David Le Vay

Anatomía y fisiología humana


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Diagrama de un folículo pilosa y de su relación con una glándula sebócea (de A Companion to Medical Studies, Vol. 1)

      Las glándulas sebáceas se encuentran en todas las regiones, excepto en las palmas de las manos y en las plantas de los pies. Son estructuras lobuladas cuya secreción, el sebo, lubrica la piel. La secreción sebácea aumenta en la pubertad por la influencia de las hormonas sexuales.

      La uña es una lámina translúcida de queratina incrustada en los pliegues de la piel. Está libre en su extremidad, pero se mantiene unida firmemente a la epidermis que le sirve de base. El lecho ungueal, desde donde acontece el crecimiento, se encuentra en la epidermis sobre los pliegues basales. El crecimiento de la uña es más rápido en las uñas de las manos que en las de los pies.

      La función protectora de la piel depende de forma fundamental de que la epidermis esté intacta. Las sustancias pueden entrar en el organismo directamente por medio de la epidermis o a través de los canales abiertos del sistema sebáceo/piloso. Esta penetración depende de la solubilidad al agua y a los lípidos del agente. La piel es casi impermeable al agua, pero algunas sustancias que disuelven la grasa, como el alcohol, pueden entrar porque disuelven los lípidos de las paredes celulares. La absorción encuentra una ayuda en el incremento de la temperatura corporal y en la irrigación sanguínea, así como en las lesiones cutáneas. Una piel intacta es virtualmente impermeable a los electrólitos y algo permeable a los gases. En los anfibios, la piel es un órgano respiratorio importante, pero la respiración cutánea en el hombre sólo constituye el 0,5% de la respiración total (de los pulmones).

       Fascias

      Se disponen entre la piel y los músculos y son dos capas importantes de tejido conectivo, la fascia superficial y la profunda.

      Figura 5.7: Diagrama de una uña, (a) transversal, (b) longitudinal (de A Companion to Medical Studies. Vol. 1)

      La fascia superficial, la capa subcutánea ordinaria, forma una lámina continua sobre toda la superficie del cuerpo, por todas las zonas carnosas, salvo en los párpados y en los genitales masculinos. En uno o ambos costados contiene fibras musculares, como sucede en los músculos de la expresión facial y en los que arrugan el escroto. La grasa es más abundante en el abdomen, pecho y nalgas y tiene más espesor en las mujeres. Permite aislar el cuerpo y retener el calor. Además, contiene los nervios cutáneos y los vasos sanguíneos que recorren el camino desde y hacia la piel.

      En las zonas donde la fascia superficial es abundante, como en el muslo, la piel se mueve libremente sobre las estructuras más profundas, mientras que en las zonas en las que se encuentra virtualmente ausente, en la nariz y la oreja, la piel se encuentra sujetada de manera firme. El depósito más voluminoso en las mujeres es responsable de sus contornos redondeados, siendo esta distribución una característica sexual secundaria. En los hombres, la grasa tiende a acumularse en períodos más tardíos en las paredes del abdomen superior. En ciertas zonas -los dedos, los talones y los intestinos-, la grasa está distribuida como en un panal por filamentos fibrosos, lo que forma un cojín contra la presión.

      Desde un punto de vista interno, en relación con la fascia superficial se encuentra la fascia profunda, un lámina membranosa que cubre y separa los grupos musculares, encontrándose, además, relacionada con los huesos y los ligamentos. Desde su superficie profunda, otras láminas, o septos, se extienden hacia dentro entre los grupos musculares, formando vainas para los nervios, vasos y compartimientos de las vísceras. Esta fascia varía considerablemente en zonas diferentes: se encuentra virtualmente ausente sobre la cara, pero es extremadamente espesa sobre la parte inferior de la espalda.

      La disposición general de las fascias se muestra en la sección transversal de una extremidad (Fig. 6.25). Este corte muestra la piel, la fascia superficial y la fascia profunda, así como la envoltura que contiene las masas musculares y el septo que demarca los diversos grupos y los conecta entre sí, extendiéndose hasta el hueso conectado con el periostio. Esto es importante para entender el retorno de la sangre y la linfa desde las extremidades. El corazón bombea sangre arterial hacia estos compartimientos, de forma que el retorno de los fluidos en dirección al tórax se debe a la acción de bombeo que realizan las contracciones musculares dentro de la envoltura fascial. Cuando tanto las venas como el sistema linfático poseen válvulas unidireccionales, empujan el contenido de su fluido hacia el corazón de forma que, si elimináramos la contracción muscular por una parálisis o una inmovilización, se acumularían líquidos en los tejidos de las extremidades, hinchándose, en lo que se conoce como edema. En varias situaciones, la fascia profunda forma bandas de contención, o retináculos, para sostener los tendones y prevenir que se arqueen cuando se contraen los músculos. Las vainas sinoviales facilitan un movimiento uniforme de los tendones, como sucede en los dedos de las manos y de los pies, mientras que las bolsas son simplemente unos sacos sinoviales dispuestos sobre los puntos de fricción, como, por ejemplo, entre la piel y los puntos óseos (la rótula y el codo) o entre los tendones y los huesos.

      Las paredes corporales encierran las grandes cavidades, el abdomen y el tórax, también denominados, tras sus membranas de revestimiento, espacios peritoneal y pleural. La pared corporal está formada por el esqueleto, con los músculos y el tejido conectivo que se le unen, así como por la piel y la grasa que lo cubren (estructuras parietales o somáticas).

      Las cavidades, con sus revestimientos serosos lisos, contienen los órganos internos, viscerales o esplácnicos: los pulmones y el corazón en el tórax, los intestinos y otros órganos en el abdomen. Las vísceras se desarrollan en el embrión a partir de la pared corporal posterior y todavía mantienen esta unión en los adultos (los pulmones por sus raíces), el intestino gracias a su doble capa, cargada de grasa y que soporta el mesenterio).

      Figura 5.8: Las vísceras expuestas tras una eliminación de las paredes anteriores del abdomen y el tórax

      Existen los siguientes:

       Sistema locomotor

      Sistema esquelético – huesos

      Articulaciones

      Músculos

       Órganos viscerales

      Sistema respiratorio

      Sistema digestivo

      Sistema urogenital

      Además existen:

      Sistema vascular: corazón, vasos sanguíneos, vasos linfáticos

      Sistema nervioso y órganos de los sentidos

       El sistema digestivo

      La comida, que pasa a través de la boca, entra en una cavidad expandida por debajo de aquélla, la faringe, que es una zona compartida con el paso de aire a este nivel. Baja entonces por el esófago hasta alcanzar el estómago, y desde allí entra en el intestino delgado para pasar al intestino grueso o colon . La materia de desecho de la comida alcanza la parte más inferior del intestino, o recto, expulsándose a través del corto canal anal. En diferentes puntos a lo largo del tracto digestivo se encuentran situadas ciertas glándulas que descargan sus secreciones. Existen glándulas salivales alrededor de la boca (tres pares), en el páncreas, por debajo del estómago, y en el hígado, en la parte superior del abdomen.

       El sistema respiratorio

      El aire inhalado por la nariz o por la boca entra en la faringe y desciende por un canal de aire propio. La primera parte de este conducto es la laringe, que también es el órgano del habla. Desde aquí se dirige hacia la tráquea, que se dividirá en