del cristianismo fue enorme, así como su impacto en nuestro tema: Jesús y su contexto histórico y cultural.
En el campo de la literatura religiosa judía, los rollos del Mar Muerto proporcionaron manuscritos de la Biblia hebrea de gran calidad y con mayor antigüedad que los conocidos en su momento, entre los que sobresalía el texto de Isaías, un libro profético, preservado actualmente en el Santuario del Libro, en el Museo de Israel, en Jerusalén. Además, los pergaminos representaron una evidencia de primera mano para entender mejor la vida de los esenios y la diversidad de las tradiciones religiosas judías de la antigüedad. Asimismo, para la historia del cristianismo primitivo, su estudio acrecentó la comprensión del judaísmo de la época de Jesús y de tradiciones como la esperanza mesiánica y el fin de los tiempos.
En consecuencia, estos hallazgos y las investigaciones posteriores dinamizaron la interpretación textual, literaria e histórica del Nuevo Testamento, así como el interés por la figura de Jesús. Sin ellos, mucho de lo elaborado por los autores que reseño en este libro probablemente nunca se habría escrito.
Como he indicado, el trabajo de divulgación —objetivo de mi libro— surgió del interés que me suscitó la lectura de la obra clásica de Albert Schweitzer, cuya primera edición se publicó en 1906. Sin embargo, he adoptado como pilares los trabajos de investigadores contemporáneos —publicados entre el último tercio del siglo XX y la segunda década del siglo XXI— que corresponden a la fase actual de la indagación acerca del Jesús histórico, conocida en medios académicos como «third quest»5. La cual se caracteriza por el marcado acento histórico-social en la interpretación del destino de Jesús en la sociedad de su tiempo, la reinserción de su movimiento en el judaísmo, y la utilización de fuentes no canónicas al lado de las fuentes canónicas. Dada la vastedad de sus perspectivas, esta fase ha conducido a cierta pluralidad de imágenes de Jesús que están estrechamente relacionadas con la decisión de los estudiosos de privilegiar unas fuentes sobre otras.
En mi caso, opté por mantener un diálogo constante entre las fuentes canónicas —de manera especial los evangelios sinópticos Mateo, Marcos y Lucas— y la literatura judía de los siglos II a.e.c. y II e.c., manteniendo como fondo la tradición profética ancestral de la cultura religiosa hebrea. Coincido con el siguiente criterio metodológico general: en la vida de Jesús «lo que es plausible en el contexto judío y permite comprender la génesis del cristianismo primitivo, puede ser histórico»6.
Así pues, mi trabajo sigue especialmente las obras de Geza Vermes, autor de Jesús el judío, La religión de Jesús el judío y El auténtico Evangelio de Jesús; Ed Parish Sanders, autor de Jesús y el judaísmo y La figura histórica de Jesús; Antonio Piñero, autor de Guía para entender el Nuevo Testamento, Aproximación al Jesús histórico y Jesús y las mujeres; John P. Meier, autor de Un judío marginal; Bart D. Ehrman, autor de Jesús, el profeta judío apocalíptico; Paula Fredriksen, autora de When Christians Were Jews, The First Generation y Jesus of Nazareth, King of the Jews; Gerd Theissen, autor de La religión de los primeros cristianos y coautor junto con Annette Merz de El Jesús histórico, y Mauro Pesce, coautor junto con Corrado Augias de Investigación sobre Jesús y, junto con Adriana Destro, de La muerte de Jesús. También menciono a otros autores influyentes en los capítulos correspondientes.
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Este libro está dirigido, de forma exclusiva, hacia la investigación histórica de la figura de Jesús de Nazaret, expone sus temas, problemas y métodos, y no debate doctrinas religiosas o teológicas. Se divide en seis capítulos que destacan hitos de la investigación.
El primer capítulo trata sobre los orígenes de la investigación acerca de la vida de Jesús y revela el hito originario, la primera reconstrucción histórica de su imagen: la del caudillo religioso que anunció un reino terrenal glorioso para los israelitas. Expone el camino y las motivaciones que, en la época de la Ilustración, llevaron a H. S. Reimarus, profesor alemán de lenguas orientales, a plantearse la necesidad de descubrir el propósito de la predicación de Jesús y las expectativas de sus seguidores, y los resultados que alcanzó su investigación. El capítulo presenta la forma característica en la que Jesús esperaba la liberación política y religiosa de su pueblo movido por la esperanza en un reinado de Dios que llegaría con el fin de los tiempos, una de las primigenias utopías socio-religiosas de la humanidad.
El segundo capítulo valora las fuentes para emprender el estudio de la imagen histórica de Jesús y la separa del culto al Cristo de la fe. A pesar de presentar temas técnicos como la teoría de las dos fuentes de la tradición evangélica y la caracterización de los evangelios como mitos cultuales, dicha exposición le facilita al lector la comprensión de la historia de la redacción y la datación de los relatos evangélicos, el descubrimiento de las comunidades de «cristianos antiguos» en los que estos adquirieron forma, la cuestión de sus autores y el modo en que se valoran hoy en día las fuentes cristianas, judías y romanas respecto a la existencia y la vida de Jesús, empleando criterios de autenticidad histórica. El mayor hito histórico, descrito en este capítulo, es el proceso que condujo de la interpretación sacral del texto de los evangelios a su estudio socio-cultural, gracias al encuadre contextual de la crítica literaria de las tradiciones.
El tercer capítulo expande las fuentes de la investigación a la literatura y cultura judías de la época, incluidos los renombrados Manuscritos de Qumrán y expone la visión judío-galilea de la vida de Jesús. Sobrecoge, en este contexto, descubrir en Jesús al hombre santo carismático, curador y exorcista, al galileo menospreciado, al sospechoso de animar una insurrección y, de manera simultánea, también al enviado del Reino de Dios, esperado con ansiedad por él y por la generación de sus seguidores, hombres y mujeres cuya fe, pensaban, ponía a su alcance un tiempo de salvación profetizado durante siglos. Esta visión constituye un logro relevante de la investigación histórica acerca de Jesús de Nazaret en el siglo XX y uno de sus hitos perdurables.
Ejecutado como sedicioso, degradados él y sus tradiciones proféticas, el cuarto capítulo rememora para el lector contemporáneo los ritos de la antigua religión sacrificial judía, a partir de los cuales sus seguidores elaboraron la explicación de la muerte de Jesús. Explora como hito histórico el significado político-religioso de títulos como «el Cristo», «Elías» y «el profeta», atribuidos en diversas circunstancias a Juan el Bautista y a Jesús de Nazaret; examina la relación entre los dos profetas y expone una visión crítica sobre «la historia de la pasión», el relato que sirvió de base a la composición de los evangelios. Para concluir, discute el enigma de la desaparición del cuerpo de Jesús y presenta recientes hipótesis explicativas.
El quinto capítulo reconstruye y da vida a la revuelta judía ocurrida entre los años 66 y 70 e.c. contra el poder romano. Es decir, el conflicto bélico que culminó en la destrucción de Jerusalén y su Templo, y significó la desaparición de algunas confesiones religiosas del Oriente próximo y la expansión de otras, entre estas últimas el judaísmo rabínico y el judaísmo nazareno7 o mesianista, cuyos seguidores llegaron a ser llamados cristianos. Además, se examinan los relatos acerca de la creencia en la resurrección de Jesús y se descubre su contexto y su sentido en el ideario de los profetas del fin de los tiempos y la restauración de Israel. La imagen de Jesús como profeta apocalíptico, otro hito de la investigación, se revela como aproximación segura a su figura histórica.
Por último, el sexto capítulo se propone recuperar a Jesús en sus propias palabras, en línea con el interés por establecer la autenticidad de los dichos de Jesús, existente desde la antigüedad. Asimismo, presenta el sentido de sus palabras de sabiduría, sus enseñanzas mediante parábolas y sus oraciones, pero a la luz de la mentalidad moderna, secular, y en un intento por alcanzar el estrato de la tradición más cercano a su vida.
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Convenciones usadas para la expresión de las fechas
Se utilizan las expresiones era común