surgen problemas en diferentes direcciones: (1) se desconoce qué es, (2) la educación tradicional inhibe el desarrollo de la creatividad, puesto que en el aula se desea que el estudiante sea pasivo, disciplinado, no pregunte y, lo más destacado, memorice contenidos; (3) los contenidos que imparte el docente, en general, no poseen aplicación en el entorno, además que son reducidos, incompletos y hasta obsoletos; y (4) las ideas originales que en algún momento expresa un estudiante se consideran ilógicas, absurdas y sin garantía de algo. Con este problema, su abordaje requiere entonces una interrelación de conocimientos de distintas disciplinas, de variados enfoques, de un ambiente acorde con alta motivación, de forma que las personas que participan de algún proceso no se sientan intimidadas.
Por tanto, el propósito de este libro es plasmar diferentes concepciones sobre la creatividad, sin querer ser una síntesis de lo que se muestra en distintos textos, a partir de enfoques y experiencias. Además, se exponen variados aspectos conceptuales que se desarrollaron a partir de la investigación hecha para la tesis del Doctorado en Pensamiento Complejo: creatividad y complejidad en el aula.
El proceso investigativo, con un tipo de proceso recursivo y dialógico, buscó determinar cuáles son las características creativas en las personas –docentes y estudiantes–, a partir de una actividad en la cual debían hallar solución a ejercicios en los que no existe un método determinístico y, en general, debe emplearse heurísticas variadas con el fin de acercarse a una posible respuesta, pues los ejercicios puestos en consideración tienen más de una. Se hallaron distintas inferencias de buen valor, aunque no se pueden generalizar, dado que la creatividad es un fenómeno complejo y, por tanto, no presenta comportamientos similares en todos los entornos; algunos aspectos son indescifrables, lo que lleva a que no se puedan determinar de manera objetiva.
Así, el proceso investigativo se realizó con varias intenciones: (1) entender el proceso complejo de ser creativo, (2) establecer posibles interacciones entre las concepciones, (3) contextualizar cómo se puede potenciar en el aula, y (4) cuáles son las características relevantes para determinar si algo es creativo o no.
El libro presenta, de manera sencilla, las diferentes concepciones y las características creativas, las capacidades y habilidades que podrían desarrollarse, a partir de generar procesos en el aula para estimularla.
No existe necesidad alguna que lleve a escribir este texto, pero es preciso presentar las ideas que se han generado de varios procesos investigativos alrededor del tema, ya que son variadas las concepciones, las cuales no van por caminos paralelos por los enfoques, los propósitos, el contexto y hasta el mismo proceso; además, que al considerar la creatividad como algo esencial para diferentes acciones de las personas debe quedar algo para reflexionar y trabajar en busca de potenciarla desde los primeros años escolares, en especial porque son variados los cuestionamientos que llevan a que la mente genere modelos emergentes que, desde luego, construyen interacciones entre términos, siendo necesario determinar el concepto de manera formal, ya que las apreciaciones tienen su precisión, visión y enfoque; sin embargo, en algunas situaciones se perciben borrosas o indefinidas.
Igualmente, como se expresará, las características creativas son inmanejables, subjetivas, intangibles, indescifrables, no tienen una única forma para apreciarse, dependen de la visión y el conocimiento del observador –investigador–. En la bibliografía existen diferentes modelos para llevar a cabo un proceso creativo, que difieren en sus pasos, aunque no son disyuntos; se observa que existe una evolución del concepto, quizá por los intereses, los enfoques, los conocimientos y las diferentes escuelas, especialmente de psicología, que abordan distintos aspectos del tema de la creatividad y que determinan con incertidumbre si se trata de una capacidad o habilidad cognitiva de los seres humanos. Entonces, por momentos se crea una situación caótica, compleja y con incertidumbre para lograr que su definición sea de carácter universal.
No se trata solo de plasmar concepciones, se desarrolla una reflexión en cuanto a la relación que existe entre el pensamiento, la inteligencia y la complejidad, según diferentes escuelas como: el estructuralismo, el funcionalismo, el psicoanálisis, el conductismo, la Gestalt y diversos enfoques cognitivos, sin llegar a lo profundo de estas, pues el conocimiento disciplinar se halla en otros entornos. Se considera la creatividad, no tanto como un sustantivo sino como un adjetivo: persona, producto, proceso.1
La creatividad desde una amplia visión surge para percibir lo oculto cuando se buscan los elementos que conforman algunos eventos en la humanidad. Quizá por ello los fragmentos de esculturas, papiros, tumbas y figuras en diferentes materiales sacados del subsuelo, de cuevas, indican que personas de épocas anteriores tuvieron alguna característica mental que los llevó a elaborarlos. Desde luego, diferentes apreciaciones se generan; sin embargo, las figuras que visualizan hombres, mujeres, caballos o elefantes con cabezas melenudas, de animal o de algo que no se conoce, dan a entender que posiblemente convivieron con otros seres, y esas escrituras o figuras pueden considerarse como producto creativo, dados los obstáculos por los que pasaron, como la elaboración del color para que perdurara por mucho tiempo.
Siempre sorprenden esos legados que dejaron los antepasados –aborígenes para la visión actual–, que aun figuras zoomorfas o amorfas, inducen la reflexión sobre cómo fueron esculpidas, con esa calidad y con herramientas desconocidas, pero de gran precisión. Y los arqueólogos buscan, a partir de esos elementos, cuál es su fecha de construcción, cómo se vivía, qué tipo de sociedad formaban, entre otros aspectos y, por tanto, se genera de manera sorprendente una interpretación y un significado: por qué y para qué se construyó, cómo era su sociedad, qué inteligencia poseían.
Esos objetos hallados muestran que el hombre siempre hace cosas extraordinarias, fuera de lo normal. Por ejemplo, fabricó arcos, flechas, canoas, agujas para coser las pieles para sus vestidos, y a su vez, empleó hilos de diferentes elementos de los mismos animales que cazaba. Las primeras tecnologías humanas, las de los antepasados, podría decirse que son producto de mecanismos que interconectaron sus neuronas cerebrales para pensar en cosas inexistentes. Fueron creativos, puede afirmarse.
Desde que el homo sapiens pensó en construir cosas que no existen en la realidad, se determina que la capacidad creativa existe y que es lo que permite las diferentes creaciones o expresiones que el hombre realiza. Esta capacidad es lo que ha llevado al desarrollo y, por tanto, a hacer posible la construcción de tecnologías cada vez con mayor capacidad y eficacia. Esa tecnología ayuda a que la persona sea más competente, porque además de apoyarlo en el desarrollo de diferentes tareas de manera eficiente, le permite imaginar mundos inexistentes, dando lugar a la explosión de nuevos conceptos, de combinación de ideas o de materiales, de expresiones artísticas, de innovaciones tecnológicas, de dinámicas que producen revoluciones: cognitivas, humanas, agrícolas, industriales y ahora del conocimiento.
La ficción lleva a construir creencias colectivas: mitos, leyes o principios. Se imagina un dios, se pinta en una pared, en la arena o en piedras de gran contextura; se mejoran los hábitos de comportamiento. ¿Las pirámides en Egipto o Centro América no fueron impulsadas por creencias –en dioses, en reyes–? ¿Los Estados son conceptos inexistentes que llevan a comportamientos comunes? Los objetos imaginarios ayudan a formar líderes, gobernantes y, a través de diferentes procesos, se construye una civilización, luego una sociedad y hasta imperios. La creatividad es lo que permite socializar ideas, es lo que lleva al desarrollo de la humanidad. La creatividad, esa capacidad para combinar objetos, es lo que hace posible conectar neuronas que generen ideas increíbles –en ocasiones ilógicas, ambiguas, aberrantes–, pero permiten construir nuevos conceptos, mundos y progreso.
Las manifestaciones de los antepasados se perciben, en el ámbito del arte, como aquello que plasma lo que siente el ser humano para transmitir un saber, la cultura o cómo lograr la supervivencia. El cerebro posee plasticidad –capacidad para prender– para concebir diferentes conceptos, pero a la vez necesita del arte, la estética, la música. Siempre de manera natural el ser humano, desde los primeros años de vida, juega, baila, canta o dibuja, pues se trata de actividades imprescindibles para el desarrollo sensorial, cognitivo, emocional y cultural, que conducen a desarrollar capacidades para aprender a aprender.
Las actividades lúdicas, cualquiera