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A pesar de su acostumbrada destructividad, el miedo puede ser el punto de partida hacia mejores cosas. El miedo puede ser un escalón hacia la prudencia y el digno respeto para con los demás. Puede enseñarnos tanto la senda hacia la justicia como hacia el odio. Y cuanto más justicia y respeto tengamos, más pronto llegaremos a encontrar el amor que tolera el sufrimiento y, no obstante, se da generosamente. Así que el temor no tiene que ser siempre destructivo, porque las lecciones de sus consecuencias nos pueden conducir a valores positivos.
1. DOCE Y DOCE, pág. 76
2. GRAPEVINE, Enero de 1962
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Lo Adoramos Todo
También descubrimos que habíamos sido adoradores. ¡La emoción que esto nos producía! ¿No habíamos adorado indistintamente a personas, objetos, dinero y a nosotros mismos?
Y, por otra parte y con mejor razón, ¿no habíamos contemplado con adoración la puesta del sol, el mar o una flor? ¿Quién de entre nosotros no había amado a alguna persona o alguna cosa? ¿No eran estas cosas los hilos que formaban el tejido de nuestras vidas? ¿No determinaban estos sentimientos, después de todo, el curso de nuestra existencia?
Era imposible decir que no teníamos capacidad para la fe, para el amor y la adoración. En una u otra forma habíamos estado viviendo por la fe, y casi por nada más.
ALCOHOLICOS ANONIMOS, pág. 54
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Iguales a la Hora de la Verdad
Al principio, pasaron cuatro años antes de que A.A. llevara la sobriedad permanente tan sólo a una mujer alcohólica. Como los del alto fondo, las mujeres también decían que eran diferentes. A.A. no les podría ayudar. No obstante, al irse perfeccionando la comunicación, debido principalmente a los esfuerzos de las mismas mujeres, la situación fue cambiando.
Así se ha seguido desarrollando este proceso de identificación y transmisión. El borracho de los barrios perdidos decía que era diferente. Se oía decir lo mismo aun más estridentemente al mundano (el beodo de la alta sociedad). Lo mismo decían los artistas, los profesionales, los ricos, los pobres, la gente religiosa, los agnósticos, los indios, los esquimales, los soldados veteranos y los presos.
Pero hoy en día, todos ellos hablan de lo mucho que nos parecemos todos los alcohólicos cuando reconocemos que hemos llegado a la hora de la verdad.
GRAPEVINE, Octubre 1959
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No Podemos Permanecer Inmóviles
En los primeros días de A.A., no me preocupaba mucho por esos aspectos de mi vida en los que me encontraba estancado. Siempre tenía la excusa: “Tengo otras cosas mucho más importantes a las que dedicarme”. Con esto tenía mi receta casi ideal para la comodidad y la autosatisfacción.
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Cuántos de nosotros se atreverían a decir, “Estoy sobrio y soy feliz. ¿Qué más puedo querer o hacer? Estoy bien tal y como estoy”. Sabemos que esta clase de autosuficiencia significa un inevitable retroceso que culminará algún día en un rudo despertar. La alternativa que tenemos es la de seguir desarrollándonos o decaer. Para nosotros, el “status quo” sólo vale para el día de hoy, nunca para mañana. Tenemos que cambiar; no podemos quedarnos quietos.
1. GRAPEVINE, Junio de 1961
2. GRAPEVINE, Febrero de 1961
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La Verdadera Libertad del Espíritu
Cuanto más dispuestos estamos a depender de un Poder Superior, más independientes somos en realidad. Por lo tanto, la dependencia, tal y como se practica en A.A., es realmente una manera de lograr la verdadera independencia del espíritu. Al nivel de la vida cotidiana, es asombroso descubrir lo dependientes que somos en esta esfera, y lo poco conscientes que somos de esa dependencia. Todas las casas modernas tienen cables eléctricos que conducen la energía y la luz a su interior. Nos encanta esta dependencia; no queremos por nada en el mundo que se nos corte el suministro eléctrico. Al aceptar así nuestra dependencia de esta maravilla de la ciencia, disfrutamos de una mayor independencia personal. No sólo disfrutamos de más independencia, sino también de más comodidad y seguridad. La corriente fluye hasta llegar donde se necesite.
Aunque en muchos de nuestros asuntos temporales aceptamos gustosamente este principio de sana dependencia, nos resistimos tenazmente al mismo principio si se nos pide que lo apliquemos como medio de desarrollarnos en la vida espiritual. Está claro que nunca conoceremos la libertad bajo Dios hasta que no intentemos buscar Su voluntad para con nosotros. La decisión es nuestra.
DOCE Y DOCE, pág. 36
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Suspensión Diaria
No estamos curados del alcoholismo. Lo que en realidad tenemos es una suspensión diaria de nuestra sentencia, que depende del mantenimiento de nuestra condición espiritual.
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Nosotros los A.A. obedecemos principios espirituales, primero porque tenemos que hacerlo, luego porque debemos hacerlo, y por último porque nos agrada la manera de vivir que es el fruto de esta obediencia. Los grandes sufrimientos y el amor profundo son nuestros disciplinarios; no necesitamos otros.
1. ALCOHOLICOS ANONIMOS, pág. 85
2. DOCE Y DOCE, pág. 169
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Los Perturbadores Pueden ser Nuestros Maestros
Hoy en día, muy pocos nos preocupamos de cómo cualquier principiante pueda afectar la reputación o eficacia de A.A. Los que recaen, los que mendigan, los que chismorrean, los que tienen trastornos mentales, los que se rebelan contra el programa, los que se aprovechan de la fama de A.A. —muy rara vez perjudican al grupo de A.A. por mucho tiempo.
Algunos de ellos han llegado a ser nuestros más respetados y más queridos miembros. Otros se han quedado para poner a prueba nuestra paciencia; pero se han mantenido sobrios. Otros más se han alejado. Hemos llegado a considerar a estas personas no como amenazas, sino como nuestros maestros. Nos obligan a cultivar la paciencia, la tolerancia y la humildad. Finalmente, nos percatamos de que son simplemente gente más enferma que el resto de nosotros, y que nosotros los que los condenamos, somos los Fariseos cuya falsa rectitud causa al grupo un más profundo perjuicio espiritual.
GRAPEVINE, Agosto de 1946
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La Gratitud Debe Ir Adelante
“La gratitud debe ir adelante, y no atrás.
“En otras palabras, si llevas el mensaje a otra gente, estarás haciendo el mejor pago posible por la ayuda que se te ha dado”.
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No hay satisfacción más profunda ni alegría mayor que la entrañada por un trabajo de Paso Doce bien hecho. Ver abrirse maravillados los ojos de hombres y mujeres a medida que pasan de la oscuridad a la luz, ver sus vidas llenarse rápidamente de una nueva significación y determinación, ver a familias enteras reunidas, ver al alcohólico rechazado por la sociedad volver a integrarse en su comunidad como ciudadano de pleno derecho y, sobre todo, ver a esta gente despertarse ante la presencia de un Dios amoroso en sus vidas—estas cosas son la esencia