Simon J. Kistemaker

Las Parábolas de Jesús


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mensaje de Dios (Juan 3:34), enseña la Escritura indirectamente por medio de una alusión verbal y llama la atención sobre una parábola mesiánica en Ezequiel 17:23: “Lo plantaré sobre el cerro más alto de Israel, para que eche ramas y produzca fruto y se convierta en un magnífico cedro. Toda clase de aves anidará en él, y vivirá a la sombra de sus ramas.”7

      Efecto

      Por medio de la parábola, Jesús enseña que el reino de Dios puede parecer pequeño e insignificante, especialmente en Galilea en el año 28 d.C. Pero el evangelio del reino proclamado por un carpintero convertido en predicador tendría un tremendo impacto sobre el mundo en general. Los seguidores de Jesús consistían en un puñado de pescadores “incultos” a quienes se les dijo que hicieran discípulos de todas las naciones. Estos seguidores encendieron el mundo con el mensaje de salvación, el cual hoy es proclamado en casi todas las lenguas del globo. La pequeña semilla sembrada en Galilea al inicio de la nueva era cristiana ha llegado a ser un árbol que hoy brinda protección y descanso a la gente de todas partes. Y aún el día no se acaba.

      El árbol aún no ha alcanzado la madurez; aún está creciendo.8 Miramos el fenómeno del árbol creciendo y sabemos que Dios está obrando en el avance del reino. Sabemos que un sinnúmero de personas en este mundo no han oído las buenas nuevas del amor de Dios. Todas las naciones están virtualmente desprovistas de la protección y el descanso extendido por el reino de Dios. Las ramas del árbol deben continuar creciendo y extendiéndose hacia esas regiones que aún necesitan el evangelio para que las multitudes puedan encontrar refugio y descanso.9 Y cuando el evangelio del reino de Dios haya sido predicado a todas las naciones del mundo, vendrá el fin (Mateo 24:14) y el árbol habrá crecido plenamente.

      CAPÍTULO 8

      La Levadura

      “Les contó otra parábola más: «El reino de los cielos es como la levadura que una mujer tomó y mezcló en una gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa.»”

      Mateo 13:33

      “Volvió a decir: «¿Con qué voy a comparar el reino de Dios? Es como la levadura que una mujer tomó y mezcló con una gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa.»”

      Lucas 13:20-21

      La educación visual fue una de las normas pedagógicas de Jesús. Cada vez que Él enseñaba a la gente acerca del reino de Dios, usaba ejemplos tomados directamente de la vida cotidiana. Mientras creció en Nazaret, Él vio a su madre hornear el pan. Primero, ella alistaba las ollas y los sartenes; luego, tomaba harina, agua, levadura y agregaba un poco de sal. Ella mezclaba todos los ingredientes y luego dejaba el lote de masa solo. Su trabajo había terminado por el momento; la levadura tomaba el control y haría que la masa creciera. Cuando el proceso de fermentación terminaba, ella horneaba el pan.

      Jesús narró la historia de una mujer que horneaba el pan, una escena tomada de la vida diaria. La mujer tomó una cantidad más que pequeña de levadura y la mezcló con una gran cantidad de harina, y horneó suficiente pan para alimentar a cien personas en una sola comida. Tanto Mateo como Lucas señalan que la mujer tomó una gran cantidad de harina, tres medidas (sata, RV60), cada una de las cuales equivalían a 13,33 litros. Así que la mujer, tomando casi 40 litros de harina que pesaban más de 50 libras, intentaba hornear una gran cantidad de pan. Obviamente es demasiado para el consumo diario de una pequeña familia.1 Pero Sara, la esposa de Abraham, horneó eso cuando tres hombres los visitaron en Mamré (Génesis 18:6). Y en al menos otras dos referencias, la cantidad de tres medidas (seahs, o un efa) es mencionada para el horneado del pan (Jueces 6:19; 1 Samuel 1:24).

      Uno podría argumentar que las traducciones modernas opacan el significado original del versículo al traducir la palabra griega zumē como levadura y no como fermento, razón por la cual el concepto de levadura es introducido: “El reino de los cielos es como la levadura que una mujer tomó y mezcló en una gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa.” (Mateo 13:33). La levadura como la conocemos hoy es limpia, fresca y saludable. Está hecha del cultivo de una solución de sal mineral y azúcar a la que se le agrega fécula. Sin embargo, el fermento se producía almacenando un pedazo de masa de la semana anterior a la que se le agregaban jugos para promover el proceso de fermentación. El fermento se infectaba con un cultivo de bacterias dañinas que era transmitido al pan hasta que el proceso se interrumpía cuando la gente comía pan sin levadura por una semana, como sucedía durante la Pascua.2

      La intención de Jesús no es llamar fermento a algo malo. Él usa el concepto de fermento debido a su poder oculto. La levadura y el fermento hacen que la masa crezca al permearla toda. La levadura o el fermento después de ser mezclado con la harina, no podía ser hallada de nuevo. Estaba escondida y era invisible.

      Esta corta parábola ha sido interpretada de diferentes maneras. Jerónimo, por ejemplo, identificó a la mujer con la iglesia.3 Las tres medidas de harina han sido explicadas como las tres ramas de la raza humana (descendientes de Sem, Cam y Jafet); los griegos, judíos y samaritanos; o el corazón, el alma y la mente.4 Estas interpretaciones son especulativas, imaginarias y de un valor poco más que efímero.

      El punto de la parábola es que la levadura, una vez agregada a la harina, permea toda la masa hasta que cada partícula es afectada. La levadura está oculta de la vista, aunque su efecto es visible del todo. Así es como el reino de Dios demuestra su poder y presencia en el mundo de hoy.

      En la parábola de la semilla de mostaza, Jesús da a conocer la extensión y propagación del reino. En la parábola de la levadura, Jesús enfoca la atención en el poder interno del reino que lo afecta todo.

      La parábola de la semilla de mostaza ilustra el programa evangelístico global de la iglesia en obediencia a la comisión de Cristo. Él le dijo a sus seguidores que hicieran discípulos de todas las naciones. La parábola de la levadura ilustra además que esta obediencia a Cristo conlleva a cristianizar cada sector y segmento de la vida. El seguidor de Cristo deja que su luz brille delante de los hombres, para que ellos puedan ver sus buenas obras y alaben a su Padre en el cielo (Mateo 5:16). Él alivia el sufrimiento de los pobres y afligidos; Él enarbola la causa de la justicia en nombre de los oprimidos; Él demanda honestidad de quienes han sido elegidos o nombrados para gobernar la nación; Él eleva los estándares de la moral y la decencia; Él defiende la santidad de la vida; Él confirma las leyes de la tierra; Él exige integridad en los negocios, el comercio, la industria, el trabajo, las profesiones (médicos, abogados, religiosos, etc.) y en el área de la educación. Él explica de manera significativa que en Cristo “están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento” (Colosenses 2:3). Para el seguidor de Cristo, las Escrituras son relevantes en todo lugar. “Que esta ‘levadura’ del señorío de Cristo en los corazones, las vidas y las esferas humanas, ya ha ejercido una sana influencia en miles de maneras y que esta influencia aún continúa, es claro para todos los que tienen ojos para ver.”5 El que tenga oídos, que oiga.

      ¿Qué quiso decir Jesús precisamente con la expresión “reino de los cielos”? ¿Es eso un sinónimo de iglesia? El pueblo de Dios de manera individual y como cuerpo, confiesa el nombre de Jesucristo como su Salvador. Juntos conforman la iglesia y en ella reciben dones y poderes que les permiten guardar la Ley de Dios felizmente, proclamar el evangelio de salvación universalmente y promover el señorío de Dios eficazmente.6 La iglesia entonces se compone de cristianos que aplican las enseñanzas de Cristo en cada esfera de la vida. Al hacer esto, ellos promueven el reino de Dios en el que el señorío de Cristo es reconocido. En resumen, cada área de la vida afectada por la enseñanza de Cristo (la levadura) pertenece al reino.

      CAPÍTULO 9

      El Tesoro Escondido y la Perla de Gran Valor

      “El reino de los cielos es como un tesoro escondido en un campo. Cuando un hombre lo descubrió, lo volvió a esconder, y lleno de alegría fue y vendió todo lo que tenía y compró ese campo.”

      Mateo 13:44

      “También se parece el reino de los cielos a un comerciante que andaba buscando perlas finas. Cuando encontró una