Akal / Pensamiento crítico / 94
Marco Sanz
La emancipación de los cuerpos
Teoremas críticos sobre la enfermedad
Premio Internacional de Pensamiento 2030
No hay lugar para los cuerpos enfermos ahí donde la salud ha suplantado a la virtud. Hoy día, la enfermedad, además de costarle el empleo o llevarlo a la ruina, puede llegar a convertir al enfermo en objeto de rechazo. En la búsqueda de una fundamentación más justa de la sociedad, este ensayo apuesta por convertir la experiencia patológica en un ejercicio de libertad, en una forma de reivindicación del espacio que el enfermo habita y comparte con todos nosotros.
«Los cuerpos enfermos desafían los mandatos de una sociedad que no nos deja recordar que no podemos evitar ser frágiles. Pensar sobre ello tiene algo de medicina.» Laura Casielles
«Esta incisiva obra propone una rotunda reflexión en torno a la ocultación de la enfermedad y apunta a una crítica de la concepción dominante de la salud.» César Rendueles
«¿Es la enfermedad la cuestión de nuestro tiempo? Muy posiblemente. Por eso necesitamos herramientas como esta para pensarlo. Una lectura necesaria para los tiempos que vivimos.» Alberto Santamaría
«Una profunda aproximación filosófica a la comprensión contemporánea de la enfermedad; una tarea urgente en un momento en el que la salud ha dejado de ser un trasfondo lejano para irrumpir abruptamente en nuestros debates.» Laura Tuero
Marco Sanz es profesor de Antropología filosófica y Filosofía de la cultura en la Universidad Autónoma de Sinaloa y miembro del Sistema Nacional de Investigadores (México). Máster en Historia de la ciencia y doctor en Filosofía, ambos por la Universitat Autònoma de Barcelona, su investigación se desarrolla en el ámbito de la teoría de la cultura y se orienta, especialmente, a la elaboración de un marco reflexión crítica destinado a problematizar el sesgo antropocéntrico de los humanismos tradicionales.
Diseño de portada
RAG
Motivo de cubierta
Antonio Huelva Guerrero
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© Marco Antonio Sanz Peñuelas, 2021
© Ediciones Akal, S. A., 2021
Sector Foresta, 1
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Madrid - España
Tel.: 918 061 996
Fax: 918 044 028
ISBN: 978-84-460-5063-6
«Los cuerpos enfermos desafían los mandatos de una sociedad que no nos deja recordar que no podemos evitar ser frágiles. Pensar sobre ello tiene algo de medicina.»
Laura Casielles
«La pandemia ha hecho que la enfermedad, la farmacología, las políticas sanitarias y la investigación biomédica adquieran una centralidad inusitada en la esfera pública. Algo que ha hecho aún más evidente el modo en que nuestra cultura elude cuidadosamente la reflexión sobre la fragilidad de la vida, el dolor y la muerte. La emancipación de los cuerpos propone una rotunda reflexión en torno a esta ocultación de la enfermedad y apunta a una crítica de la concepción dominante de la salud.»
César Rendueles
«¿Es la enfermedad la cuestión de nuestro tiempo? Muy posiblemente. Por eso necesitamos herramientas como esta para pensarlo. Una lectura necesaria para los tiempos que vivimos.»
Alberto Santamaría
«La emancipación de los cuerpos propone una profunda aproximación filosófica a nuestra comprensión contemporánea de la enfermedad. Es una tarea particularmente urgente en un momento en el que la salud colectiva ha dejado de ser un trasfondo más o menos lejano de nuestras sociedades para irrumpir abruptamente tanto en los debates políticos como en nuestra vida cotidiana.»
Laura Tuero
Para Inma Aljaro, todo, siempre
A Itzel Navidad y Gustavo Orpinela, in memoriam
«Nada hay más punitivo que dar un significado a una enfermedad, significado que resulta invariablemente moralista.»
Susan Sontag, La enfermedad y sus metáforas.
«Porque el culto al cuerpo que se desarrolla en nuestros días no es un culto a lo orgánico en él, sino al cuerpo como imagen.»
Ivonne Bordelois, A la escucha del cuerpo.
PREFACIO
No hay lugar para los cuerpos enfermos ahí donde la salud ha suplantado a la virtud. Sin embargo, es complicado mantenerse a salvo: en un mundo donde el interés económico mueve las piezas del tablero, todo lo relativo a nuestro bienestar acaba constituyendo un punto de apoyo para el mercado basado en el miedo y en la manipulación. Así, que la enfermedad se convirtió en un instrumento más de dominio lo prueba el hecho de que vivimos bajo la tiranía de este culto a la salud. Y nadie parece exento, pues una vez que los flujos capitalistas comenzaron a interactuar con la biotecnología y que, parasitando semejante espiral de lucro, los medios decidieran tomar parte en el negocio, no hubo marcha atrás: desembocando en una serie de dispositivos biopolíticos destinados a regular nuestras rutinas según un modelo de racionalidad marcado por la medicina, el proceso terminó reivindicando el estar sano como un capital social antes asociado a la esfera de lo moralmente respetable.
Por esa razón, lo peor y más grave del asunto quizás no sea tanto la insistencia con la que se nos ha querido «concientizar», cuanto el hecho de que nos han vendido la idea de que estar sano, llevar un estilo de vida sano, en permanente alerta ante los riesgos, desempeña un papel importante en la percepción de nuestro estatus social. A estas alturas, caer enfermo, además de que puede costarte el empleo o llevarte a la ruina, a menudo te convierte en objeto de señalizaciones e incluso rechazo. Y esto es algo que la reciente pandemia de COVID-19 sacó tristemente a relucir: entre las medidas sanitarias y el alarmismo mediático, rebrotó otro virus no menos brutal y contagioso: el de la discriminación y la actitud prejuiciosa hacia el enfermo. No se necesita, pues, ser ningún experto para ver cómo la enfermedad se confunde con fracaso ni para advertir que el clímax de la sinonimia se produce cuando esta es incurable. Por ello, volviendo sobre un tema de Simmel, me parece que cuando la salud rebasa nuestras posibilidades de asimilación, esta termina transformándose en una entidad objetiva que se yergue ante nosotros para darnos la medida exacta de nuestra impotencia: estando enfermos nos volvemos incapaces de sintonizar con las modas, decepcionamos las expectativas de una sociedad que idolatra la actitud enérgica del jovenzuelo y el buen aspecto del deportista. Así, completamente enajenados por una noción fetichizada de la salud, desgarrados entre el esfuerzo por evitar caer enfermos y la exigencia de una armonía plena, nos aferramos a la esperanza de forjar, en medio de las calamidades, un estilo de vida a la altura de una