Silvia Ons

El sexo del síntoma


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restos visuales y auditivos por el encuentro con la escena primaria, que es el encuentro con ese Otro que permite que tengamos un cuerpo y que seamos libidinizados, se articula a lo que se llama complejo de Edipo en un segundo momento. Los modos de satisfacción sexual no están causados por el complejo sino que el complejo es un argumento que anuda pulsión y deseo, y anuda objeto parcial con el objeto del narcisismo. Entonces, se trata de un operador estructural para la constitución del sujeto.

      En “El malestar en la cultura” Freud va a decir claramente que no hay satisfacción plena de la pulsión por obstáculo interno, y no porque esta satisfacción plena esté prohibida. La prohibición, referencia del padre, vela la imposibilidad.

      Ciertamente Freud, como nos enseña Lacan, cree en el Nombre del Padre. Eso muchas veces lo deja en los impasses de la verdad mentirosa y le impide postular lo real. Este fue el paso que dio Lacan, no sin Freud.

      El capitalismo tardío en su fase neoliberal, en su gran matrimonio con la ley del mercado y los avances científico-tecnológicos, marca este empuje a la literalidad.

      Ciertamente Freud, como nos enseña Lacan, cree en el Nombre del Padre. Eso muchas veces lo deja en los impasses de la verdad mentirosa, y le impide postular lo real. Este fue el paso que dio Lacan, no sin Freud.

      Para articular también con las teorías de género, tomaré el superyó que es un efecto de la castración estructural que Freud llamó la no satisfacción plena de la pulsión por obstáculo interno.

      Esta formulación es mucho más acorde con los desarrollos freudianos de la pulsión de muerte. Por lo tanto, no tiene que ver con la prohibición de las satisfacciones pulsionales sino que refiere directamente a la pulsión de muerte.

      Llegan a los consultorios sujetos que hace veinte años no hubiésemos tenido ninguna duda en clasificar como perversos. Hoy, pareciera que el campo mismo de la perversión se ha difuminado porque para la perversión se necesita el concepto de castración y de una operación respecto a ella, que clásicamente se llama renegación o desmentida. Hoy eso pasó a ser un modo de goce no sólo aceptado sino promovido culturalmente.

      No nos olvidemos que la ciencia médica, y fundamentalmente la cirugía, ha venido a ocupar el lugar de ese Deseo de la Madre sin barrar, en la actitud de nominar, en el sentido de “trae el cuerpo que tienes y llévate el cuerpo que quieres”; y que además da identidad. En la actitud de nominar se entroniza el yo: “yo me autopercibo x”.

      Volviendo a lo que postula Lacan, en esta actitud de nominar se realiza esta operación que es el imperativo de goce de nuestros días. Si retomamos a Han y lo traducimos, podemos decir que considera que este operativo de goce puede llegar al inconsciente, al ello freudiano, pero para nosotros no. Esta es nuestra diferencia con el filósofo coreano y con las teorías de género.

      Además, como situaba anteriormente, el psicoanálisis no considera que el yo pueda autopercibir ni que haya identidad sexuada. Hay identificaciones y modos singulares de goce; el cuerpo especular está pero también tenemos el concepto del Un cuerpo, que es imposible subsumirlo en el imperativo de goce de la ley del mercado.

      Recomiendo la lectura del texto de Silvia Ons, y que se lo tome como material de estudio y de investigación.

      

      1- Freud, S., “El tabú de la virginidad”, en Obras completas, t. XI, Buenos Aires: Amorrortu. 1986.

      2- Lacan, J., El Seminario, Libro 17, El reverso del psicoanálisis, Paidós, Buenos Aires, 1992.

      3- Lacan, J., El Seminario, Libro 11, Los cuatros conceptos fundamentales del psicoanálisis, Paidós, Buenos Aires, 1986.

      4- Miller, J.-A., “Causa y consentimiento”, Dispar N° 4, Revista de psicoanálisis, Grama, Buenos Aires, 2001.

      5- Freud, S., “Análisis terminable e interminable”, en Obras completas, t. XXIII, Amorrortu, Buenos Aires, 1980, p. 252.

      6- Freud, S., “Psicología de las masas y análisis