movilizó con la bandera de una ideología occidental basada en los estudios de Marx sobre las consecuencias de la revolución industrial en Gran Bretaña. En términos ideológicos, el enfrentamiento era una versión extrema del debate continuo entre los partidos socialdemócrata y conservador por toda Europa.
eeuu y la urss eran portadores de un mensaje universal, ya que ambos encarnaban dos sistemas de valores totalizadores y excluyentes. El objetivo último de cada uno de ellos difería radicalmente de los conflictos territoriales o económicos tradicionales. Se trataba de convencer al otro de sus concepciones, intentar que el enemigo evolucionase desde el interior hacia las posiciones defendidas por el otro bloque. La guerra fría terminaría cuando prevaleciera la ideología dominante de una única superpotencia. En este sentido, resulta innegable que la guerra fría aceleró el proceso de globalización. Para I. Wallerstein, «cada discurso ideológico reforzaba al otro, y ninguno se podía mantener sin el contrario. La guerra fría permitió a cada bando, en el nombre del americanismo o del leninismo, mantener bien sujetos sus respectivos campos, “limpiar sus casas” si lo consideraban necesario y reorientar las mentalidades de generaciones futuras».3
Con la insaciable demanda de recursos para hacer frente a las amenazas del enemigo, la exacerbación de la intolerancia política e ideológica, el énfasis en amenazas externas y la consecuente negligencia de los problemas internos, la guerra fría deformó en gran medida las sociedades soviética y norteamericana, distorsionó sus prioridades y dilapidó su riqueza. Otorgó una justificación para la proyección del poder y de la influencia norteamericana, facilitando así el liderazgo mundial de eeuu. También concedió al dictador Stalin y a sus sucesores un enemigo externo para justificar el régimen interno represivo, ayudando a legitimar un gobierno que carecía de legitimidad y el férreo control del partido comunista sobre la urss. Por otra parte, exacerbó problemas como la pobreza crónica, la degradación del medio ambiente, los conflictos étnicos y la proliferación de las armas de destrucción masiva.
En general, la guerra fría tuvo unos campos de actuación determinados en cada momento. Tras el fin de la segunda guerra mundial, las dos grandes potencias intentan hacerse con zonas de influencia en Europa. Durante la década de los cincuenta, las esferas de influencia se trasladan al noroeste asiático. Posteriormente, en los años setenta, el escenario de tensión y conflictos se sitúa en la zona del Sudeste Asiático. En la década de los setenta, la lucha se libró para obtener influencia en Oriente Medio y en el continente africano. Por último, durante los años ochenta, es el turno de América Central.4
Entre 1945 y 1999, y tan sólo durante tres semanas, no existió ningún conflicto en el mundo. A lo largo de toda la guerra fría se libraron entre ciento cincuenta y ciento sesenta conflictos abiertos. A pesar de todas sus consecuencias psicológicas, económicas y la devastación ocasionada en aquellos lugares del mundo donde las superpotencias encontraron un lugar para sus guerras vicarias, la guerra fría tuvo un mérito innegable: se convirtió en un sistema internacional caracterizado por un código implícito de comportamiento que ayudó a evitar la devastación de una tercera guerra mundial. El enfrentamiento entrañaba una suerte de seguro global contra una posible catástrofe nuclear, una forma de control político que impedía que las guerras locales desbordasen el marco estrictamente regional. De todo ello surgiría una paradoja estabilizadora en virtud de la cual los pequeños Estados perseguían sus objetivos políticos a la sombra de la correspondiente superpotencia, aunque el precio de la ayuda norteamericana o soviética fuera ceder una gran parte de la soberanía a las prioridades estratégicas de eeuu o la urss.
Aunque son poco conocidas, muchas de las consecuencias sobre la vida cotidiana de la guerra fría ayudaron a modelar el mundo actual. En eeuu, por ejemplo, el sistema de autopistas interestatales fue creado, merced a la National Security Act, para facilitar el traslado de tropas y agilizar la evacuación de las ciudades en caso de un ataque nuclear. El aumento de la educación universitaria que se produjo en eeuu en los años cincuenta obedece a la necesidad apremiante de hacer frente a la amenaza tecnológica soviética que había situado al primer satélite —el Sputnik— en órbita en 1957. La guerra fría también transformó el mapa económico de eeuu gracias a las enormes necesidades del llamado complejo industrial-militar. Así, cuando comenzó la guerra fría la población de California era de tan sólo cinco millones, mientras que al término de la misma este estado había alcanzado ya los treinta millones debido a las nuevas industrias relacionadas con el complejo industrial-militar.
En Europa, aparte del Plan Marshall, la guarnición norteamericana de 300.000 hombres en la República Federal Alemana (rfa) transfería dólares a la economía europea y sirvió de puente que facilitó las exportaciones europeas hacia eeuu. Por poner tan sólo un ejemplo, el Volkswagen «escarabajo» ingresó en el mercado norteamericano de la mano de los soldados que regresaban a casa. Asimismo, el milagro económico japonés puede situarse cronológicamente durante la guerra de Corea, cuando Japón se convirtió en la base principal para el renovado esfuerzo de guerra norteamericano. Japón fue el principal suministrador de material no bélico a las fuerzas norteamericanas. En los años sesenta, la guerra de Vietnam tuvo un impacto duradero en Asia. Los japoneses suministraban a las bases norteamericanas vehículos Honda, así como radios y material diverso. El auge hotelero de Bangkok fue consecuencia de la decisión de convertir a Tailandia en el principal punto de descanso para las tropas destinadas en Vietnam. Los muelles de Singapur, que se encontraban en crisis tras la retirada de la menguante flota británica, encontraron nuevos clientes en la poderosa marina norteamericana. La reputación de Hong Kong como centro libre de impuestos de Asia se consolidó con las tropas norteamericanas que acudían desde Vietnam.5
Las tropas norteamericanas en Europa y Asia llevaban con ellos su música, sus cigarrillos, sus vehículos, sus películas y sus Coca-Colas.6 Fue, sin duda, un legado duradero y contradictorio. El choque europeo con la cultura norteamericana durante la segunda guerra mundial se agudizó y se consolidó con la presencia continua de las tropas estadounidenses en el Viejo Continente. Fue una forma de poder subliminal y seductor, que se evidencia en la ironía de observar a los estudiantes europeos manifestándose de forma agresiva contra la guerra de Vietnam al ritmo de los sonidos del rock and roll norteamericano y a los dirigentes soviéticos quejarse del imperialismo norteamericano mientras sus productos invadían el necesitado mercado negro comunista. Incluso los pilotos de la línea soviética Aeroflot se veían obligados a aprender inglés, ya que se trataba del lenguaje universal de las líneas aéreas comerciales. Por otro lado, la guerra fría ayudó a la globalización y así uno de sus instrumentos más significativos, internet, fue en su origen un sistema de enlace computarizado para la estrategia nuclear. Significó, en suma, un sistema global de relaciones internacionales que modificó profundamente la forma de vida de países enteros y transformó radicalmente las capacidades tecnológicas.
Occidente venció en la guerra fría porque su economía demostró ser capaz de suministrar al mismo tiempo «cañones y mantequilla», buques de guerra y vehículos privados, cohetes, misiles y vacaciones en el extranjero para una gran cantidad de sus ciudadanos.7 En Occidente, la guerra fría creó una mezcla singular de inversión estatal y libre empresa que generó, a su vez, unas sinergias sin precedentes entre la prosperidad privada y el gasto público dedicado a la defensa. Como señala Paul Kennedy, «parece que el verdadero problema (de los imperios) no era la capacidad para que, en última instancia, uno realizara una demostración de fuerza, sino su fracaso en reconocer que, a largo plazo, la salud, la riqueza y el poderío de la nación dependen del alcance no militar del poder de la nación y de la toma de decisiones políticas difíciles en el frente interno».8 De las economías que más crecieron durante el período, Japón nunca destinó más del 1% de su producto nacional bruto (pnb) a la defensa, la rfa alcanzó el 5% en 1965 para caer posteriormente hasta el 4% en 1975, cifra en la que se estabilizó. La economía que más invirtió en defensa, la de la urss, resultó a la postre la más afectada por esa distorsionada asignación de recursos.9
El comunismo fue el gran reto de eeuu y sus aliados durante la segunda mitad del siglo xx, al igual que el terrorismo se ha convertido en el enemigo del siglo xxi. La diferencia entre ambos resulta notable. El comunismo era fácilmente comprensible para los ciudadanos occidentales, ya que sus orígenes podían rastrearse en la Ilustración europea; se trataba,