H.P. Lovecraft

El Necronomicón


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o, en su defecto, de aromas dulces, especialmente adecuado para la estrella a la cual deseen entrada, de acuerdo con las costumbres de su país.

      A continuación, se detallan los siete pórticos:

      Éste es el primer pórtico. El pórtico de Nanna, llamado Sin

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      Éste es el segundo pórtico, de Nebo

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      Éste es el tercer pórtico, de Inanna, llamado Ishtar

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      Éste es el cuarto pórtico, de Shammash, llamado Uddu

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      Éste es el quinto pórtico, de Nergal

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      Éste es el sexto pórtico, del señor Marduk

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      Éste es el séptimo pórtico, de Ninib, llamado Adar

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      Y el ritual del andar ha de seguir las fórmulas aquí descritas:

      Primero, deben observar la luna de purificación. Durante ese tiempo no podrán comer carne en los siete días anteriores al último día de la luna, y en el espacio de los tres días anteriores al último día de la luna no podrán ingerir nada, salvo para beber agua dulce. En los tres últimos días deberán invocar, además de a su dios y diosa, a los tres dioses mayores, Anu, Enlil, Enki, con sus invocaciones propias. El número de Anu es el sesenta, el número perfecto, porque él es el padre de los cielos. El número de Enlil es el cincuenta, y es el padre del viento. Y el número de Enki es el cuarenta, un número excelso, y él es nuestro padre, el de todos los que recorran estos senderos olvidados y vaguen por tierras desconocidas, entre los yermos, entre los pavorosos monstruos de los azonei.

      Segundo, la noche del recorrido, que debe ser la decimotercera noche de la luna, habiendo comenzado en la decimotercera noche anterior, deberán acercarse al pórtico con miedo y respeto. Su templo está exorcizado. Deberán encender el fuego y conjurarlo con la invocación del dios del fuego y arrojar incienso. Deberán realizar ofrendas a las deidades del altar.

      Tercero, deberán encender las cuatro lámparas con el brasero ardiente y recitar la invocación propia de cada una de estas atalayas en su propio lugar, llamando a la estrella respectiva.

      Cuarto, deberán recitar la invocación del observador, clavando la espada en la tierra en su puesto, sin tocarlo hasta que llegue el momento establecido para su partida.

      Quinto, deberán colocarse el sello de la estrella en la mano derecha y susurrar despacio su nombre.

      Sexto, deberán recitar el encantamiento del andar con voz sonora y clara a medida que recorran el pórtico en círculos, comenzando por el norte y yendo hacia el este; luego, hacia el sur y el oeste, siendo el número de veces que deberán hacerlo igual al número especial de la estrella.

      Séptimo, deberán retornar al centro del pórtico, ante su altar, momento en que deberán postrarse en el suelo sin mirar a derecha o izquierda hacia lo que allí pueda estar moviéndose, ya que estas operaciones atraen al pórtico a muchas clases de demonios y fantasmas errantes, sino al aire, encima del altar, donde en poco tiempo observarán cómo el pórtico se abre ante ustedes y escucharán al espíritu-mensajero de la esfera saludarlos con voz clara; les proporcionará un nombre que no olvidarán, ya que será el nombre de su paso a través del pórtico, que deberán usar cada vez que deseen cruzarlo. El propio espíritu-mensajero saldrá a su encuentro, y si desconocen su nombre, les prohibirá la entrada y en el acto caerán a la Tierra.

      Cuando se haya atravesado el primer pórtico y se haya recibido el nombre, caerán de regreso a la Tierra, en el centro de su templo. Aquello que estaba moviéndose alrededor del pórtico habrá desaparecido. Reciten sobre el altar su agradecimiento a los dioses, golpeen la espada del observador, de modo que pueda partir, y digan el encantamiento de Inanna, que narra cómo ella conquistó el reino del mundo subterráneo y derrotó a Cthulhu. Entonces, todos los idummu se desvanecerán y serán libres de abandonar el pórtico y apagar el fuego.

      No podrán invocar a Nanna hasta que no hayan atravesado su pórtico. No podrán llamar a Nebo hasta que su pórtico no haya sido cruzado. Lo mismo sucede con el resto de los pórticos. Cuando hayan ascendido hasta el límite de la escalera de las luces, poseerán conocimiento y poder sobre las esferas, y a partir de entonces, serán capaces de invocarlas en tiempos de necesidad. Sin embargo, esto no les dará poder sobre los absu, ya que éste se obtiene de manera diferente, por medio del ritual del descenso. Deberán llevar a cabo este ritual el decimoquinto día después del trece del mes en el que hayan pedido que el pórtico de Marduk se abriera. Porque Marduk mató a los espíritus malignos de Inanna, la diosa del quince, conquistó los infiernos, donde algunos de ellos aún moran.

      Se trata de un rito muy peligroso y puede realizarse por cualquier hombre que posea la fórmula, sin importar que haya atravesado los pórticos anteriores, aunque se recomienda haber pasado por el pórtico de Marduk antes de aventurarse al abismo. Por esta razón pocos han abierto alguna vez el pórtico de Adar y hablado con el de los cuernos que reside allí y brinda todo tipo de sabiduría respecto de las operaciones de la nigromancia y los hechizos que aceleran la muerte. Sólo cuando hayan exhibido su poder sobre los maskim y los rabishu podrán avanzar hacia la tierra de los igigi, razón por la que se estableció la alianza, de modo que nadie pudiera andar a salvo a través de los valles hundidos de los muertos antes de haber ascendido hasta Marduk; y tampoco pudiera abrir los pórticos que hay más allá de Adar hasta que hubiera visto los signos del dios loco y experimentado la furia de la reina infernal.

      Y sólo existe una defensa contra los antiguos. Por cierto, únicamente un loco, ¡tal como me llaman a mí!, puede esperar tener poder sobre aquellos que viven en los espacios exteriores, porque se desconoce su poder y el número de sus hordas. Cada día dan a luz más horrores de los que la mente de un humano es capaz de concebir, cuya visión apenas puede soportar. Hubo un tiempo en que el pórtico hacia el exterior permaneció abierto demasiado, y yo contemplé el horror que paraliza, ese que las palabras no pueden describir y que la escritura sólo sirve para confundir. El antiguo que escapó hacia el mundo interior fue obligado a retroceder a través del pórtico por un mago de gran poder, pero a costa de una tremenda pérdida para los poblados y rebaños de la isla. Muchas ovejas murieron de forma antinatural, al tiempo que otras muchas fueron devoradas, y muchos bedou perdieron el sentido porque la mente percibe aquello que se le muestra, pero la visión de los antiguos es una blasfema para los sentidos corrientes de un hombre, ya que proceden de un mundo que no es recto, sino retorcido, y su existencia tiene aspectos antinaturales y dolorosos para el ojo y la mente, momento en que el espíritu se ve amenazado y huye del cuerpo.

      Por esa razón los pavorosos utukku xul se apoderan del cuerpo y moran en él hasta que el sacerdote los destierra al lugar del que vinieron, para que el espíritu normal pueda retornar a su entorno de antaño.

      Y están los allu, espantosos demonios con cara de perro, que son los mensajeros de los dioses de presa, que devoran hasta los mismos huesos de un hombre. Y hay muchos más, pero éste no es el lugar adecuado para mencionarlos, con excepción de darle una advertencia al sacerdote para que evite el anhelo ambicioso por dominar a los antiguos del exterior hasta que no adquiera la maestría sobre los poderes del interior. Sólo cuando se haya atravesado el Adar podrá considerarse el sacerdote amo de los planos de las esferas y capaz de combatir contra los dioses antiguos. En cuanto se haya contemplado a la propia muerte a los ojos, el sacerdote podrá invocar y controlar a los habitantes que moran en sus cámaras de densos cortinajes. Entonces podrá pensar en abrir el pórtico sin temor ni titubeos hacia el espíritu que mata al hombre.

      Entonces podrá esperar adquirir poder sobre los demonios que asolan la mente y el cuerpo, que tiran del pelo y apresan las manos, gritando nombres viles en la atmósfera de la noche.