la atención crítica, con lo que se produce un vacío de la consciencia”. (157) Uno comenzaba por concentrarse en un estado de ánimo particular, e intentaba volver tan conscientes como fuese posible todas las fantasías y asociaciones que aparecieran en conexión con él. El objetivo era permitir el libre juego de la imaginación, sin apartarse de aquel sentimiento inicial, en un proceso asociativo libre. Ello conducía a una expresión concreta o simbólica del estado de ánimo, lo que traía aparejado un acercamiento del sentimiento a la consciencia, y, por lo tanto, lo volvía más comprensible. Hacer esto podía tener une efecto vitalizante. Los individuos podían dibujar, pintar o esculpir, dependiendo de sus inclinaciones.
Los visualmente capacitados deberán concentrar sus expectativas en que se produzca una imagen interna. Por regla general, se producirá tal imagen de la fantasía (tal vez hipnagógica), que habrá de ser minuciosamente examinada y fijada por escrito. Los que están capacitados para lo acústico-lingüístico suelen oír palabras en su interior. Al principio, quizá sólo sean fragmentos de frases aparentemente sin sentido... Hay quienes en esos momentos sólo perciben su ‘otra’ voz… La escritura automática, directamente o con la plancheta, es aún más rara, pero igualmente aplicable. (158)
Una vez que estas fantasías hubieran sido producidas y materializadas, eran posibles dos aproximaciones: la formulación creativa y la comprensión. Cada una necesitaba de la otra, y ambas eran necesarias para producir la función trascendente, la cual surgía de la unión de los contenidos conscientes e inconscientes.
Para algunas personas, observaba Jung, era fácil advertir la ‘otra’ voz al escribir y responderle desde el punto de vista del yo: “Es como si se entablara un diálogo entre dos personas con igualdad de derechos…”. (159) Este diálogo conducía a la creación de la función trascendente, lo cual resultaba en una ampliación de la consciencia. Esta descripción de los diálogos internos y del significado de la evocación de fantasías en un estado de vigilia representan el propio emprendimiento de Jung en los Libros negros. La interacción de las formulaciones creativas con la comprensión se corresponde con el trabajo de Jung en el Liber Novus. Jung no publicó este artículo. Más tarde subrayaría el hecho de que jamás terminó su trabajo sobre la función trascendente porque lo llevó a cabo con poco entusiasmo. (160)
En 1917 Jung publicó un libro corto con un título largo: La psicología de los procesos inconscientes: una revisión de la teoría moderna y del método de la psicología analítica. En su prefacio, datado en diciembre 1916, declaró que el proceso psicológico que acompañó la guerra había traído al primer plano de la atención el problema de lo inconsciente caótico. Sin embargo, la psicología del individuo correspondía a la psicología de la nación, y sólo la transformación de la actitud del individuo podía producir una renovación cultural. (161) Esto articulaba la íntima interconexión entre el individuo y los acontecimientos colectivos, que es lo que constituía el centro del Liber Novus. Para Jung la conjunción entre sus visiones precognitivas y el estallido de la guerra había vuelto visibles las profundas conexiones subliminales entre las fantasías individuales y los acontecimientos mundiales –y, por lo tanto, entre la psicología del individuo y la de la nación–. Lo que se requería ahora era trabajar estas conexiones en más detalle.
Jung observó que, luego de que se han analizado e integrado los contenidos de lo inconsciente personal, se deben encarar las fantasías mitológicas que emergen del nivel filogenético de lo inconsciente. (162) La psicología de los procesos inconscientes proporciona una exposición de lo inconsciente colectivo, suprapersonal y absoluto –términos que son intercambiables–. Jung sostuvo que es necesario distanciarse de lo inconsciente, presentándolo visiblemente como algo separado de uno. Era vital diferenciar el yo del no-yo, esto es, la psique colectiva o inconsciente absoluto. Para hacer esto “el hombre debe, necesariamente, plantarse con pie firme en su función del yo; esto significa que debe cumplir con su deber hacia la vida completamente, de modo tal que pueda ser, en todos los aspectos, un miembro esencialmente vivo de la sociedad”. (163) Jung había estado procurando cumplir estas tareas durante este período.
Los contenidos de este inconsciente eran lo que Jung, en Transformaciones y símbolos de la libido, había denominado mitos típicos o imágenes primordiales. Describió estos ‘dominantes’ como “los poderes gobernantes, los dioses, esto es, las imágenes de las leyes y principios dominantes, las regularidades promedio en la secuencia de imágenes que el cerebro ha recibido de la secuencia de procesos seculares”. (164) Se les necesita prestar particular atención a esos dominantes. Son de especial importancia “los desprendimientos de los contenidos psicológicos, tanto mitológicos como colectivos, respecto de los objetos de la consciencia, y su consolidación como realidades psicológicas fuera de la psique individual”. (165) Esto le permite a uno llegar a un acuerdo con los residuos activos de nuestra historia ancestral. La diferenciación de lo personal respecto de lo no personal resulta en una liberación de energía.
Estos comentarios también reflejan su actividad: su intento de diferenciar los distintos personajes que aparecieron y de ‘consolidarlos como realidades psicológicas’. La noción de que estas figuras tenían una realidad psicológica por derecho propio, y que no eran meros productos subjetivos de la imaginación, fue la principal lección que atribuyó a la figura de fantasía de Elías: la objetividad psíquica. (166)
Jung sostuvo que la era de la razón y el escepticismo inaugurada por la Revolución francesa había reprimido a la religión y al irracionalismo. Esto, a su vez, había tenido serias consecuencias, al llevar a un brote de irracionalismo representado por la guerra mundial. Era, pues, una necesidad histórica reconocer a lo irracional como un factor psicológico. La aceptación de las formas irracionales es uno de los temas centrales del Liber Novus.
En La psicología de los procesos inconscientes, Jung desarrolló su concepción de los tipos psicológicos. Señaló que era una evolución común que las características psicológicas de los tipos fuesen llevadas a los extremos. Por causa de lo que él denominó ley de enantiodromía, o inversión de los opuestos, la otra función aparecía, es decir, sentir para el introvertido y pensar para el extravertido. Estas funciones secundarias fueron halladas en lo inconsciente. El desarrollo de la función contraria conduce a la individuación. Como la función contraria no era aceptable para la consciencia, se requería una técnica especial para llegar a un acuerdo con ella, esto es, la producción de la función trascendente. Lo inconsciente era un peligro cuando no se era uno con él. Pero con el establecimiento de la función trascendente la discordia cesaba. Este rebalance daba acceso a los aspectos productivos y beneficiosos de lo inconsciente. Lo inconsciente contenía la sabiduría y la experiencia de indecibles eras y, de esta manera, constituía una guía sin parangón. El desarrollo de la función contraria aparece en la sección ‘Mysterium’ del Liber Novus. (167) El intento de adquirir la sabiduría atesorada en lo inconsciente es representado a lo largo del libro, en el que Jung le pide a su alma que le diga qué es lo que ella ve y cuál es el significado de sus fantasías. Lo inconsciente es visto aquí como una fuente de sabiduría más elevada. Jung concluye el ensayo indicando la naturaleza personal y empírica de sus nuevas concepciones: “Nuestra época está buscando una nueva fuente de vida. Yo encontré una y bebí de ella, y el agua sabía bien”. (168)
LA VÍA DEL SÍ-MISMO
En 1918 Jung escribió un artículo titulado Sobre lo inconsciente, donde observó que todos nosotros nos hallamos entre dos mundos: el mundo de la percepción externa y el mundo de la percepción de lo inconsciente. Esta distinción describe su experiencia en ese tiempo. Escribió que Friedrich Schiller había proclamado que la aproximación de estos dos mundos se producía a través del arte. En contraste, Jung sostenía: “Pues opino que la unión de la verdad racional y la irracional se produce menos en el arte que en el símbolo, puesto que en la esencia del símbolo coinciden los dos aspectos: el racional (acorde a la razón) y el irracional (no acorde con la razón)”. (169) Los símbolos, sostenía él, emergían desde lo inconsciente, cuya función más importante era precisamente la creación de símbolos. Mientras que la función compensatoria de lo inconsciente siempre estaba presente, la función creadora de símbolos únicamente estaba presente cuando estábamos dispuestos a reconocerla. En este punto advertimos cómo continúa evitando considerar su producción