en un capítulo de Infancia en Berlín en torno a 1900, en el que Benjamin describe sus impresiones de una visita escolar a la Columna de la Victoria, en la que sus profesores le explicaron los símbolos políticos y militares de este monumento. A continuación realizo una comparación sistemática entre esta figura de la Victoria (que representa a la Historia escrita por los vencedores) y la figura del Angelus Novus de Klee interpretado por Benjamin como el Ángel de la Historia. Y finalmente analizo la evolución de los símbolos políticos de la Columna de la Victoria desde finales del siglo XIX hasta la actualidad para poner en cuestión la frase de Benjamin según la cual «la Columna de la Victoria debió ser destruida con la celebración del último día de Sedán», es decir, con la última rememoración festiva de la victoria prusiana sobre Francia en la guerra de 1870-71. Hoy la misma Columna tiene significados muy diferentes, como puede verse, por ejemplo, en las películas de Wim Wenders El cielo sobre Berlín y Tan lejos, tan cerca, así como en las diversas reinterpretaciones del monumento realizadas por la propaganda política de diversos partidos o movimientos sociales, por la propaganda comercial o por su conversión en símbolo festivo de las celebraciones populares de las fiestas de fin de año, de la Love Parade, o de la convivencia entre las diversas culturas del mundo representadas en la ciudad de Berlín. El símbolo de la victoria germana sobre los ejércitos de otras naciones ha sido reconvertido en un símbolo de convivencia y en un lugar de reunión de manifestaciones pacíficas y democráticas de las masas populares. Hoy representa más la alegría ciudadana de vivir que las victorias del pasado sobre otras naciones.
Los dos capítulos siguientes tratan de los ángeles en la ciudad de París, la ciudad del exilio de Benjamin, en la que pasó la mayor parte del tiempo entre 1933 y 1940 trabajando en su libro inacabado Passagen-Werk. El capítulo cuarto, «Ángeles de la Victoria en la iconografía política de las calles de París», plantea en primer lugar la especificidad de la iconografía francesa en representar a la Historia como una mujer con alas o como un ángel. A continuación analizo las diosas Niké del Antiguo Régimen, los ángeles de la Revolución y la representación de las Victorias de Napoleón en el espacio público de París. El emperador intenta hacer de esta ciudad una nueva Roma con nuevos arcos de triunfo y ampliando la gran Via triumphalis para el desfile glorioso de las tropas de sus ejércitos tras cada triunfo militar en Europa. Finalmente examino cómo las derrotas militares francesas en 1815 y, especialmente, en 1870-71 también se representaron con ángeles, los ángeles de los vencidos. Tanto victorias como derrotas acaban produciendo ángeles en el espacio público de París y de otras ciudades francesas. El capítulo quinto, «El Ángel de la Mercancía en los Pasajes comerciales de París», descubre en algunos pasajes como la Galería Vivienne (ubicada precisamente detrás de la Biblioteca Nacional de Francia, en la que investigaba Benjamin) una decoración basada en la repetición de coronas de la Victoria y en ángeles de la Victoria, a los que yo denomino «Ángeles de la Victoria de las Mercancías». A continuación, me refiero a la transición de los pasajes comerciales a los grandes almacenes de novedades y analizo también la aparición de ángeles en los edificios de las sucesivas exposiciones universales de París. Finalmente, dedico un apartado a los ángeles y demonios en la obra poética de Charles Baudelaire, sobre quien investigó y escribió Walter Benjamin durante muchos años y fue uno de los autores centrales para su comprensión de la ciudad de París transformada en literatura.
El capítulo sexto, «Los ángeles de Kafka en Benjamin», cambia de escenario y se dirige a Praga. Benjamin fue un ávido lector e intérprete de la literatura de Franz Kafka durante toda su vida. Siempre me ha llamado la atención su frase sobre «el mundo de Kafka, tantas veces alegre y lleno de ángeles». Pero ¿dónde están los ángeles de Kafka? Intento responder en tres direcciones: en primer lugar, Amschel es el nombre hebreo oculto de Kafka; en segundo lugar, los ángeles de Kafka están en su ciudad, en Praga, donde curiosamente aparecen las mismas esculturas de la Victoria de Christian Daniel Rauch que Benjamin podía contemplar en Berlín. De hecho, una de las Victorias de Rauch fue famosa en toda Europa y apareció en muchas ciudades de diversas naciones para celebrar triunfos militares o para ensalzar el nacionalismo del lugar. En tercer lugar, investigo los diversos ángeles que emergen en los propios textos de Kafka, unas veces de manera directa y otras ocultos bajo los ropajes de algunos personajes de sus relatos, narraciones, diarios y novelas.
Finalmente, el capítulo séptimo, «El Ángel de la Historia vuela a Iberoamérica», analiza primero lo que podemos llamar la «conexión española» de Walter Benjamin, para centrarse después en cómo el ángel de la Victoria aparece en el siglo XX en América Latina, desde México hasta Chile y Argentina, metamorfoseado en el ángel de la Libertad o en el ángel de la Independencia. Estas figuras especiales de la Victoria surgen en el contexto de la celebración del primer Centenario de las Independencias en los distintos países iberoamericanos. Analizo algunas de ellas como el «Ángel» de Ciudad de México, el cual repite la historia de la transformación de una diosa Niké en un ángel cristiano, y me centro después de manera especial en la escultura pública de Santiago de Chile. Ciertamente Benjamin nunca estuvo en América, pero también allí aparecieron figuras del ángel de la Victoria, si bien con un siglo de retraso respecto a Europa. Además, en las últimas décadas destaca la gran influencia de la reflexión benjaminiana sobre el Ángel de la Historia en todo el continente americano.
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El Angelus Novus de Paul Klee es una imagen que sirve como hilo conductor del pensamiento de Walter Benjamin desde 1921 hasta 1940, es decir, desde que la adquirió en Múnich hasta su muerte. En 1920, Benjamin había recibido como regalo de su mujer Dora una acuarela de Paul Klee titulada «Presentación del milagro» («Vorführung des Wunders»). A finales de mayo o comienzos de junio de 1921, durante una visita a su amigo Gershom Scholem, compró Benjamin en la Galería Hans Golz de Múnich la obra de Klee Angelus Novus, una pequeña acuarela de 31,8 por 24,2 centímetros. Durante unos meses, Scholem tuvo en préstamo el cuadro hasta que en noviembre del mismo año Benjamin le solicitó que se lo enviara a Berlín, donde estuvo colgado en un lugar principal en las diferentes viviendas por las que fue pasando. Esta imagen del Angelus Novus se convirtió para Benjamin en su tesoro más preciado, y consiguió que una amiga se lo trasladara a París en 1935, donde él llevaba ya dos años de exilio. Al abandonar París precipitadamente en 1940 por el avance de las tropas alemanas, Benjamin introdujo el Angelus Novus en una de las dos maletas de las que se hizo cargo su amigo Georges Bataille en la Biblioteca Nacional de Francia. Benjamin intentó escapar atravesando los Pirineos para cruzar España y llegar a Lisboa para tomar un barco hacia Nueva York, donde le esperaba Theodor W. Adorno. Pero la huida tuvo un trágico final en la frontera española, en Port Bou, donde Benjamin se suicidó al ser retenido por la Guardia Civil y ante la amenaza de ser entregado a la Gestapo. Después de la Segunda Guerra Mundial, el cuadro llegó a manos de Adorno en Estados Unidos, quien más tarde lo llevó a Frankfurt y se lo dio a Scholem, siguiendo la voluntad expresada por el propio Benjamin en un testamento escrito muchos años antes. Finalmente, fue donado por Scholem al Museo de Jerusalén, donde se encuentra en la actualidad.
Varios de los biógrafos de Benjamin han insistido en la identificación de este autor con el ángel. Así, Tila Rudel, titula su biografía Walter Benjamin, l’ange assassiné6. Bruno Tackels escribe, a modo de prólogo de su libro, una carta a Walter Benjamin en la que se refiere a él como el «ángel nuevo»7. Además recuerda Bruno Tackels las relaciones entre Benjamin y el College de Sociologie en París entre 1937 y 1939, así como la opinión de Klossowski compartida por Bataille de que Benjamin escondía bajo apariencias fijas, rígidas y autoritarias un «alma de ángel», pues era verdaderamente un individuo angelical, como un niño al que le hubieran pegado unos bigotes, decía también Bataille8. Por otra parte, Lorenz Jäger9 señala el hecho curioso de que Benjamin fuera enterrado en la zona católica del cementerio de Port Bou, a pesar de su condición de judío y de suicida. Además, constata que en el ceremonial hubo una misa católica y que en el entierro de Benjamin apareció un coro de frailes dominicos cantando el ritual de la liturgia católica de difuntos:
Al paraíso te lleven los ángeles,
a tu llegada te reciban los mártires
y te introduzcan en la ciudad santa de Jerusalén.
El