Daniel Gabarró

Experimentar la Divinidad en la vida cotidiana


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sino que la Vida (llámalo como quieras: Dios, Energía, Consciencia) nació en mí.

      Yo no soy sino el Aliento Vital que me habita. Sin esa Fuerza no sería, no existiría.

      Yo soy, en realidad, ese Aliento Vital expresándose a través de este cuerpo y esta mente. Pero no soy ni el cuerpo ni la mente: esos son meros instrumentos. De hecho, cuando los instrumentos mueren, la Vida sigue existiendo.

      Cuando nos damos cuenta de esto, vemos que no merece la pena seguir poniendo la atención en lo efímero, en lo que no es (y que no somos), sino en lo que siempre es y siempre ha sido.

      No tienes que ir a ningún sitio.

      Pon atención en ello: eres la Totalidad dándose cuenta de sí misma.

      Vuelve hacia adentro y reposa en la Fuerza Vital amorosa que te habita.

      ¿Lo intentas?

      No te pedimos que tengas éxito; solo te pedimos que lo intentes.

      Se trata de algo tan sencillo que, quizás, pasó desapercibido a lo largo de tu vida. Pero es muy simple. Seguro lo viste de una forma evidente cuando lo miraste.

      Pon atención en ello: eres la Totalidad dándose cuenta de sí misma.

La Totalidad lo abarca absolutamente todo

      La Realidad forma un conjunto, una Unidad, una Totalidad absoluta. Nada tiene existencia fuera ni más allá de la realidad de lo que existe.

      Pensar algo que esté separado o fuera de la realidad es un absurdo.

      La Totalidad (o la Realidad) lo es todo.

      Nada puede estar fuera ni separado de la Totalidad.

      Nada puede estar fuera ni separado de la Totalidad.

      Entonces, en todo momento, en todo lugar, en toda circunstancia y en todo acto somos la Totalidad. No podemos ser otra cosa que esa Totalidad. Somos un foco de la Totalidad. Somos un punto concreto y específico de la Totalidad. Es imposible ser otra cosa.

      Estamos constituidos por la misma Energía que da existencia a todo. No estamos separados del mundo, no estamos separados de la naturaleza, no estamos separados del universo y de los multiuniversos. Somos mundo. Somos naturaleza. Somos universo y multiuniversos.

      Las formas cambian: nacen y mueren cuerpos; aparecen y desaparecen estrellas... pero la Energía que las conforma solo se transforma, pues siempre Es.

      Y tú no puedes ser otra cosa que esa Energía Vital.

      Nosotros somos la chispa de la vida, el Aliento Vital, aquí y ahora. Tú eres esa chispa divina. No puedes ser otra cosa. Nada sino eso existe.

      Visto desde esta perspectiva somos la expresión de Dios, pues no podemos ser otra cosa.

      Somos la expresión de Dios, pues no podemos ser otra cosa.

      Ciertos temas, ciertos aspectos nos pueden costar comprenderlos, entenderlos, pero no son al margen de la Totalidad; no son al margen de la sinfonía que es la Vida.

      Siempre estamos inmersos en la Totalidad. Lo único que cambia es que seamos o no conscientes de ella.

      Por eso, los textos místicos afirman cosas de este estilo:

       Yo y el Padre somos uno.

       El reino de Dios está en nosotros.

       Yo soy la luz del mundo.

       No hay dualidad.

       Yo soy la Totalidad y el Vacío.

      No resulta difícil de entender, ¿verdad?

      Si todo lo que existe es hijo del Aliento Vital, tú no puedes ser sino, también, hija o hijo de Dios. Nada existe que no sea eso. Evidente, ¿verdad?

Experimentar la Divinidad

      Todo esto que estamos explicando no es para ser creído, sino para ser verificado, vivido.

      Dios no quiere ser creído, quiere ser encarnado. La Vida no quiere ser pensada, sino vivida.

      Tú debes ser tú, o nadie podrá serlo por ti.

      Tú debes ser tú, o nadie podrá serlo por ti.

      Lo específico que hay en ti tiene que expresarse para mostrar lo que es único en ti. A la vez, debes ser consciente de estar constituido por algo que te da vida y, a la vez, te trasciende. Entonces, percibirás tu verdadero ser; lo subjetivo y la Totalidad al mismo tiempo.

      Tú eres alguien único, pero a la vez eres lo mismo que todo lo demás: la Energía Vital a tu través. Cuando tu atención incluye ambas cosas, tu vida se transforma.

      Pocas personas perciben la importan­cia de incluirse en su atención.

      Desde nuestra experiencia, se trata de algo sencillo, aunque pocas personas perciben la importancia de incluirse en su atención, pocas personas perciben la importancia de recuperarse.

      Si tú no te recuperas a ti misma/o, si no te incluyes dentro de tu propia atención, sabiéndote parte de una Totalidad, ¿quién vivirá tu vida?

      Lamentablemente, muchas personas ponen toda su atención en el exterior; su trabajo, su familia, sus deseos, sus miedos... y se olvidan de sí mismas, se olvidan de la Consciencia que son y que surge de la Consciencia o Aliento Vital que da existencia a todo.

      Si te olvidas de ti, ¿cómo puedes considerarte vivo?

      Si te olvidas de ti, ¿cómo puedes considerar­te vivo?

      Por eso, por ejemplo, en el budismo se te pide que te ilumines, que busques el Yo Real que has perdido. De este modo, podrás darte cuenta de que eres parte de una Totalidad. Por poner un segundo ejemplo, en el cristianismo se te dice que creas en la 'resurrección de los muertos'; pues mientras no pongas la atención en la Consciencia que eres, ¡estás tan muerto como un cadáver!

      Y reiteramos que no se trata de creer en esto que estamos contando. Se trata de comprenderlo y encarnarlo profundamente para Ser.

      No se trata de hablar de Dios, sino de hablar desde Dios.

      Se trata de tener una profunda experiencia desde la que expresar lo que eres.

      Por lo tanto, no se trata de que tengas fe, sino de que des fe, que seas testimonio de la Divinidad, que seas palabra viva.

      En este sentido, te animamos a callar toda afirmación que no vivas.

      Cuando callas y te abres a la duda, permites que la respuesta se geste en tu interior y te das cuenta de ser la misma Esencia expresándose.

Dos caminos hacia la Esencia

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