target="_blank" rel="nofollow" href="#ulink_b9d5d464-14ce-57bf-9651-8e801252e112">3 Loughborough, Rise and Progress, pp. 236, 237.
4 Arthur L. White, Ellen G. White: The Early Years (Washington D.C.: Review and Herald Publishing Association, 1985), p. 464.
5 Elena G. de White, Testimonies for the Church [Testimonios para la iglesia] (Mountain View, Calif.: Pacific Press Publishing Association, 1948), t. 1, pp. 246-268.
6 Personal Memoirs of U.S. Grant (New York: Charles L. Webster Co., 1885-1886), t. 1, pp. 349, 356.
7 New York Times editorial, alrededor de 1º mayo, 1861, citado en Robert L. Dabney, Life and Campaigns of Thomas J. Jackson (New York: Blelock and Co., 1866), p. 210 n.
8 Harper’s Weekly (4 de mayo de 1861).
9 Abraham Lincoln, en una carta al Congreso el 4 de julio de 1861, citado en Carl Sandberg, Abraham Lincoln, The War Years (New York: Charles Scribner’s Sons, 1939), t. 3, p. 290.
10 Editorial, New York Times, 10 de enero de 1861.
11 Allan Nevins, War for the Union (New York: Charles Scribner’s Sons, 1959), pp. 2-5.
12 “Civil War” Encyclopaedia Britannica, 11a ed.
13 Véase William T. Sherman, Memoirs of General William T. Sherman (New York: Appleton and Co., 1876) t. 1, pp. 203-205, 217.
Capítulo 2
EL SURGIMIENTO DEL ESPIRITISMO: POR QUÉ NO SIEMPRE PODEMOS CONFIAR EN NUESTROS OJOS U OÍDOS
En 1848 Elena de White tenía 20 años de edad. Durante los últimos tres años había entrado en contacto con personas que habían experimentado y estaban promocionando variadas formas de espiritismo, abarcando desde el mesmerismo, los trances, hasta los aparentes “milagros”. De hecho, el desenfrenado crecimiento de grupos espiritistas, incluyendo a los Shakers, instó a los dirigentes milleritas, reunidos en asamblea en la Conferencia de Albany en 1845, a votar el siguiente acuerdo: “Resuelto, Que no tenemos confianza de ningún mensaje nuevo, visiones, sueños, lenguas, milagros, dones extraordinarios, revelaciones, impresiones, discernimiento de espíritus, o enseñanzas, etc., etc., que no esté de acuerdo con la Palabra de Dios no adulterada”.14
Parte de este acuerdo apuntaba a los “espiritualistas”,15que seguían creyendo que la fecha de 1844 era válida y que Jesús había venido individualmente a los fieles, no física sino espiritualmente. Algunos, creyendo que ahora vivían en el milenio, decían estar sin pecado, y se rehusaban a trabajar porque, al hacerlo, negarían su convicción de que Jesús había venido. Algunos afirmaban tener “esposas espirituales”, mientras que otros abrazaban el celibato.
La joven Elena tuvo que andar en medio de toda esta confusión, y a menudo fue ella misma el blanco, como una más de esas autodesignadas profetas “espiritualistas”. Ella escribió:
“En el período del Chasco, después del cumplimiento del tiempo en 1844, surgieron diversas formas de fanatismo. Algunos sostenían que ya había ocurrido la resurrección de los muertos. Se me envió a dar un mensaje a aquellos que creían en esto, tal como ahora estoy dando un mensaje a vosotros. Declaraban que habían sido perfeccionados, y que su cuerpo, alma y espíritu eran santos. Realizaban demostraciones similares a las que hacéis vosotros, y confundían sus propias mentes y las mentes de otros con sus suposiciones maravillosas. Sin embargo, esas personas eran nuestros hermanos amados, y anhelábamos ayudarlos. Fui a sus reuniones. Había mucha excitación, con ruidos y confusión. No era posible captar claramente lo que estaba ocurriendo. Algunos parecían estar en visión y caían al suelo. Otros saltaban, danzaban y gritaban. Declaraban que como tenían la carne purificada, estaban listos para la traslación. Repetían esto una vez tras otra. Di mi testimonio en el nombre del Señor, y presenté su reproche contra estas manifestaciones”.16
A pesar de sus protestas en contra de estos espiritualistas, la Sra. de White a menudo fue malinterpretada, hasta que otros adventistas sabatistas pudieron establecer la distinción claramente. Ella notó: “Se me ha acusado con frecuencia y falsamente de enseñar opiniones peculiares propias del espiritismo. Pero, antes de que el redactor del Day-Star diera con ese engaño, el Señor me dio una visión de los efectos tristes y desoladores que producirían en la grey ese redactor y otros al enseñar tales opiniones espiritistas”.17
Algo sucedió, en 1848, que cambió todo
Aunque estas manifestaciones aisladas y localistas distraían la atención en la década de 1840, algo sucedió en 1848 que cambiaría dramáticamente la atracción futura del espiritismo; un empujón que para mediados del siglo XIX se desplegaría más allá de la imaginación. Despliegue que tendría profundas consecuencias en el tiempo del fin.
“Los historiadores por lo general concuerdan en que el movimiento espiritista moderno se inició con los ‘golpes’ o ‘toques’ en las paredes de un hogar en Hydesville, Nueva York, a unos 55 kilómetros al este de Rochester, la casa de la familia Fox. Dos hermanas, Kate y Margaret Fox, relataron que se asustaron por unos extraños golpeteos en la pared, por la ropa de cama que era retirada de la cama y por los muebles que se movían por el cuarto. Luego de controlar su miedo, diseñaron un código por medio del cual podían comunicarse con el ‘golpeador’. Investigaciones más profundas indicaron que las hermanas se estaban comunicando con el “espíritu” del asesinado Charles B. Rosna, que había muerto en esa casa. Lo que era extraordinario acerca de este informe fue que el “espíritu” se comunicaba por medio de ‘golpes’, y no sencillamente a través de una persona en trance. De este modo, nació el espiritismo moderno, que afirmaba ‘hablar’ con los espíritus de quienes habían muerto”.18
Este desarrollo inesperado era muy distinto de la extraña conducta de los espiritistas anteriores, que tenían su propio estilo. Siendo que ya no se centraba solamente en cuartos oscuros bañados con la luz de las velas, el espiritismo atrajo a hombres y mujeres destacados, que se convirtieron en sus defensores por la pluma y la práctica.
Detrás de todo fenómeno espiritista: la idea de un alma inmortal
¿Qué hay detrás de todo esto? Una de las razones centrales para este creciente interés en el espiritismo en los tiempos modernos es la noción del alma inmortal, defendida tanto por católicos como por la mayoría de los protestantes. Sin esa falsa creencia, el espiritismo no existiría hoy en día. Probablemente, ni uno en un millón notaría hoy que esta idea entró en la iglesia cristiana no por las enseñanzas bíblicas, sino directamente desde la filosofía griega. ¡Pero ese es tema para otro libro!
Durante sesenta años los escritos de Emmanuel Swedenborg y las enseñanzas de Franz Mesmer proveyeron sustento a quienes buscaban un conocimiento personal de la vida después de la muerte. Swedenborg creía que podía, en un estado de trance, “conversar íntimamente” con los espíritus, y sus escritos describían el mundo de los espíritus. Afirmando que no había cielo ni infierno, sino más bien una serie de esferas por medio de las cuales el “espíritu del difunto” ascendía a niveles más elevados de sabiduría,