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“Día tras día, tratamos de acercarnos un poco a la perfección de Dios. Así que no tenemos que consumirnos con un sentimiento sensiblero de culpa si no logramos alcanzar Su imagen y semejanza el jueves que viene. Nuestra meta es el progreso, y Su perfección es el faro, a años luz de distancia, que nos sigue guiando”.
1. GRAPEVINE, Junio de 1961
2. CARTA, 1966
16
¡Nunca Más!
“La mayoría de la gente se siente más segura con el plan de 24 horas que con la resolución de no volver a beber nunca. La mayoría han roto ya demasiadas resoluciones. En realidad es una cuestión de elección personal: cada miembro tiene el privilegio de interpretar el programa según le parezca.
“Personalmente, adopto la actitud de que tengo la intención de no beber nunca. Esta es ligeramente distinta a decir: ‘No beberé nunca más’. Esta última postura puede a veces meter a la gente en dificultades, porque es pretender hacer en un plan personal lo que los alcohólicos no podrían hacer nunca. Se trata demasiado de un acto de voluntad, y deja muy poco espacio para la idea de que Dios nos liberará de la obsesión de beber con tal que sigamos el programa de A.A.”
CARTA, 1949
17
Hacia la Honradez
El perverso deseo de ocultar un motivo malo por debajo de otro bueno, se ve en todos los asuntos humanos de toda índole. Esta clase de hipocresía sutil y solapada puede ser el motivo oculto de la acción o pensamiento más insignificante. Aprender, día tras día, a identificar, reconocer y corregir estos defectos constituye la esencia de la formación del carácter y del buen vivir.
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El engaño a los demás casi siempre tiene sus raíces en el engaño a nosotros mismos.
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Por alguna razón, el estar a solas con Dios no parece ser tan embarazoso como sincerarnos ante otro ser humano. Hasta que no nos sentemos para hablar francamente de lo que por tanto tiempo hemos ocultado, nuestra disposición para poner nuestra casa en orden seguirá siendo un asunto teórico. El ser sinceros con otra persona nos confirma que hemos sido sinceros con nosotros mismos y con Dios.
1. DOCE Y DOCE, págs. 93
2. GRAPEVINE, Agosto de 1961
3. DOCE Y DOCE, pág. 57
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Compañero y Colega
“El Dr. Bob fue mi colega y compañero constante en la gran aventura de A.A. Como médico y persona grandemente humana, eligió como su principal ocupación trabajar con otros y logró establecer un récord que, en cantidad y en calidad, nadie sobrepasará nunca. Ayudado por la incomparable Hermana Ignacia en el Hospital Santo Tomás, de Akron, suministró —sin cobrar un centavo— tratamiento médico e inspiración espiritual a cinco mil enfermos alcohólicos.
“A pesar de todas las presiones y tensiones de los tiempos pioneros de A.A., nunca cruzamos ni una palabra dura. Puedo decir, muy agradecido, que se debe atribuir a él todo el mérito”.
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Me despedí del Dr. Bob, sabiendo que se sometería a una delicada operación. Su maravillosa y amplia sonrisa estaba en su rostro cuando me dijo casi bromeando: “Recuerda, Bill, no estropeemos esta cosa. ¡Mantengámoslo simple!” Yo salí, sin poder pronunciar una palabra. Esta fue la última vez que lo vi.
1. CARTA, 1966
2. A.A. LLEGA A SU MAYORIA DE EDAD, pág. 214
19
El Vino del Exito
Las situaciones desagradables o imprevistas no son las únicas que exigen el dominio de uno mismo. Tendremos que proceder con la misma cautela cuando empecemos a lograr un cierto grado de importancia o éxito material. Porque a nadie le han encantado más que a nosotros los triunfos personales. Nos hemos bebido el éxito como si fuera un vino que siempre nos alegraría. Si disfrutábamos de una racha de buena suerte, nos entregábamos a la fantasía, soñando con victorias aún más grandes sobre la gente y las circunstancias. Así cegados por una soberbia confianza en nosotros mismos, éramos propensos a dárnoslas de personajes.
Ahora que somos miembros de A.A. y estamos sobrios y vamos recobrando la estima de nuestros amigos y colegas, nos damos cuenta de que todavía nos es necesario ejercer una vigilancia especial. Para asegurarnos contra un ataque de soberbia, podemos frenarnos recordando que estamos sobrios hoy sólo por la gracia de Dios, y que cualquier éxito que tengamos se debe más a Él que a nosotros mismos.
DOCE Y DOCE, pág. 90
20
Luz de una Oración
“Dios, concédenos la serenidad para aceptar las cosas que no podemos cambiar, el valor para cambiar las cosas que podemos, y la sabiduría para reconocer la diferencia”.
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Valoramos tanto nuestra Oración de la Serenidad por qué nos aporta una nueva luz que puede disipar nuestra antigua y casi mortal costumbre de engañarnos a nosotros mismos. En el resplandor de esta oración vemos que la derrota, si se acepta de la forma apropiada, no tiene por qué ser un desastre. Ahora sabemos que no tenemos que huir, ni debemos de nuevo tratar de superar la adversidad por medio de otra ofensiva precipitada que sólo nos creará obstáculos más rápidamente de lo que podamos derribarlos.
GRAPEVINE, Marzo de 1962
21
Ciudadanos de Nuevo
“Cada uno de nosotros —es decir, el miembro que saca el mayor provecho del programa— dedica mucho tiempo en los primeros años al trabajo de Paso Doce. Así fue en mi propio caso y, tal vez, con menos trabajo no me habría mantenido sobrio.
“No obstante, tarde o temprano, la mayoría de nosotros nos vemos cargados con otras obligaciones —ante la familia, los amigos, el país. Como recuerdas, el Paso Doce también hace referencia a ‘practicar estos principios en todos nuestros asuntos’. Por lo tanto, creo que la cuestión de aceptar o no un cierto trabajo de Paso Doce debe decidirse según lo dictado por tu propia conciencia. Nadie más te puede decir con toda seguridad lo que debes hacer en un momento dado.
“Yo sólo sé que, en algún momento, se espera de ti que hagas algo más que llevar el mensaje a otros alcohólicos. En A.A. nuestro objetivo no es únicamente la sobriedad —tratamos de hacernos nuevamente ciudadanos del mundo que una vez rechazamos, y que un día nos rechazó. Esta es la demostración final hacia la cual el trabajo de Paso Doce es el primer paso, pero no el último”.
CARTA, 1959
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El Temor como Escalón
El principal activador de nuestros defectos ha sido el miedo egocéntrico — sobre todo el miedo de que perderíamos algo que ya poseíamos o que no conseguiríamos algo que exigíamos. Por vivir a base de exigencias insatisfechas, nos encontrábamos en un estado de constante perturbación y frustración. Por lo tanto, no nos sería posible alcanzar la paz hasta que no encontráramos la manera