primaria y la secundaria las estudié en un colegio de monjas. Después, a los quince años, ingresé a un colegio privado para estudiar el equivalente a la prepa, en la isla de Vancouver, en Victoria, Canadá. Ahí tuve el primer desafío para mi audición y, aunque acabé con buenas notas, me costó muchísimo trabajo pues sentía que me esforzaba el triple que mis compañeras para poder entender todas las materias en inglés.
Aunque de niña pasé algunos veranos en un campamento de natación en Florida y largas temporadas en otras ciudades de Estados Unidos, el inglés nunca fue mi fuerte. Me acuerdo que cada vez que llegaba de los campamentos o de algunas vacaciones mi papá casi se «infartaba» conmigo, pues quería que hablara en inglés como mis hermanos o primos y yo, en cambio, traía un acento distinto: cubano, dominicano, puertorriqueño… de todo, menos estadounidense.
Recuerdo que una vez, cuando regresé después de estar seis semanas en Florida, fuimos a una heladería en Texas y mi papá me «cachó» pidiendo mi helado de vainilla así:
—Please miss, me I have a chocolet blanc ice cream.
Solo de acordarme me ataco de risa, no me lo perdonaron nunca. Mi papá me decía seguido en broma:
—No mi hijita, contigo sí que no se puede, tantos años de mandarte a campamentos fuera y a estudiar inglés y no sabes pedir un helado de vainilla, ¡qué barbaridad!
Lo bueno es que eso del idioma no me afectaba mucho, ni me traumaba, ni a preocupación llegaba, pues siempre me las arreglaba para que me entendieran de un modo u otro.
Otra cosa que siempre recuerdo de mi niñez fue que me costaba mucho comprender las letras de las canciones en inglés, incluso algunas en español. Para poder cantar las canciones siempre tenía que leer las letras y memorizarlas. Lo bueno es que en aquel entonces uno compraba los discos o casetes y estos venían con las letras de cada canción y, por supuesto, las que no sabía o escuchaba en la radio, igual las cantaba como Dios me daba a entender.
Ahora tengo a mis mejores críticos, mis hijos adolescentes Roberto y Mauricio, que se atacan de la risa cuando canto:
—Máma (con acento en la primera «á», como se habla en Guatemala).
—Máma noooo, así no va la canción.
—Máma, no es «como un loco voy detrás de ti» es «como un lobo…».
—Máma, no es «I’ll be forever yours» es «forever blue».
—Máma no puede ser, esa canción es de tus tiempos y me la sé mejor que tú.
Ahora más que nunca, gracias a mis niños, me he dado cuenta de que he cantado siempre la mayoría de las canciones con inventos míos. No sé si cuando era niña las personas que me rodeaban no se daban cuenta de esta situación o de plano «me tiraban de a loca», porque seguro también los problemas con el idioma tenían que ver con mi discapacidad auditiva: ¡menos mal que no vivo del canto y que nunca me importó lo que los demás pensaran de mí!
Aun con el inconveniente del inglés me gradué de la preparatoria bilingüe en el ITESM, campus San Luis Potosí, México, y en la Northeastern State University (NSU), en Tahlequah, Oklahoma, Estados Unidos. Posteriormente, estudié la carrera de Relaciones Internacionales también en el ITESM, ahora en su sede principal, en Monterrey, Nuevo León, México.
En esta ciudad pasé unos años extraordinarios. Ahí conocí al que sería el hombre de mi vida, un joven muy guapo y caballeroso llamado Roberto, originario de Guatemala (con el tiempo nos hicimos novios). En el último año de la carrera me fui a Roma a trabajar durante tres meses, a la Embajada de México en el Vaticano. Fue una oportunidad muy bonita, pude conocer de cerca al papa Juan Pablo II y a todos los directivos, cardenales y ministros importantes del Estado Vaticano. En esa época se celebró el famoso Jubileo del año 2000 y el embajador de México me encomendó realizar una investigación de todas las universidades pontificias de Roma; de esa labor se editó un libro que está disponible en todas las entidades académicas y diplomáticas gubernamentales de México.
MONTERREYConocida como la capital industrial de México, es la tercera área metropolitana más poblada de ese país, después de la Ciudad de México y de Guadalajara. Está rodeada de hermosas montañas y es resguardada por una en particular: el «Cerro de la Silla» (se le llama así por la semejanza que guarda con la montura de un caballo). |
Me gradué de la universidad en diciembre del año 2000 y, para festejarlo, viajé con mis amigas a Cancún. Estando allá, Roberto apareció de repente para darme una sorpresa: ¡me pidió matrimonio! Seis meses después, el 29 de junio del 2001, nos casamos en San Luis Potosí.
UN NUEVO HOGAR
Me casé muy enamorada y muy ilusionada de empezar una nueva vida en un país desconocido para mí. Tenía 23 años cuando llegué a vivir a Guatemala. Roberto no solo es una de las personas más importantes en mi vida, sino una pieza fundamental en mi recuperación. Para él no ha sido fácil: han sido años de mucha incertidumbre y dolor, pero nunca ha dejado de apapacharme, de cuidarme, animarme y de darme todo su cariño y apoyo incondicional. Puso en pausa su vida para darle prioridad a la mía, para tomar el control y hacerse cargo de todo. Ha sido maravilloso pues, por lo general, es muy difícil que tu pareja entienda y tenga la compasión, paciencia y empatía que Roberto tuvo conmigo: es un regalo de Dios haberlo encontrado y sentir día a día su profundo amor y su solidaridad.
Siempre he creído que los cambios culturales te obligan a salir de tu zona de confort, te cambian la perspectiva, te ayudan a ponerte nuevas metas y te obligan a abrirte a nuevas personas y a un mundo desconocido, así que vivir en Guatemala era un nuevo reto para mí.
Cuando llegué a este país me ayudó muchísimo conocer a Claudia Sibony, excelente psicóloga, gran ser humano y pilar esencial en mi vida; además de ser mi terapeuta, me ha dado infinidad de cursos de superación personal y, de hecho, puedo decir que gran parte de mi madurez emocional se la debo a ella.
GUATEMALAGuatemala es conocida como el país de la eterna primavera debido al clima templado que prevalece todo el año. Es tierra de 37 majestuosos volcanes, hermosos paisajes y celajes, se le considera, entre otras cosas, el «corazón del mundo maya». Tiene una población aproximada de 18 047 070 personas. Su ciudad capital es la más grande y moderna de Centroamérica. Guatemala es tierra fértil de café, caña de azúcar, plátano, cardamomo y maíz. Es un país pequeño, pero con mucha chispa, colorido y lugares mágicos como Ciudad Antigua, Río Dulce y el lago de Atitlán. |
Tengo ya 19 años viviendo en este lindo país. Aquí nacieron mis hijos, Roberto y Mauricio. He tenido la dicha de coincidir con personas hermosas, maravillosas, amigas y amigos del alma que se han convertido en mi familia por elección. He sido muy feliz y me siento orgullosa de que mis hijos sean guatemaltecos y mexicanos.
Donde sea que tengas amigos, ese es tu país, y donde sea que recibas amor, ese es tu hogar.Dalái lama |
Конец ознакомительного фрагмента.
Текст предоставлен ООО «ЛитРес».
Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию на ЛитРес.
Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек, бонусными картами или другим удобным Вам способом.