Detlev Brüggemann

Fútbol


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“miedo” de los niños a cometer un fallo, al temor del supuesto “fracaso” a los ojos de la persona de referencia, el adulto. En la búsqueda de su reconocimiento, el jugador en ciernes “aprende” pronto a orientar su actividad únicamente en torno a las expectativas de los adultos. El niño ya no actúa para conseguir un objetivo propio, para jugar “su propio partido de fútbol”. Sus acciones tienen ante todo que “gustar” al cuidador, al entrenador o a los padres. El niño juega “el juego de los adultos”. En la estacada se quedan obligatoriamente la capacidad de acción y la creatividad, precisamente las capacidades del juego bueno y triunfador, que hoy tan amargamente se echan en falta. El impulso por la actuación autónoma, requisito importante como iniciativa propia para todo proceso de aprendizaje, se inhibe debido a una participación a veces exagerada de los adultos en el juego de los niños y a una bienintencionada “pre-ocupación”, que abarca todos los entresijos del juego, por la pequeña personalidad que crece sobre el campo de fútbol. Los niños elaboran sus impresiones, partiendo de los acontecimientos de su entorno, a través de un juego “determinado por ellos mismos”. Indudablemente, la falta de oportunidades para hacerlo y para desarrollar su autonomía, y –unida a ello– la conciencia de ser responsables de sí mismos y de sus acciones, no modifican favorablemente la actitud de los adolescentes respecto al rendimiento propio, ni mejoran tampoco su capacidad de aprender de forma rápida e intensiva.

       El fútbol infantil y juvenil necesita en nuestros días una mejora de las condiciones de desarrollo personal también dentro del entrenamiento. El éxito de una concepción formativa bien planificada y fundamentada no garantiza únicamente un aumento del tiempo entrenamiento, sino “una motivación nueva y más intensa del jugador”, “un impulso propio con la intención de querer producir un rendimiento (deportivo) para sí mismo”. Con dicha concepción se trata de elaborar una aproximación nueva, confiada a la vez que respetuosa, a los niños y jóvenes de nuestra época, de acompañarles en su camino hacia la vida adulta, tan difícil hoy en sus facetas humana y deportiva, de comprenderles y de aconsejarles.

       Este libro pretende ser una ayuda para configurar una vez más las condiciones de aprendizaje adecuadas a las edades infantil y juvenil, que desde la edad preescolar ejercen un decisivo influjo sobre el desarrollo de la personalidad de niños y jóvenes, y dentro de estas condiciones, crear, incluso en el fútbol que antes se denominaba “de la calle”, una base amplia para adquirir y asentar todas aquellas capacidades que distinguen a una personalidad triunfadora, creativa y decisiva para el juego (cf. a este respecto Brüggemann / Albrecht: Fußball-Handbuch, tomo 1, “entrenamiento de fútbol moderno”).

       Este libro se sirve de los recientes avances de la ciencia del deporte acerca de la evolución de niños y jóvenes. Pone de relieve la importante tarea sociopedagógica que implica el entrenamiento infantil y juvenil, específicamente el del fútbol, y en este sentido describe extensamente las múltiples consecuencias que de los procesos biológicos naturales de crecimiento y maduración de niños y jóvenes se derivan para el entrenamiento, para la elaboración y establecimiento de objetivos y para el cuidado de los jugadores del deporte de base en nuestra sociedad actual.

       La extensa parte práctica muestra una serie de procedimientos con los que se configura, de acuerdo con la edad y el desarrollo, el entrenamiento de equipo actual, sobre la base de pequeños juegos y formas de juego menores tomadas del fútbol callejero de antaño, que ofrecen unas excelentes oportunidades para el aprendizaje. Diversas indicaciones sobre la metodología y la organización, acreditadas con la experiencia, deberán ayudar al entrenador y preparador en sus esfuerzos por imprimir una nueva calidad al fútbol base, con respeto y comprensión por las diferentes necesidades que los niños y jóvenes bajo su tutela plantean en las diferentes etapas de su desarrollo.

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       1: El juego libre sigue siendo el mejor maestro para la personalidad de los futuros jugadores.

      DETLEV BRÜGGEMANN

       Kamen

      I. Sobre el desarrollo en las edades infantil y juvenil

      1. La etapa del desarrollo y maduración deportivos

       El entrenamiento de jóvenes no es un entrenamiento de adultos reducido; el de niños no es un entrenamiento de jóvenes abreviado.

       En las etapas de la infancia y la juventud se adquieren y se asientan las capacidades determinantes para el posterior alto rendimiento.

       El entrenamiento en la edad infantil y juvenil se adecúa a los cambios y a las posibilidades del desarrollo corporal, mental y psíquico de las diferentes etapas vitales.

       Los retrasos y carencias originados en esta etapa de desarrollo y maduración deportiva no son recuperables en la edad adulta, y de serlo, en muy escasa medida.

      Las edades infantil y juvenil son la época del desarrollo y la maduración corporal, mental y psíquica, la época de preparación para la edad adulta. Por ello, consideramos estos importantes años de la vida como el período vital en el que se desarrollan y se asientan los fundamentos corporales y mentales de una persona para su posterior vida adulta.

      Así, desde la perspectiva de la capacidad de rendimiento deportivo, todo tipo de actividad deportiva debería tener un carácter de fundamento, preparatorio. Debería suministrar los requisitos que exigirá el posterior alto rendimiento de la edad adulta. Debe distinguirse obligatoriamente del entrenamiento de los adultos por su contenido, sus aspiraciones de rendimiento y su organización.

      No obstante, podemos observar una y otra vez cómo se adoptan en el entrenamiento de niños y jóvenes contenidos y formas del entrenamiento de adultos, sin modificaciones esenciales. Esto sucede sobre todo en el terreno de la preparación física.

      Numerosos entrenadores, tras concluir su trayectoria activa como jugadores, reproducen simplemente como monitores de deporte de base lo que han entrenado como jugadores activos, aunque adultos, y las formas en que lo han hecho. Con ello, pasan por alto las diferencias fundamentales que existen entre niños y jóvenes, por una parte, y adultos maduros, por otra, respecto de sus condicionamientos corporales, mentales y psíquicos.

      Aplicar el mismo entrenamiento a jóvenes y a adultos acarrea por lo general dos consecuencias en gran medida negativas para el eventual alto rendimiento que se pueda dar con posterioridad. En primer lugar, una serie de destrezas y capacidades esenciales no se aprenden ni se asientan en modo alguno, o bien lo hacen de forma insuficiente. En segundo lugar, numerosas tareas del entrenamiento de adultos, esto es, de alto rendimiento, constituyen un sobreesfuerzo corporal o mental para un niño o un joven. Las consecuencias son en este caso una inseguridad general del jugador y, por tanto, un obstáculo en todos los procesos de aprendizaje y también en el desarrollo de la personalidad individual.

      Capacidades

      En contraposición con los puntos de vista de épocas pasadas, la psicología evolutiva evita atribuir a los distintos grupos de edad determinadas características y rasgos típicos. Como tendencia se habla de múltiples capacidades mentales, psíquicas y motoras, sobre la base de un proceso natural de maduración condicionado por la edad. Hablar de capacidades significa que el niño hace algo más rápido, mejor o en un momento prematuro en comparación con lo que es normal a su edad. Referido al fútbol, podemos designar como “talento”, por ejemplo la capacidad de controlar el balón más rápido que sus compañeros de edad, de abarcar un espacio de acción más amplio o de prever no sólo un pase, sino dos e incluso tres, y de articular esta visión en su comportamiento de juego. Las capacidades son adquiridas. El responsable de ello es fundamentalmente el entorno social inmediato, con sus diferentes condiciones y oportunidades de aprendizaje. No obstante, también se ha visto cómo un niño, por poseer capacidades de este tipo, se comporta a una edad determinada superando a sus compañeros de edad, y de la misma forma, por poseer en una etapa posterior otras capacidades igualmente importantes