fruto de la globalización impositiva de los países centrales y poderosos, los conceptos teóricos de capital social y de redes migratorias pueden aportan datos para comprender mejor cómo es que el tránsito migratorio se hace posible, es decir, no sólo por los condicionamientos estructurales de la macroeconomía, sino también por otros componentes en los cuales quedan integrados el individuo, el grupo social y la cultura. El capital social como un conjunto de recursos reales o virtuales, asociado a la pertenencia a una red de relaciones que implica conocimiento y reconocimiento mutuo, que permanece en el tiempo, supone para su posible institucionalización cierto esfuerzo en tiempo y cierta habilidad relacional, no se da en automático, de ahí que no todas las personas o grupos posean el mismo capital social, pues es algo que se construye históricamente. Las redes migratorias surgen de los vínculos de parentesco, de amistad y de paisanaje y en ellos están implicados lazos interpersonales que hacen posible la interrelación entre personas migrantes con otras personas migrantes que les han precedido e incluso con no migrantes tanto en los lugares de origen, de tránsito o de destino, lo cual es, en cierta forma, una objetivación o institucionalización del capital social; bajo esta perspectiva, la persona migrante, incluso quien está en tránsito goza, antes de iniciar su jornada migratoria, de una serie de apoyos objetivos puestos ahí para alcanzar su propósito.
Estas tres propuestas teóricas están enlazadas: los sistemas mundiales permiten identificar la migración, y en particular el tránsito, como una realidad que rebasa las causas personales, familiares, nacionales o regionales, ya que opera en una lógica global, movida por decisiones e intereses del gran capital. Se trata del gran contexto de la vida y movilidad humana internacional en la actualidad. En una visión más particularizada, la teoría del capital social y de redes explica cómo es que el tránsito migratorio se puede realizar con probabilidades de logro a pesar de contar con condiciones que podrían no hacerlo viable; ayuda a comprender cómo la solidaridad humana y las relaciones intencionadas constituyen tejidos facilitadores de un tránsito que no sólo supone miles de kilómetros de recorrido, sino la superación de obstáculos de tipo legal, económico y cultural para llegar al lugar de destino.
Teorización sobre la migración de tránsito
No existe una definición universal y con un consenso pleno, acerca del concepto migración de tránsito. Este comenzó a utilizarse a principios de 1990 a raíz del término “país de tránsito” incluido en la “Convención internacional sobre la protección de los derechos de todos los trabajadores migratorios y de sus familiares” (ONU, 1990). Con “país de tránsito” se señalaba una categoría intermedia entre el país de origen y el de destino que comenzó a utilizarse en documentos oficiales sobre política y práctica migratoria.
La Organización Internacional para las Migraciones, a través de una serie de informes publicados desde 1993, jugó un papel relevante para la consideración del tránsito de migrantes como un patrón importante de la movilidad internacional, además de presentarla como uno de los retos principales en la actualidad de la migración internacional, dada la dominante situación de irregularidad que tiene como rasgo este tipo de flujo migratorio (Marconi, 2014).
Sin embargo, resulta notable que la denominación (o acusación) países de tránsito se aplique casi de forma exclusiva a los países colindantes con países o regiones de destino (caso europeo) consideradas ricas y desarrolladas que operan como polos atractores de la migración, en detrimento de otros países que son también de tránsito pero no resultan tan relevantes ni académica ni políticamente, como sería el caso de Guatemala, que es también país de tránsito para hondureños, salvadoreños, nicaragüenses, etc., que van hacia Estados Unidos, o bien Mali, Níger y Sudán, países de tránsito hacia la Unión Europea para africanos migrantes del sur. En el fondo se supone, por parte de los países ricos y lugares de destino migratorio, que los denominados países de tránsito no hacen lo suficiente para contener esos flujos migratorios, lo cual explicaría por qué esos países fronterizos a los polos de atracción poseen tanta relevancia política, y que sea ahí en donde la academia ha realizado la mayoría de sus estudios sobre la migración de tránsito.
Conceptos asociados al de migración de tránsito son los de transmigración y transmigrante, no asociados a trasnacionalismo, sino utilizados como categorías de análisis en el proceso de la migración en tránsito: hacen referencia a que una persona oriunda de un determinado país atraviesa un segundo o tercero para poder llegar al país de destino (González, 2014). Autores como Rodolfo Casillas (2008) utilizan ese concepto de transmigrante para referirse a los centroamericanos que cruzan el territorio mexicano con la intención de llegar a Estados Unidos. Cassarino y Fargues (2006: 15) definen a los transmigrantes como “personas en movimiento que se encuentran en una situación llamada ‘tránsito’, es decir, migrantes que permanecen temporalmente en un país con la intención de llegar a otro país, independientemente del hecho que logren al final llegar a su meta o no”. Sin embargo, el término transmigrante se ha utilizado en el vocabulario migratorio mexicano y corresponde a un visado legal y temporal,27 de ahí que resulta inexacto para referirse a población migrante, especialmente en situación irregular, que en camino a su destino final tiene que cruzar uno o varios países intermedios.
Existen diferentes definiciones sobre migración de tránsito. Irine Ivachniouk (2004: 12) se refiere a la migración de tránsito como “la migración de personas desde un país de origen/salida hacia un país de destino/asentamiento a través de países intermedios/de tránsito, frecuentemente en condiciones inciertas o inseguras: clandestinidad, visa de turismo, documentos falsos, etc.”. Para Aspasia Papadopoulou (2005) la migración de tránsito es el estadio entre la salida y el establecimiento.
En la convocatoria para la investigación28 Migraciones en tránsito y derechos humanos, realizada en 2009, con la participación de la Universidad Complutense de Madrid, la Universidad Pontificia de Comillas y la Universidad Rey Juan Carlos, se entiende el tránsito como el movimiento de personas que entran en un territorio nacional, pudiendo permanecer en él semanas o meses trabajando para pagar u organizar el siguiente paso o etapa de su viaje, pero que dejarán el país con destino a otro. Asimismo, los migrantes en tránsito pueden definirse como aquellos que se encuentran realizando la travesía desde su país de origen hacia el país de destino. De manera habitual, y al no contar con los requisitos legales exigidos por los países de tránsito y destino, el desplazamiento se realiza de manera irregular.
Lo que se destaca en estas definiciones es el uso de un territorio como paso necesario para completar un objetivo migratorio, es decir, el eje fundamental es de tipo geográfico.
Giovanna Marconi (2008: 32) expresa que transmigrante o migración de tránsito hacen referencia a “intenciones individuales de personas que se encuentran en cierto periodo del tiempo en lugares que ellas mismas consideran sólo de pasaje”, de ahí que el tránsito resulte muy difícil de cuantificar, con lo cual “lo que parece un problema no es tanto la definición conceptual sino la misma identificación del objeto de estudio”. Duvell (2008: 7) afirma que migración de tránsito es un concepto con una definición borrosa, ya que sigue sin haber una categoría o una definición que tenga una aceptación común; destaca que se trata de un ejemplo perfecto de migración mixta, ya que en ella coexisten diferentes tipologías de migración que comparten el mismo espacio y donde se confunden unas u otras causas y se unen, en cambio, las dudas y las faltas de respuesta. Esta complejidad exige la construcción de concepto abierto, que describa y delimite esa realidad y al mismo tiempo haga posible la incorporación de elementos cambiantes, como la duración o el destino.
Adriana González (2014), en su tesis doctoral, emprende un arduo trabajo de construcción teórica acerca del concepto migración de tránsito. Propone una serie de definiciones que apuntan a un enfoque integrador del fenómeno. La migración de tránsito como el proceso social que resulta a partir de un flujo de personas migrantes que necesitan pasar por uno o varios territorios geográficos intermedios, entre su país de origen y el país de destino, donde están implicadas sus fronteras. Dicho proceso se configura por elementos que son condicionados por el contexto histórico y social en que se produce. El migrante en tránsito como el sujeto que decide realizar un trayecto de su proyecto migratorio