sigue una técnica planteada por Travell y Simons (Travell y Simons, 1992; Simons y otros, 1998). Se trata de una técnica de lento roce profundo por encima de los puntos gatillo o puntos sensibles, y no de la compresión descrita en la técnica anterior. Esta técnica puede tener un efecto de desactivación, así como un efecto estimulante o tónico en el músculo huésped.
PROCEDIMIENTO
1. Identificar el punto gatillo y palpar la dirección de la fibra muscular.
2. Colocar al paciente en una postura cómoda, en la que el músculo afectado/huésped pueda ser sometido a un estiramiento completo.
3. Si fuera necesario, lubricar la piel (yo utilizo simplemente la crema Nivea del recipiente azul).
4. Identificar y localizar el punto doloroso/punto gatillo o la banda tensa.
5. Trabajar desde la inserción del músculo hacia su origen, realizando un masaje suave de roce con el pulgar/aplicador justo al lado de la banda tensa y reforzando con la otra mano. La sensación debe ser como cuando se aprieta un tubo de pasta de dientes. Este momento debe sentirse como incómodo y no como doloroso.
6. Mantener durante 10-15 segundos y después completar el resto del masaje de roce hacia el final del músculo.
Figura 1.8: Técnica de masaje de roce profundo.
2 Músculo esquelético, mecánica muscular y flexibilidad
Fisiología de la contracción muscular
Desarrollo embriológico de la fascia
Músculo esquelético
Encontramos los puntos gatillo en los músculos esqueléticos. El cuerpo humano posee 215 pares de músculos esqueléticos que suponen alrededor del 40 por ciento de su peso. Los músculos se denominan esqueléticos porque la mayor parte se inserta en y mueve el esqueleto, por lo que son responsables del movimiento del cuerpo.
Los músculos esqueléticos poseen un abundante suministro de vasos sanguíneos y nervios, los cuales están directamente relacionados con la contracción, la función primaria del músculo esquelético. Cada músculo esquelético suele poseer una arteria principal que aporta los nutrientes a través de la sangre y varias venas que se llevan el detritus metabólico. En general, el suministro de sangre y la inervación entran por el centro del músculo, aunque en ocasiones lo hacen a través de uno de los extremos, penetrando por último en el endomisio que rodea cada fibra muscular.
Fibras musculares
El músculo esquelético posee tres tipos de fibras: fibras rojas de contracción lenta, fibras de contracción rápida intermedia y fibras blancas de contracción rápida. La mioglobina es capaz de aumentar la tasa de difusión de oxígeno, de forma que las fibras rojas (de contracción lenta) pueden mantener la contracción durante períodos más largos, por lo que son muy útiles en situaciones de resistencia o de aguante. Las fibras blancas de contracción rápida tienen un menor contenido en mioglobina; se pueden contraer con mayor rapidez, porque se abastecen de las reservas de glucógeno (energía), pero se cansan con mayor rapidez. La proporción de este tipo de fibras es superior en atletas de alta velocidad o en los deportistas que practican modalidades que exigen movimientos breves y rápidos, como el levantamiento de peso. Se ha indicado que los corredores de maratón de primer orden poseen en el músculo gastrocnemio (pantorrilla) un 93-99 por ciento de fibras de contracción lenta, mientras que los velocistas de clase mundial poseen en el mismo músculo sólo alrededor de un 25 por ciento (Wilmore y Costill, 1994).
Cada fibra muscular esquelética es una única célula muscular esquelética cilíndrica (figura 2.1) rodeada por una membrana plasmática denominada sarcolema. El sarcolema posee aberturas específicas que llevan a tubos que se conocen como túbulos transversos (o T). (El sarcolema mantiene un potencial de membrana que permite que los impulsos, dirigidos específicamente al retículo sarcoplásmico [RS], generen o inhiban las contracciones.)
Figura 2.1: Cada fibra de los músculos esqueléticos es una célula muscular cilíndrica única.
Cada fibra muscular está compuesta por pequeñas estructuras denominadas fibrillas musculares o miofibrillas (mio- en latín significa ‘músculo’). Dado que están compuestas por miofilamentos alineados con regularidad, estas miofibrillas se sitúan paralelas y procuran el aspecto estriado del músculo. Los miofilamentos son cadenas de moléculas de proteínas que bajo el microscopio forman bandas alternadas claras y oscuras. Las bandas claras isotrópicas (I) están compuestas por la proteína actina, mientras que las bandas oscuras anisotrópicas (A) están compuestas por la proteína miosina (se ha identificado una tercera proteína, la titina, que supone alrededor del 11 por ciento del contenido combinado de proteínas musculares). Cuando se contrae un músculo, los filamentos de actina se mueven entre los filamentos de miosina, formando puentes que provocan el acortamiento y engrosamiento de las miofibrillas (véase «Fisiología de la contracción muscular»).
Figura 2.2: Miofilamentos en un sarcómero. Un sarcómero unido en ambos extremos por la línea Z; la línea M es el centro del sarcómero. La banda I está compuesta por actina y la banda A está compuesta por miosina.
Composición del músculo esquelético
Un músculo esquelético individual puede tener cientos o incluso miles de haces de fibras musculares envueltas por una vaina de tejido conectivo, el denominado epimisio. El epimisio da forma al músculo y proporciona una superficie contra la que los músculos circundantes se pueden mover. La fascia, el tejido conectivo externo al epimisio, rodea y separa los músculos.
Las porciones del epimisio se proyectan hacia el interior para dividir el músculo en compartimentos. Cada compartimento contiene un haz de fibras musculares: cada uno de estos haces se denomina fascículo (en latín, fasiculus = haz pequeño de ramas) y está rodeado por una capa de tejido conectivo denominada perimisio. Cada fascículo consiste en una serie de células musculares. Dentro del fascículo, cada célula muscular individual está rodeada por el endomisio, una vaina lineal de tejido conectivo fino.
En general, el epimisio, el perimisio y el endomisio se extienden más allá de la parte carnosa del músculo, el cuerpo, para formar un tendón tipo cuerda gruesa, que es ancho y plano y está formado por tejido conectivo en forma de hoja o sábana, la denominada aponeurosis. El tendón y la aponeurosis forman las inserciones indirectas de los músculos en el periostio de los huesos o en el tejido conectivo de otros músculos. Sin embargo, los músculos más complejos pueden presentar múltiples inserciones, como el cuádriceps (cuatro inserciones). Por ello, un músculo suele cubrir una articulación e insertarse en los huesos a través de los tendones en ambos extremos. Uno de los huesos permanece relativamente fijo o estable, mientras que el otro extremo se mueve como resultado de la contracción muscular.