Jürgen Weineck

Entrenamiento total


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para el calentamiento, moviendo al mismo tiempo a todos los deportistas. El aumento de la carga debe ser progresivo para prevenir las lesiones. En la parte específica, los deportistas se preparan para la primera tarea de la parte principal con ayuda de ejercicios cada vez más específicos. La duración de la preparación depende de la modalidad deportiva, la temperatura externa, la tarea principal, etc; debería ocupar un tiempo de 15 a 30 minutos.

      Parte principal

      La parte principal de la sesión de entrenamiento incluye tareas pensadas para el desarrollo o la consolidación de la capacidad de rendimiento deportivo. Las tareas consisten principalmente en trabajo técnico, táctico y de condición física, sin descuidar el fomento de rasgos de la personalidad que sirvan para optimizar el rendimiento.

      Si en una sesión de entrenamiento se trabajan varias tareas, se deberá tener en cuenta el principio de la sucesión correcta de las cargas (v. pág. 28). La duración de la parte principal debería situarse entre 45 y 60 minutos.

      Parte final

      En la parte final deben iniciarse y acelerarse los posteriores procesos de recuperación y regeneración. Así pues, el epílogo incluye el planteamiento de las siguientes tareas:

      •Reducir progresivamente la carga con ejercicios de relajación y distensión de los músculos, y disminuir la carga nerviosa reduciendo la concentración.

      •Reconducir de forma activa el sistema cardiovascular y el metabolismo hasta alcanzar valores anteriores a la carga (p. ej., con carreras suaves).

      •Conclusión del trabajo dentro de una atmósfera animada, intentando que la actitud ante la próxima sesión de entrenamiento sea positiva.

      Distinguimos entre una evaluación posterior inmediata y una diferida. En la evaluación posterior inmediata se valora el efecto de una única sesión de entrenamiento. En la evaluación posterior diferida se analiza la suma de todas las sesiones pertenecientes a un bloque de trabajo (período o año de entrenamiento), en función de su efecto global y complejo. La combinación de valoración momentánea y diferida, esto es, detallada y compleja, reviste una especial importancia, pues el efecto de las diferentes sesiones o bloques de entrenamiento no se suele reconocer y evaluar de forma inmediata, sino después de un cierto tiempo.

      Las medidas de entrenamiento planteadas se describen de forma objetiva en el marco de la documentación del entrenamiento (cf. Carl, cit. en Röthig, 1992, 527).

      La elaboración posterior inmediata y diferida del entrenamiento arroja luz sobre las siguientes cuestiones (cf. Stiehler, 1976, 444):

      •¿Se han conseguido los objetivos planteados para la sesión o el bloque de entrenamiento?

      •¿Eran los objetivos planteados adecuados para la composición y para el estado de rendimiento del grupo de deportistas?

      •¿Se tuvieron en cuenta las condiciones de entrenamiento locales, y se aprovecharon suficientemente?

      •¿Resultó adecuada la elección de los ejercicios?

      •¿Se midió correctamente el volumen de los ejercicios y la intensidad de su realización?

      •¿Se mantuvo la secuencia temporal planificada y el énfasis sobre contenidos determinados?

      •¿Se eligió correctamente la relación entre carga y recuperación?

      Las respuestas a estas preguntas, o a otras comparables, son un punto de apoyo para la planificación del entrenamiento a corto o a largo plazo. Si la evaluación del entrenamiento no se efectúa, o se hace de forma incompleta o sin el cuidado necesario, el proceso de entrenamiento no se podrá dirigir de forma selectiva ni corregir en una medida suficiente.

      La problemática de la elaboración posterior y la evaluación del entrenamiento nos lleva a un punto central de la moderna metodología del entrenamiento, concretamente a la organización del entrenamiento (v. capítulo siguiente).

      *Cf. Colectivo de autores, 1982, 73.

      **Cf. Harre, 1979, 250 s.

      5 Organización del entrenamiento y evaluación del rendimiento

      Dado que los procedimientos específicos de evaluación del rendimiento y los detalles de la organización del entrenamiento se comentan en los diferentes capítulos (entrenamiento de la resistencia, la fuerza, la velocidad, la movilidad y la coordinación), en este punto nos limitaremos a exponer las nociones, relaciones y fundamentos generales necesarios para su comprensión.

      La evaluación y control del rendimiento y la planificación del entrenamiento (v. pág. 39 s.) son componentes de la organización compleja del entrenamiento, estrechamente vinculados entre sí y apenas analizables por separado (cf. Schiffer, 1993, 66).

      La planificación del entrenamiento debe ser el inicio de todas las acciones de entrenamiento organizadas (cf. Brack, 1993, 62).

      Para garantizar una optimización del rendimiento en el proceso de entrenamiento a corto, medio y largo plazo, debemos examinar el estado de rendimiento conseguido en cada momento con la ayuda de procedimientos de evaluación. Los datos registrados se tienen en cuenta para la planificación de los días y semanas siguientes, en el sentido de la modificación o mantenimiento del trabajo que se viene efectuando.

      El control de la regularidad del proceso de entrenamiento es indispensable para reconocer a su debido tiempo, a través de la comparación valor ideal-valor real, las desviaciones respecto de los objetivos marcados para el período, y para adoptar, dado el caso, las correspondientes medidas correctoras (cf. Bartonietz, 1992, 12).

      Para estos procesos se utiliza el concepto de organización del entrenamiento, o del rendimiento (sinónimos). En este sentido, la regulación del entrenamiento se puede definir, de acuerdo con Carl/Grosser (cit. en Röthig, 1992, 527/528), de la siguiente forma:

      “Regulación del entrenamiento significa, resumiendo, el ajuste selectivo (a corto y largo plazo) de todas las medidas de planificación del entrenamiento, de su puesta en práctica (realización) y de los controles de la competición y del entrenamiento con el fin de modificar el estado de rendimiento deportivo (estado de entrenamiento) y de conseguir rendimientos y éxitos en el deporte.”

      Así pues, la regulación del entrenamiento incluye la modificación selectiva del valor real momentáneo bajo la perspectiva del estado ideal planteado.

      La planificación del entrenamiento debe ser el inicio de todas las acciones de entrenamiento organizadas (cf. Brack, 1993, 62).

      Según Adams y cols. (1972, 9), la carga es una magnitud organizativa decisiva para el entrenamiento. Su dosificación correcta constituye el estímulo adecuado para la mejora del rendimiento.

      Dependiendo de los diferentes objetivos planteados (rendimiento deportivo máximo, salud o rehabilitación, entre otros), la organización del entrenamiento permite, a través de una gestión minuciosa de los componentes regulables (métodos y contenidos de entrenamiento, etc.), un desarrollo óptimo del rendimiento, teniendo en cuenta también las regularidades de la adaptación y las posibles magnitudes de distorsión.

      Dado que la noción de organización del entrenamiento se adoptó como préstamo del lenguaje informático, la expresión “organización del entrenamiento” debería sustituirse, desde un punto de vista científico, por el concepto “organización y regulación” del entrenamiento deportivo (del rendimiento deportivo) (cf. Grosser/Brüggemann/ Zintl, 1986, 12). Aquí entendemos organización como un proceso en un sistema dinámico, en el cual, partiendo de un objetivo planteado, una o varias magnitudes de entrada (input) influyen, basándose en las regularidades propias del sistema, sobre una o varias magnitudes de salida (output) (cf. Carl/Grosser, 1992, 528).