y aceptación.
El presente libro compendia muchos años de trabajo y aprendizaje de los autores en su institución, el Fobia Club. Los datos estadísticos que aporta Gustavo Bustamante en este volumen son prueba de ello. Con Gustavo, tanto como con Valeria Marzucco y con Mariela Gómez nos une el haber sido compañeros a lo largo de muchos años en el desarrollo de las terapias cognitivo-conductuales en Argentina. El crecimiento en la difusión y demanda de estas intervenciones ha dado lugar a la creciente necesidad de contar con materiales de apoyo de tratamiento en lengua castellana, adaptados a nuestra cultura e idiosincrasia.
Expuesto en un lenguaje comprensible, cumplirá sin duda la función de material psicoeducativo que los autores han concebido. Como es sabido, comprender qué dispara una emoción o una conducta nos permite ser más eficaces a la hora de regular esa emoción o conducta. Las personas que se preocupan excesivamente experimentan la preocupación como un fenómeno incontrolable, en lugar de verla como una respuesta evitativa que ha devenido en hábito y ocurre, por ende, con baja percatación.
Las diversas secciones del libro proveen al lector de información actualizada y comprensible sobre distintos aspectos de la Ansiedad Generalizada y su tratamiento, tanto psicológico como farmacológico. Los autores presentan recursos cognitivo-conductuales tradicionales y también otros propios de las terapias contextuales o de los tratamientos basados en mindfulness. Tanto los contenidos como las planillas de registro incluidas convierten al libro en un buen recurso para acompañar un tratamiento cognitivo-conductual con pacientes de habla castellana.
El capítulo sobre psicofarmacología, actualizado y completo, seguramente será de utilidad para los psicoterapeutas cuyos pacientes estén en tratamiento combinado con algún tipo de fármaco.
Como todo libro escrito en 2020, no puede faltar la referencia a la pandemia covid-19, un tema que ha gatillado un sinfín de casos de Ansiedad Generalizada y que, como dicen los autores, encarna bastante bien la idea de catástrofe absoluta que temen las personas con preocupación excesiva. La pandemia, sin embargo, nos da un contexto muy interesante para que el paciente pueda aprender a lidiar mejor con la incertidumbre y a descubrir la inutilidad de la preocupación como estrategia para lidiar con el peligro.
El volumen cierra con una sección de testimonios de pacientes que padecieron Ansiedad Generalizada y recibieron un tratamiento exitoso. Estas viñetas permitirán a los lectores reconocerse en esas dificultades y desarrollar una mirada más optimista sobre la posibilidad de recibir un tratamiento eficaz.
Repasando las páginas de este libro que está por ver la luz no puedo menos que imaginarme a las personas recorrerán sus páginas y verán sus ejercicios como un recurso para mejorar sus vidas y vivir de modo más pleno y presente. Ese es mi deseo para el lector de este libro.
Eduardo Keegan
Buenos Aires, noviembre de 2020
Prefacio
Este libro, fue desarrollado como material complementario para profesionales de la salud mental, dedicados al abordaje del Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG).
Asimismo, puede orientar y servir de guía para quienes se encuentren en la búsqueda de tratamiento.
La información que encontrará en el presente ejemplar, se encuadra dentro de un marco teórico y de orientación terapéutica de corte Cognitivo-Conductual y Tercera Generación. En la actualidad, son considerados los modelos terapéuticos con mayor validación empírica para el tratamiento de los distintos Trastornos de Ansiedad.
Esperamos disfrute de la lectura y le sean útiles nuestras recomendaciones.
Dr. Gustavo Bustamante
Dr. Carlos Morra
Lic. Valeria Marzucco
Lic. Mariela Gómez
Capítulo I
Preocupación Desregulada.
Alteraciones en el mecanismo de la ansiedad
Para comprender el mecanismo de la ansiedad, analizaremos brevemente el funcionamiento del Sistema Nervioso Autónomo (SNA), regulador de las funciones y de los actos involuntarios del organismo. Lo pensaremos aquí como a nuestro principal “Comando de Seguridad”, dado que su delicada y calibrada función nos mantiene a salvo del peligro.
EL SNA, se subdivide en dos subsistemas: uno denominado SIMPÁTICO, cuya función adaptativa, permite la supervivencia, activándose como respuesta ante la presencia de estímulos que podrían resultar amenazantes para la vida y preparando al organismo para tres tipos de reacciones fisiológicas posibles: LUCHA-HUIDA-PARÁLISIS. El otro, denominado PARASIMPÁTICO, se encarga de restablecer el equilibrio basal.
De este modo, funciona de manera regulada y precisa, decodificando las posibles señales de peligro y activando todas las alertas disponibles, con la meta de protegernos ante cualquier amenaza a nuestra subsistencia.
La ansiedad adecuadamente regulada, se asocia a dicha función esperable del sistema simpático. Por ejemplo, si un sujeto se encuentra nadando plácidamente y detecta la aleta de un tiburón, aproximándose lentamente hacia él, probablemente note la reacción de su sistema simpático. El “Comando de Seguridad”, registrará las señales de peligro y enviará la información necesaria al sistema nervioso para que el nadador huya lo antes posible de aquel contexto. Esto se expresa a través de una serie de cambios fisiológicos como tensión muscular, aumento de las pulsaciones, dilatación pupilar, etc. En tierra firme y a salvo, percibirá que su organismo gradualmente, comenzará a calmarse, gracias a la intervención del sistema parasimpático que identifica el fin de la amenaza y desconecta a dicho comando.
El problema radica cuando inicia una respuesta de alerta, pero en ausencia de un peligro real, tal como ocurre en los Trastornos de Ansiedad. Por ejemplo, imaginemos nuevamente al mismo sujeto de la playa, en otro contexto. Supongamos que no detectó ningún tiburón. Por el contrario, ahora está tomando sol muy relajadamente en su reposera, pero de pronto comienza a anticipar negativamente, a rumiar, a preocuparse, por lo cual experimenta un gran malestar (nerviosismo, incomodidad estomacal, sudor, etc.) y un miedo intenso asociado a sus sensaciones fisiológicas. Piensa “¿y si me da un ataque ahora mismo?”.
En el ejemplo, se observa una hipersensibilidad del sistema simpático, de manera análoga a una alarma defectuosa cuya sirena suena ante una ráfaga de viento. En estos trastornos pareciera estar afectado o desregulado el mecanismo de ansiedad, activándose toda la seguridad disponible, pero ante una falsa alarma, es decir sin un peligro real sino mas bien, subjetivo.
Pues bien, ¿qué relación existe entre este mecanismo de alerta y el T.A.G.?. El Trastorno de Ansiedad Generalizada, presenta una hiperactividad del sistema simpático, que se expresa por medio de una marcada tendencia hacia la anticipación negativa y preocupación permanente, siendo ésta descontextualizada y muchas veces irracional.
En este cuadro, el contenido de la preocupación, no se reduce a una determinada área de la vida, como ocurre en otros trastornos de ansiedad. Por el contrario, fluctúa de un tema a otro (pareja, trabajo, familia, salud, futuro, inseguridad, cuestiones de la vida cotidiana, etc.).
La persona no logra regular el estado de alerta, todo pareciera preocupar por igual. Suele presentar dificultad para priorizar, para pasar a la acción, permaneciendo en una fase de evaluación de las posibles consecuencias negativas y manifestando limitaciones para resolver o tomar decisiones. O bien, puede suceder que logre enfrentarlo, pero con un costo psicofísico significativo (padeciendo contracturas, migrañas, dolencias físicas, alteraciones del sueño, molestias estomacales, agotamiento, etc.).
Asimismo, suelen manifestarse pensamientos catastróficos, pesimismo e incapacidad de disfrute y baja o nula conexión con el momento presente, lo cual afecta directamente la calidad de vida.
Dicho estado de ansiedad, al ser persistente,