Silvia Ons

El sexo del síntoma


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nuestras profundas diferencias. Primero, porque desde el psicoanálisis sabemos que no existe la identidad, hay identificaciones y modos singulares de goce. No hay identidad de género, no hay identidad mujer, identidad hombre, identidad travesti o identidad bisexual. Por otro lado, la instancia del yo no puede autopercibir nada y la fórmula para el cambio de género y de nombre en la Ley, tiene que ver con la autopercepción yoica de “soy mujer” o “soy hombre”. El yo para el psicoanálisis es un lugar de desconocimiento absoluto. De este modo el psicoanálisis no puede refrendar la autopercepción yoica de una identidad.

      En segundo término, tenemos nuestras serias objeciones en relación con el cambio de sexo y de género en niños antes de la metamorfosis de la pubertad.

      La metamorfosis de la pubertad implica la irrupción de cuestiones conmocionantes y muy complejas: si el psicoanálisis sitúa que el cuerpo se tiene o no se tiene, en la adolescencia se pierde un cuerpo y se pasa a tener otro. Asimismo, se juega la caída de los padres en la referencia del ideal; aparece una dimensión muy poderosa que es la aptitud reproductora y, por último, podemos decir que se trata de un encuentro con la feminidad como tal, como enigma y como perturbación.