recomendaciones sobre lo que hacer para superar los problemas de los primeros años de convivencia de una pareja.
»Un papel que antaño realizaban los abuelos con sus hijos, con los que se llegaba a establecer un verdadero vínculo de apoyo y ayuda mutua. Hoy en día nuestros abuelos han quedado relegados a las tareas de cuidado y atención de los nietos, cuando estos no están en el colegio.
»Esa convivencia todavía les permite no sólo darles caprichos a los niños sino ofrecerles otra forma diferente de vida, una forma llena de historias, secretos y sentidos.
»De entre los dos abuelos cobra especial importancia la figura de la abuela, que es la donante de cariño y que en algunos casos ese cariño puede cambiar la vida del nieto.
>>>>>>>LA NIETA<<<<<<<
Aquellas palabras me hicieron recordar mi propia infancia, aquella en la que mis abuelos, los padres de mi madre, jugaron un papel relevante, mientras que por parte de mi padre, mi abuelo había fallecido en un accidente de tráfico mucho antes de que yo naciese, por lo que no le había conocido, y a mi abuela por parte de padre, únicamente la veía una vez al año, ya que vivía casi al otro lado del país, lo que hacía por aquel entonces que el desplazamiento fuese de días entre la ida y la vuelta, por lo que únicamente se podía realizar cuando mi padre tuviese como mínimo una semana libre para aquella visita.
>>>>>>>LA CONFERENCIA<<<<<<<
―A la larga los beneficios que pueden ofrecer los abuelos, por su experiencia y conocimiento acumulado son mayores que los roces y dificultades que puedan provocar, no sólo para el nieto sino para el resto de la familia.
»Quizás uno de los momentos más dramáticos para los nietos es el fallecimiento de sus abuelos, ya que estos por la edad y los achaques del tiempo deben de abandonar ésta vida.
»En esos momentos, sobre todo si el hijo de la pareja es pequeño, se le dice que ha ido a un lugar mejor, en donde descansa y reposa. Según las creencias de la pareja le informarán de la existencia de un lugar después de ésta vida, donde se sigue viviendo con otra forma, otra naturaleza, desde donde velan por nosotros, cuidándonos tal y como habían hecho en vida. Pero a veces los propios adultos incluso en el momento que lo están explicando a su hijo, por dentro están dudando de que tal posibilidad exista.
>>>>>>>LA NIETA<<<<<<<
Hablando del fallecimiento de los abuelos recordé lo que le sucedió a mi abuelo por parte de madre, él era un gran hombre, al que admiraba mucho, había empezado a estudiar matemáticas cuando tuvo que abandonar sus estudios por culpa de la guerra civil, una situación trágica de mi país que dividió en armas a hermanos contra hermanos y que llevó a muchos a emigrar.
En el caso de mi abuelo, le pilló justamente en la universidad, un día, según me comentó, unos militares sacándolos de las aulas, dijeron a todos los estudiantes puestos en fila, que o bien cogían las armas y combatían o serían muertos allí mismo.
Esta es una de tantas anécdotas que me llegó a contar mi abuelo de la guerra, de la cual por cierto, no quería hablar demasiado por lo doloroso que había resultado, pero a la vez no quería que se olvidase su historia de ahí que me lo narrase.
Bueno, luego volveré sobre eso, lo que quería compartir era aquel día en concreto que me habían avisado sobre que mi abuelo había sufrido un accidente casero.
No tardamos ni una hora en llegar desde que mi madre nos llevó a la casa de mis abuelos, ellos vivían en un piso a las afueras de la ciudad, en una zona residencial, y cuando llegamos estaban sacando a mi abuelo en camilla hacia una ambulancia.
Mi madre que era la que nos había traído preguntó sobre a dónde se lo llevaban, y subió hacia el piso rápidamente para ver lo que había sucedido y sobre todo para saber cómo se encontraba mi abuela.
Esta era una pareja de las antiguas, como se puede decir actualmente, que habían vivido más de cincuenta años juntos, y aunque la convivencia no era perfecta, se respetaban y se querían.
Con ellos convivía el hijo menor que les ayudaba con las tareas de la casa, encargándose de la compra y de hacerles la comida a diario, pero no solía estar con ellos por la mañana, además y como ayuda para sus tareas, solía venir una vez a la semana una señora para hacer la limpieza del piso.
CAPÍTULO II. HISTORIA DE LA ABUELA
>>>>>>>LA ABUELA<<<<<<<
Es ya tarde, todos en la casa se han ido a acostar y no puedo conciliar el sueño. El día de hoy ha sido especialmente intenso, pues se han reunido alrededor de mi mesa toda la familia, mis dos hijos, con sus mujeres y sus hijos, mis nietos, y los hijos de estos, mis biznietos.
A pesar de conservarme muy bien, pues mis amistades no me echaban más de setenta años, la realidad es bien diferente. Mis huesos han tenido que soportar muchos años de trabajo, tanto en el campo como en la casa.
Desde que puedo recordar, he tenido que ayudar en las distintas labores del hogar. Al principio era como un juego y luego, poco a poco se fue convirtiendo en obligación, para pasar al final a ser una gran losa para mí, pues me ha limitado mucho en la vida, impidiéndome realizar aquello que quería.
Cuando era joven tuve muchas aspiraciones, pero un matrimonio a muy temprana edad dio al traste con todos mis planes, pues a partir de ese momento la cocina y yo fuimos uno.
Además pronto empecé a tener mis hijos lo que hizo imposible pensar en otro asunto que no fuese su cuidado y crianza. Éstos a pesar de ser mis mayores alegrías también me dieron los mayores quebraderos de cabeza.
Las tareas que conllevaba el cuidarlos y atenderlos eran numerosas, procurando siempre que estuviesen bien arreglados para ir a clase, tener la comida hecha para cuando volviesen o realizar la limpieza de la ropa para que estuviese preparada de un día para otro.
Todo ello se convirtió, en su momento, en la más pesada de mis cargas, ya que escasamente me dejaba tiempo para mí, en cambio ahora… tengo todo el tiempo libre del mundo.
Con una asistente que se encarga de todas las labores de la casa, prácticamente me lo hace ella todo, salvo limpiar el polvo de los portafotos de lo que me encargo personalmente.
Ésta es una labor muy simple pero me gusta mirar las fotos y ver en ellas a mi familia, mi gran familia. Por la que me he desvivido y a la cual he entregado todo mi tiempo, mi esfuerzo y mi amor.
También de ella he recibido mucho, tanto en aspectos positivos y memorables, como en desgracias que quisiera poder olvidar.
Entre los acontecimientos más dolorosos que he vivido han sido la pérdida de dos de mis hijos, uno al poco de nacer y otro a los tres años, y por supuesto, la pérdida de mi hijo mayor.
Pero éste último, gracias al Cielo, tuvo la dicha de haber podido disfrutar de una vida plena, por lo menos durante los cuarenta años que vivió, antes de que un cáncer de páncreas le arrebatase la vida.
Es su ausencia la que he echado especialmente en falta en el día de hoy. Bueno y también la de su mujer, de la cual no he tenido noticias desde que falleció mi hijo, de cuya relación no había tenido descendencia.
En total nos hemos reunido nueve personas, sin contarme a mí. Siete adultos, entre hijos, nueras, nietos y esposas de mis nietos, y dos bisnietos aún pequeños.
Mi marido, por desgracia, ya hace años que dejó de estar a mi lado, aunque sé, y así le siento, que siempre está conmigo, y es quien me consuela y apoya cuando me encuentro sola en casa.
Aquí han estado mis dos hijos, los que han sobrevivido al paso de los años con sus mujeres y mis tres nietos.
Uno del segundo, que ahora es el mayor, y dos del siguiente, un chico y una chica, de ella son mis dos revoltosos bisnietos, que no han parado