en el cuerpo, y me dio mucho miedo que mamá se diera cuenta y me castigara.
Hace poco se me ocurrió comerme su comida y darle la mía. Pensé que tal vez comiendo comida de persona volvería a ser una persona, no como era en ese momento, casi un mueble. Esto no le hizo gracia a mamá, porque ahora fui yo quien vomitó, pero al parecer a Neli le gustó. Al día siguiente, con señas me pidió del sándwich que me comía enfrente de ella. Era muy raro que levantara los brazos o hiciera una seña que se le entendiera, todo el tiempo parecía casi muerta, por eso le di el sándwich, y cuando le acerqué el líquido rojo hizo que no con la mano y me dijo, muy suave, agua.
Fue cuando me enteré de que Neli podía hablar. Me dio mucha curiosidad saber lo que pensaba, y me di cuenta que eran la pastilla y el líquido rojo los que la tenían muda, así que dejé de alimentarla con eso y le llevé a diario comida de verdad. Poco a poco se puso menos blanca y más rosa y poco a poco fue diciendo más cosas hasta que me preguntó por su hermana. Le dije que su hermana había muerto, que su familia había muerto y estaba sola en el mundo, porque eso decían siempre mis padres; ella lloró y al otro día me dijo que mis padres eran unos hijos de la chingada, que la habían secuestrado y le habían robado sus cosas, que ella sabía bailar y lo hacía muy bien. A mí todo eso me dio miedo, no acabé de escuchar lo que decía porque me asusté y me quedé en mi cuarto llorando hasta muy tarde, cuando mamá regresó con papá. Los dos reían mucho como cuando se van de fiesta. Les conté lo que Neli me había dicho y me pegaron y lloré más, y sé que cuando a ella la castigaron también lloró y dijo muchas groserías.
Desde ese día me prohibieron verla y contrataron a otra enfermera, una más discreta, menos pendeja, eso dijo mamá; esa nueva enfermera cuidaba a Neli y no me dejaba entrar, creo que para Neli era mejor porque con ella comía comida, no solo líquido rojo, y tomaba las pastillas y ya no decía cosas tontas como las mentiras que dijo sobre mamá y papá. La enfermera de todas formas no se quedó mucho ahí, porque seguramente era pendeja como mamá dijo: cómo dejar un trabajo así de bueno y de fácil; aunque volvió muy pronto.
Un día, al llegar de la escuela, veo a la enfermera y me pide entrar al departamento; yo le digo que no porque mi mamá no la quiere. Ella viene con unos señores de uniforme. Veo que mi papá se acerca a la casa desde el pasillo y que mira a la gente junto a la puerta y sale corriendo, yo les digo que no puedo dejarlos pasar y ellos me responden que son cosas de la ley. Uno de los señores toma mi mochila y busca dentro de ella, no sabe que guardo las llaves en el bolsillo. La enfermera ve el llavero saliéndose y me lo quita, abre la puerta, caminan hacia el cuarto de Neli, me doy cuenta de que le tengo cariño a esa mujer casi mueble y no quiero que se la lleven, entonces grito y lloro muy fuerte, en su habitación se escuchan pasos; cuando ellos entran no hay nadie, la ventana está abierta.
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