y una autoridad que ningún otro podía compartir. El discipulado con Jesús es un programa de acción transformadora.
Lo nuevo que Dios hizo al enviar a su Hijo Jesús trasciende nuestra imaginación. Jesús llevó sanidad y gracia a todos los lugares a donde fue. Perdonó y transformó a la gente, la cual encontró en Él una nueva vida que ni siquiera habían imaginado.
En la pedagogía de Jesús nos queda claro que en cada nueva situación histórica hay una señal de Dios, una revelación nueva, una invitación a nuevas labores, a nuevas formas de presencia y de acción. Cuando se nos llama a seguirlo, significa que nos unimos a Él, nos sometemos a Él, compartimos con Él su vida, su misión, su destino y finalmente su cruz. Por eso, todo discípulo has sido llamado a ser testigo (mártir).
Esto explica el marcado énfasis que los Evangelios ofrecen al hecho de que sus discípulos comen con Jesús, sobre todo después de la resurrección. No porque eran muy buenos para comer, sino porque esa comida era fraterna y tenía un tremendo significado. Alrededor de la mesa fraterna en que comieron juntos el pan, Jesús compartió con sus discípulos su estrategia: «Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura… y haced discípulos a todas las naciones» (16.14–18; Hch 1.4).
Hemos sido invitados a la mesa misional para que seamos profetas y maestros. Como profetas, hacemos un llamado al pueblo de Dios a su identidad esencial. Los profetas actuaban y hablaban buscando la integridad de la comunidad. Debemos reflexionar en el rol profético de Jesús y hacer las preguntas de rigor. ¿Acaso te has olvidado para qué estás aquí? Tenemos que preguntarnos unos a otros, ¿Qué ves? ¿Cuál es tu visión? ¿Cuál es tu responsabilidad?
Necesitamos enseñarnos unos a otros que somos los discípulos redimidos del Señor, los bautizados, los santificados, los empoderados por el Espíritu, los amados de Dios, y que tenemos una responsabilidad misional con Dios.
Los discípulos no somos una colección de personas perfectas, pero somos gente a la que Jesús ha formado; somos seguidores de Jesús, que avanzamos con una misión de salvación. No somos un club social, somos gente a la que Jesús ha formado. Somos seguidores de Jesús que traemos a Cristo al mundo en el poder de su Espíritu.
No somos un quiosco o un almacén donde compramos lo que queremos sino una comunidad que se reúne en torno a la mesa de comunión para ver la gloria de Dios, y que luego sale a servir, amar y cambiar el mundo.
El discipulado al estilo de Jesús no nos convierte solo en un hospital donde atendemos a los heridos. Debemos salir al mundo, al vecindario de Jesús, con un sentido claro de urgencia para terminar el trabajo de Cristo y su reino.
La pedagogía de Jesús nos dice que Él tiene una escuela de la que nadie se gradúa. Aún como «apóstoles» los doce no dejan de ser discípulos. Son «los que siguen al cordero», según Apocalipsis.
David Ramírez, D. Min.
Cleveland, Tennessee, 28 de julio de 2019
Prólogo
La pedagogía de Jesús, según el testimonio del Evangelio de Marcos, y cuyo autor es el pastor y profesor Carlos Canizález, no es un abordaje académico más que engrosa la amplia literatura crítica sobre el mensaje del segundo Evangelio. Es ciertamente un trabajo académico notable que da cuenta del amplio dominio que el autor tiene sobre el tema de la pedagogía de Jesús en diálogo permanente con la literatura teológica actual. Pero es, además, una aproximación académica producto de largos años de docencia y reflexión, en diversos países y centros de formación pastoral vinculados al amplio y diverso movimiento pentecostal latinoamericano y caribeño. Se trata entonces de un libro fraguado en la misión y para la misión, forjado en el peregrinaje colectivo con el pueblo de a pie, elaborado en diálogo con el contexto, porque para Carlos Canizález, ¡el contexto sí importa!
En este libro, Carlos Canizález dialoga crítica y creativamente con diversos autores, resaltando sus aportes más significativos relacionados con el mensaje del Evangelio de Marcos. Ubica los temas que aborda en sus contextos específicos y busca siempre desmadejar en cada perícopa que comenta la impronta pedagógica de Jesús. Aquí me parece que se encuentra el eje transversal de su abordaje teológico-pastoral, situar el texto en sus dos contextos (el contexto del texto y el contexto del intérprete), para presentar de manera novedosa el mensaje y la práctica pedagógica del Maestro de Galilea.
Es necesario hacer un breve paréntesis para explicar el abordaje teológico-pastoral de Carlos Canizález. Todavía recuerdo el primer encuentro que tuve con él en uno de los eventos de docentes latinoamericanos y caribeños organizados por la Iglesia de Dios (Cleveland). Venía él del agitado contexto salvadoreño. El Salvador es su país de origen, y su práctica pastoral y su reflexión teológica se fue tejiendo en ese contexto. Por otro lado, yo provenía del agitado contexto peruano de los difíciles años de la violencia política que enlutó al país (1980–2000). ¡Sintonizamos inmediatamente! Quizá, creo, porque nuestra vivencia pentecostal se fue modelando y fraguando en medio de las luchas de los ciudadanos de a pie de nuestros países, que se encontraban en procesos sociales y políticos de deconstrucción de las frágiles democracias en las que vivíamos. En el vuelo de regreso a nuestros países, coincidimos en uno de los aeropuertos de tránsito de Centroamérica, y seguimos conversando sobre el tema que nos apasionaba a ambos: la misión integral en contextos de violencia. Él fue descubriendo el mensaje del Evangelio según Marcos, La pedagogía de Jesús, desde la cotidianidad de su servicio pastoral-docente en el suelo centroamericano marcado por situaciones de violencia política y muerte temprana de ciudadanos inocentes. Y, simultáneamente, mi persona fue descubriendo el mensaje del Evangelio según Lucas, La misión liberadora de Jesús, desde una realidad de violencia subversiva y contrasubversiva e injusticia institucionalizada.
Lo que intento afirmar en este paréntesis es que cada libro se escribe desde una realidad histórica concreta, y expresa lo que el autor fue descubriendo en su peregrinaje de servicio al Dios de la vida y al prójimo indefenso y vulnerable. El libro escrito por mi gran amigo Carlos Canizález nace, se fragua y eclosiona, no en el cómodo escritorio de un espectador aséptico e indiferente a lo que sucede en su marco histórico, sino en el corazón pastoral-docente de un protagonista, uno que en el día a día de su peregrinaje cristiano comprometido con la vida y la justicia fue pensando y modelando su compromiso pentecostal desde las honduras de la vida de nuestro pueblo.
La pedagogía de Jesús, como uno de los ejes transversales clave del Evangelio según Marcos, indudablemente coadyuva al testimonio integral del pueblo de Dios en misión, particularmente en una dimensión sensible de la misma: la formación-transformación de discípulos, mujeres y hombres de todas las edades, para que sean además de creyentes, buenos vecinos y mejores ciudadanos. Tiene que ser así, porque, ¿qué sería del testimonio cristiano si las iglesias solo se dedicaran a informar y formar a buenas personas, con una ética personal destacada, pero con una ética social y un compromiso ciudadano pobre, endeble y poco útil para la transformación social y política de nuestros países, tan necesitados de ciudadanos responsables, veraces, justos, probos e íntegros.
Carlos Canizález, desde la pedagogía de Jesús, insiste —así me parece— en que un evangelio mutilado, dedicado a la salvación de almas incorpóreas, desenchufado de la realidad histórica, jamás tendrá como producto final ciudadanos ejemplares. Ciudadanos preocupados por la búsqueda del bien común y comprometidos con acciones concretas de lucha contra la pobreza, defensa de los derechos humanos, cuidado responsable de nuestra casa común, protección de los sectores sociales indefensos o lucha por una democracia en la que todos los ciudadanos tengan igualdad de oportunidades.
¡Bienvenido sea este libro que los pentecostales y no pentecostales deberíamos celebrar como un don del Espíritu de vida, para que la comunidad de Jesús, siguiendo las huellas del Maestro de Galilea, recuerde que sin una formación integral no habrá posibilidad de transformar personas y pueblos para que vivan dignamente como imagen de Dios y como creación de Dios!
Darío A. López Rodríguez, Ph.D.
Villa María del Triunfo, Perú, 8 de julio de 2019
Introducción: propósito y herramienta para