Toni Gerona Salaet

Psicología aplicada al balonmano


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      •Central. Es la prolongación del entrenador en el campo, ya que suele ser el que ordena y distribuye el juego de ataque. Con el paso del tiempo, esta figura también tiende a distribuirse entre todos los jugadores de la primera línea, laterales y central, ya que el balonmano moderno tiende a buscar un tipo de juego de mayor movilidad y combinación entre dichos jugadores. Normalmente, el central pasa a ser el líder del equipo, el que va a dirigir al grupo.

      •Pivote. En ataque es el jugador que está en “campo enemigo”. Se denomina así por ser el que está siempre entre las diferentes líneas que pueda construir la defensa rival. Por ello, es un jugador con un alto grado de capacidad de sacrificio y de lucha, ya que hay momentos en que su trabajo consiste en pelear con el rival, ganar la posición y bloquear (recibe empujones, codazos y algún que otro golpe) para conseguir que un compañero suyo tenga una opción de lanzamiento más clara.

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      Figura 1.2. Nomenclatura de las posiciones de juego en balonmano.

      •Portero. Es quizás el puesto específico en el cual la psicología y el pensamiento del jugador puede ayudarle más a realizar su función. A diferencia de sus compañeros, el portero ocupa una posición donde nadie más puede ayudarle. Llegado el momento, será él contra el balón. Es por ello que aspectos como la confianza en sí mismo, la capacidad de adaptación, la fortaleza mental y otros muchos aspectos van a ser muy necesarios en su trabajo.

      Estos aspectos relevantes en el balonmano de alto rendimiento quedan mucho más disimulados en el deporte base.

      El psicólogo, al elaborar el plan de preparación psicológica en balonmano, persigue como objetivo lograr en el deportista una adecuada disposición psicológica para enfrentarse a la competición y a los entrenamientos. Para ello, toma en consideración el perfil de exigencias psicológicas del deporte en cuestión que, en la práctica deportiva, están determinadas por las características generales de ese deporte.

      A continuación se va a presentar brevemente la manifestación de alguna de estas demandas en la práctica de forma operativa. En esta presentación, que no pretende ser exhaustiva, no se ha tenido en cuenta el orden de importancia, por tanto no quiere decir que los últimos aspectos psicológicos sean menos importantes que los primeros pues se complementan generalmente y están en continua interacción.

      Activación. Las principales acciones motoras, que abarcan tanto ataque como defensa, son los rápidos desplazamientos y saltos, la manipulación del balón y los contactos con el contrario. Estas diversas tareas requieren distintos niveles de activación para ser realizadas con eficacia y cada jugador va a necesitar un nivel de activación óptimo para ejecutar una acción determinada.

      Concentración. El balonmano es un deporte complejo; en los partidos se requiere dominar gran cantidad de elementos técnico-tácticos y el jugador debe estar constantemente concentrado en la situación del balón y en la posición de los jugadores de su propio equipo y de los contrarios, así como también, en aquellos elementos que son significativos para orientarse en las cambiantes situaciones de juego, sin distraerse con todos los demás estímulos que lo rodean (por ejemplo, el público). Ello requiere, por parte del jugador, saber cambiar su foco atencional según la situación en la que se encuentre y mantener el tiempo que haga falta su concentración en el objetivo de aquel momento.

      Confianza. El ritmo de juego, la tensión de la competición, la responsabilidad de cada acción en presencia de gran cantidad de espectadores, además del entrenador y del propio equipo, determinan la aparición de diversas reacciones emocionales. Y algunas de ellas están relacionadas con la autoconfianza y las expectativas que tienen los jugadores de sus propias competencias deportivas. Por ello, es importante que el jugador reconozca sus errores, sus puntos débiles y fuertes, no sólo acerca de su actuación durante el partido, sino también de su preparación y la de los contrarios. Si bien puede ser muy negativa una subvaloración, también puede serlo una sobrevaloración, lo que conllevaría posteriores frustraciones.

      Toma de decisiones. Las acciones tácticas son variadas y la toma de decisiones debe ser rápida y precisa, lo que demanda de los jugadores gran capacidad de razonamiento e implica también adecuadas reacciones de anticipación para descubrir a tiempo las decisiones del contrario y ejecutar sus propias acciones en el momento preciso, tanto en acciones ofensivas como defensivas. Por otra parte, tomar decisiones acertadas en momentos de presión, como, por ejemplo, cuando existe el riesgo de perder el partido y el resultado del mismo depende de la decisión que adopte y de la rapidez en tomarla, requiere del jugador un gran control emocional para que no se deje llevar por el exceso de ansiedad y tome la decisión equivocada.

      Cohesión de equipo. Como deporte colectivo, el éxito de las acciones se logra mediante el trabajo conjunto de los jugadores, por lo que todas las acciones se realizan con el conjunto del equipo y es fundamental que el jugador sea capaz de interactuar desde el punto de vista funcional-deportivo. Además, la competición se realiza contra otros equipos y el jugador debe asumir la responsabilidad que le toque en cada momento, incluso, si es necesario, cuando deba anteponer los intereses del equipo por encima de los suyos propios para obtener el éxito o un buen rendimiento.

      Motivación. La motivación es un elemento que le da dirección e intensidad al rendimiento deportivo, por lo que un jugador con un elevado nivel de motivación por los entrenamientos y la competición es un jugador que lucha por sus objetivos y tiene más posibilidades de poder lograr elevados resultados para él y para el equipo. Las fluctuaciones en la motivación de-bidas, por ejemplo, a la monotonía de los entrenamientos y a las que el jugador tiene que estar siempre atento para poder reconducirlas son las que pueden disminuir su rendimiento.

      Así pues, establecer las exigencias psicológicas en concordancia con la modalidad deportiva, en este caso el balonmano, constituye una base esencial para el trabajo de preparación psicológica de aquellas situaciones o problemáticas a resolver en las distintas etapas por las que pasa el jugador o el equipo. De esta forma, se puede contribuir a desarrollar las cualidades que estas exigencias demandan de los jugadores que practican el balonmano.

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