Zoia Bozu

El portafolio del profesorado en educación superior


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el ámbito español cuenta con una más larga tradición en el uso de esta herramienta pedagógica, en el contexto de la enseñanza universitaria latinoamericana pensamos que todavía es una temática actual y novedosa.

      A continuación, presentamos una muy breve reseña sobre cada uno de los seis capítulos que integran esta primera parte del libro. En el capítulo 1, Milena Alcocer, María del Rosario Navarro, Inéride Álvarez y Clara Inés García abordan el uso del portafolio como apoyo al desarrollo profesional a través de la presentación de la experiencia de la Universidad del Rosario, Colombia. La inclusión del portafolio docente en la universidad colombiana es una “apuesta” relativamente reciente que se originó en el año 2014, pero se materializó solo hasta 2016 con el diseño del Sistema Integral de Gestión del Profesor (SIGEPUR), en el que se articularon varios módulos relacionados con la vida académica y la trayectoria del profesor, entre ellos, el portafolio docente. En la experiencia que nos presentan las autoras se parte de la premisa de que el uso de portafolios como estrategia individual e institucional en la educación superior se muestra como una excelente posibilidad para acercarse a los profesores, promover la reflexión sistemática de su quehacer docente y, como consecuencia, avanzar en el desarrollo de procesos de cambio. En este contexto, el portafolio se emplea como instrumento formativo con un gran potencial para la reflexión sistemática y crítica de la práctica pedagógica y como un recurso para la construcción del saber pedagógico.

      Por su parte, en el capítulo 2, María Isabel Arbesú nos presenta una experiencia de investigación con profesores de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco, México, cuyo objetivo se centra en el fomento de la reflexión y la autoevaluación de la propia práctica pedagógica a través del empleo del portafolio docente. Al igual que en el caso anterior, la autora nos describe una experiencia que se fundamenta, epistemológicamente hablando, desde la perspectiva formativa y de desarrollo profesional del portafolio, entendiéndolo como un medio para que el docente autoevalúe su práctica de forma crítica y propositiva. No obstante, tras la presentación de los enfoques que sustentan su investigación y la identificación de las bondades o beneficios del portafolio formativo, el capítulo se adentra en la presentación de un taller seminario en el que un grupo de profesores, interesados en mejorar su práctica docente, participaron en la realización de diversas actividades de tipo reflexivo conducentes, al final, a la construcción de su propio portafolio.

      Ya en el capítulo 3, Joan-Tomàs Pujolà y Ma Vicenta González Argüello nos presentan una experiencia sobre el portafolio digital docente llevada a cabo en la Universidad de Barcelona, en el marco de un programa de máster a distancia de Formación de Profesores de Enseñanza de Español como Lengua Extranjera (ELE). La aportación de los autores hace hincapié en una “experiencia de acompañamiento”, centrándose sobre todo en explicar el papel que desempeña la tutorización en la elaboración del portafolio por parte de los profesores del programa. Este portafolio digital docente individual fue elaborado con la ayuda de un tutor a lo largo de todo el curso de formación a distancia y tiene como propósito general incorporar la práctica reflexiva a la labor docente y a la formación de los profesores en formación.

      En el capítulo 4, Gary Cifuentes nos presenta los resultados de una investigación que pretende responder a la pregunta: ¿cómo integrar el portafolio al sistema de evaluación del trabajo académico de los profesores de la Universidad de los Andes en Colombia? En su aportación, el autor explica cómo la universidad ha venido concibiendo institucionalmente el uso del portafolio como protocolo de evaluación para la mejora tanto de la práctica docente como también de la investigación y el desarrollo institucional. Para tales fines, la universidad planteo en el año 2017 un módulo de formación para sus profesores, para acompañarlos no solamente en el desarrollo de un portafolio que incluyera la docencia, sino que incluyera reflexiones de las demás actividades o responsabilidades como profesor universitario. Así pues, la experiencia narrada por el autor revela que el concepto de portafolio es amplio y que existen diferentes posibilidades de uso, ya que diferencia en este capítulo entre portafolio de docencia y portafolio académico.

      En esta misma línea de investigación sobre el portafolio docente, pero en el contexto de la Universidad Autónoma de Yucatán, México, Edith Cisneros y Galo López ponen en escena, en el capítulo 5, tres experiencias en la implementación del portafolio docente por parte de distintos grupos de profesores de su institución: profesores que usan el portafolio como parte de su práctica docente cotidiana, profesores que usan el portafolio como herramienta para la certificación del desempeño docente, y, finalmente, profesores egresados de un programa de habilitación pedagógica que elaboraron “un portafolio que contiene evidencias de su trabajo docente con base en competencias”. Así, en esta aportación los autores evidencian que el portafolio fue utilizado en su institución desde dos concepciones distintas: por una parte, como un instrumento de evaluación formativa por parte de los profesores que participaron en el programa de habilitación institucional, y, por otra, como herramienta de evaluación sumativa por parte de “una instancia externa a la universidad que certifica a sus profesores”. Finalmente, remarcar que el texto ofrece tanto un recuento de las experiencias comentadas como también un análisis de las percepciones de los docentes que participaron en ellas.

      Por último, las profesoras Elena Cano y Laia Lluch cierran la primera parte en el capítulo 6 con la aportación de una experiencia implementada en el marco de la formación de maestros. Concretamente, con base en una rigurosa revisión teórica de la literatura sobre el tema, se aborda el uso de esta estrategia en la Facultad de Educación de la Universidad de Barcelona, con profesorado y alumnado del grado de maestro de Educación Primaria, vinculando el portafolio al desarrollo de la competencia de aprender a aprender de los maestros en formación. Es en este marco en donde las autoras concluyen que “el uso de portafolios y sus posibilidades puede permitir que su aplicación no sea exclusivamente para la acreditación o evaluación del profesorado con finalidad sumativa, sino también y, sobre todo, para su proceso de formación y de desarrollo competencial y profesional”.

      Queremos, finalmente, destacar que cada capítulo tiene su estilo único en cuanto a formato, composición y contenidos aportados, pero que al mismo tiempo todos ellos parten de una estructura común que abarca diversos apartados: desde los procesos de implementación hasta los retos, los beneficios o las recomendaciones sobre el uso del portafolio docente. Constatamos también que casi todas las experiencias que el lector podrá leer en las siguientes páginas enfocan el portafolio bajo la perspectiva o la idea de la reflexión sobre la práctica pedagógica y muestran distintas posibilidades de uso (bien sea como estrategia de evaluación o estrategia formativa) y distintos escenarios de aplicación (en la formación universitaria de los futuros maestros, en programas o procesos de formación permanente de los docentes y en la investigación).

      Y es aquí donde el libro que presentamos tiene especial mérito, ya que nos ofrece una amplia visión que enriquece la comprensión de la utilidad del portafolio del profesor y sus posibilidades de aplicación en la educación superior. Sin embargo, es un trabajo abierto que requiere continuación y sería deseable, en un futuro y en próximas publicaciones, contar con otras aplicaciones o modelos en contextos diferentes. Está especialmente pensado para los investigadores que tienen un especial interés en el estudio de esta temática, para los que se dedican a la formación del profesorado y, en parte, para los profesores “noveles” o principiantes en el uso de esta herramienta educativa.

      Por ello, en la segunda parte de la publicación, con un carácter más práctico, se presenta una guía de actividades que pretende ser un recurso y una ayuda para todos aquellos profesores o investigadores que se inician en la metodología del portafolio docente. La guía es concebida como un instrumento de autoevaluación y reflexión con un doble objetivo: por una parte, invita a los docentes a cuestionarse sobre diversos aspectos acerca de las características actuales de la docencia universitaria y del perfil del profesorado universitario en la sociedad del conocimiento y, por otra, a desarrollar un pensamiento reflexivo sobre la propia actuación docente. No obstante, las actividades propuestas en esta guía conducen finalmente al profesor que las realiza al abordaje del reto de esbozar una primera estructura de su propio portafolio docente.

      Sin más, agradecemos sinceramente a la Editorial