizadas. Al mismo tiempo, se conformaba una banca mixta más competitiva donde 30% de las acciones pertenecía a inversionistas privados.
Tabla 1. Relato de una crisis
1981 | |
Gasto público | Aumentó 25.7%en términos reales |
Déficit fiscal | Sobrepasó 14% del PIB |
Déficit de balanza de pagos | 12,544 millones de dólares |
1982 | |
Producción | 0.6% |
Déficit público | 16.9% |
Inflación | Aumentó a 98.8% |
Deuda externa | 84,000 millones de dólares |
Actividad económica | 0.5% |
Devaluación del peso | De 26.91 a 47 por dólar |
1987 | |
Inflación | 159.2% |
Deuda externa | 107,470 millones de dólares |
1988 (DESPUÉS DEL PACTO DE SOLIDARIDAD) | |
Inflación | 51.7% |
Déficit público | 12.5% del PIB |
1989 | |
Tasas de interés | Disminuyeron 20 puntos porcentuales |
PIB | 4.11% (por encima del crecimiento de la población) |
Déficit público | 5.6% del PIB |
Fuente: El Economista (2014). “La transformación inconclusa, 25 años en la economía mexicana”.
El Gobierno deslindó las fronteras entre la banca y el resto del sector financiero, se privatizaron las filiales de los bancos expropiados y se desarrolló un sistema paralelo que compitiera con los bancos del Estado. Era imperativa la construcción de una economía en la que partes públicas y privadas fomentaran la inversión de particulares.
En el libro Empresarias y ejecutivas en México (Zabludovsky, 2013) se incluye la siguiente reflexión de Gina Villagómez:
La crisis económica de los 80 provocó que algunas mujeres buscaran la manera de autoemplearse, examinar nuevas formas de manutención o, bien, trabajar por cuenta propia para buscar flexibilidad y, de esta manera, combinar los quehaceres domésticos con la actividad laboral. Después, en la década de 1990 y en 2000, los cambios económicos y sociales, en particular, la desregulación creciente del trabajo, fueron generando que más mujeres formaran su propia empresa (…).
Las mujeres no pidieron permiso para entrar en el mundo de la empresa, llegaron más por necesidad que por vocación emprendedora.
Villagómez destaca “que la actividad empresarial de las mujeres ha crecido tanto en América Latina como en México desde la década de 1990” (Zabludovsky, 2013).
FINAL DE SIGLO, UN NUEVO COMIENZO
Después del tempestuoso panorama económico nacional, 1994 fue un año de múltiples cambios. México, Canadá y Estados Unidos acordaron terminar con las barreras arancelarias y no arancela-rias al comercio intrarregional y rediseñar las restricciones a la inversión extranjera. Así, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) habilitó en México una mayor disponibi-lidad de productos de otros países y su incorporación a la economía de Estados Unidos.
A la par, el viernes 16 de diciembre de 1994 las reservas internacionales del Banco de México perdieron 855 millones de dólares. Se amplió un 15% el límite superior de la banda de flotación del peso; es decir, las autoridades financieras de la nueva administración permitieron que el peso perdiera valor de forma más rápida para tratar de detener la salida de divisas.
Gráfica 1. México, deuda externa bruta y % del PIB corriente 14 sexenios presidenciales 1935-2018
Fuente: Del Castillo Carrillo, L.F. (s/f).
Ese diciembre daba muestras erráticas de compostura: el lunes 19, la pérdida de reservas fue de 701 millones de dólares. Para el martes 20, los bancos y casas de cambio cambiaron las pizarras de la cotización peso-dólar: el billete verde pasó de 3.46 pesos a 3.94. Y para mantener el peso dentro de ese límite el Banco de México solo tuvo que reducir sus reservas en 90 millones de dólares.
Luego vino la debacle: el miércoles 21 de diciembre los mercados atacaron de nuevo: se perdió casi 44% de las reservas. Los inver-sionistas no confiaban en las políticas económicas de México y se tuvo que abandonar el tipo de cambio programable y dejarlo a libre flotación.
Antes de que se terminara el año, el peso llegó a 4.99 por dólar. Tres meses después, el tipo de cambio superó los 7 pesos por dólar. Las consecuencias eran predecibles: en 1995, el PIB se contrajo un 6.2%; la tasa de interés de corto plazo pasó de 13.7% en noviembre a 74.8% en abril, poniendo en aprietos a todos aquellos que