Puerto Belgrano. Simulan ejercicios navales.
30 de marzo. La inteligencia inglesa advierte al gobernador Rex Hunt de los planes argentinos. Los Estados Unidos también ponen en alerta a Gran Bretaña. La primera ministra Margaret Thatcher ordena alistar la flota, que estaba en Gibraltar.
31 de marzo. A las 12:57, la flota de mar pone rumbo al norte de las Malvinas.
1 de abril. Debido a las malas condiciones climáticas, se posterga el desembarco para el día 2 a las 6 horas.
En la noche, comandos anfibios —que venían en la fragata Santísima Trinidad— desembarcan al sur de Puerto Argentino.
Del submarino Santa Fe, 10 buzos tácticos se dirigen al faro San Felipe, al este de Puerto Argentino y desconectan una alarma eléctrica que enlaza con el cuartel inglés.
Desde Gibraltar, parte el submarino británico Esplendid.
La fuerza que desembarcó en Malvinas se denominó Fuerza de Tareas Anfibia nro. 40 y estuvo bajo el comando del contraalmirante D. Walter O. Allara. Esta fuerza estaba integrada por los siguientes componentes:
a. La Fuerza de Desembarco se integró con el Batallón de Infantería de Marina nro. 2 (BIM 2), una Agrupación de Comandos Anfibios, una Sección de Tiradores del Regimiento de Infantería 25, un Grupo de Comandos Anfibios y una Reserva.
b. Un Grupo de Transporte, con el Buque de Desembarco de Desembarco de Tropas ARA Cabo San Antonio, el Rompehielos ARA Almirante Irízar” y el buque de transporte Isla de los Estados.
c. Un Grupo de Apoyo, Escolta y Desembarco, formado por las Fragatas Tipo 42 ARA Hércules y Santísima Trinidad, más las corbetas ARA Drumond y Granville.
d. El Grupo de Tareas Especiales, constituido por el submarino ARA Santa Fe.
La misión de la Fuerza de Tareas establecía la reducción de la resistencia armada de la isla, constituida por 68 infantes de Marina del Destacamento de Marina Real NP 8901, más algunos irregulares voluntarios pertenecientes a la población local, la ocupación de Puerto Stanley (Puerto Argentino), la toma del Aeródromo y la instalación de un Gobierno Militar Argentino.
A las 00:30 horas del 2 de abril, se inició el desembarco en la zona de Puerto Enriqueta, 4 km al sur de Puerto Argentino, con los comandos anfibios para tomar el cuartel de los Royal Marines. Tres horas más tarde desembarcaron del submarino Santa Fe los buzos tácticos en proximidades del cabo San Felipe para tomar el faro que había en ese lugar y asegurar el desembarco en la playa York, de vehículos anfibios con efectivos del Batallón de Infantería de Marina 2 y del Regimiento de Infantería 25. Estas fuerzas debían converger en pinzas a Puerto Argentino.
Un grupo, al mando del capitán de Corbeta Pedro Giacchino, tenía la misión de ir a la casa del gobernador a exigirle la rendición.
A las 6:15 horas parte desde Comodoro Rivadavia el primer avión con efectivos de Regimiento de Infantería 25 y luego sucesivamente, después de obtenerse el control del Aeropuerto, le siguen otros aviones con efectivos. También llega la Compañía de Ingenieros 9.
Aproximadamente a las 6:30 Giacchino, con la orden de no producir bajas en el enemigo, rodea la casa del gobernador, que se niega a deponer su actitud. Giacchino decide ingresar solo a la vivienda y es abatido por una ráfaga de ametralladora. Su segundo, el teniente de Fragata Diego García Quiroga también es herido cuando lo está auxiliando, así como el cabo primero enfermero Ernesto Urbina, que había ido en rescate de ambos.
El gobernador de las islas, consciente de que está rodeado, negocia su rendición con Carlos Büsser. “Los intimo a que abandonen las islas, desembarcamos en 1833”, expresó Hunt. “Ríndanse”, contestó Büsser.
La rendición se efectiviza a las 9:15 horas ante el designado comandante del Teatro de Operaciones Malvinas, general de División Osvaldo García. El fotógrafo argentino Rafael Wollmann, que estaba en las islas hacía más de una semana, fue el que tomó las primeras fotografías de los soldados británicos con los brazos en alto.
El general García se hace cargo de las islas y al mediodía se iza oficialmente la bandera argentina en el mástil frente a la Casa del Gobernador.
Mientras tanto, en Buenos Aires se difundía la noticia de la recuperación.
Se crea el Apostadero Naval Malvinas, y parten los militares británicos y el gobernador colonial con destino a Montevideo. Finalizaban 149 años de ocupación británica y comenzaba una guerra que duraría 74 días.
La operación fue exitosa, hubo tres bajas propias y ninguna del enemigo, tal como había sido requerido. En horas de la noche, luego de que arribaran los efectivos iniciales previstos para la ocupación, se inició la Fase de Reembarco de las tropas de la Armada que no quedarían en las islas, pero fue interrumpida por la Junta Militar, ya que se había recibido la información de que Gran Bretaña estaba dispuesta a enviar una considerable Fuerza de tareas naval para recuperar las islas. (Ver: I. Rattenbach, pág. 62).
CAPÍTULO XII
EL PACTO QUE SE QUEBRÓ EN MALVINAS. UNA PULSEADA DESIGUAL
El TIAR mostró su fragilidad y fue cuestionado tras la guerra del Atlántico Sur.
El sistema común de defensa continental que intentó ser el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), cuya convocatoria impulsó el gobierno argentino, tuvo su prueba de fuego en la guerra de las Malvinas. Y tuvo un fracaso rotundo.
Pese a haber sido antecesor de la OTAN, los años y las aplicaciones controvertidas fueron llevando al TIAR hacia una crisis tan pronunciada que hoy muchos de sus miembros lo consideran obsoleto.
Impulsado por Washington en los albores de la Guerra Fría, el tratado nació en Río de Janeiro, en 1947, y fue ratificado por 21 países. “Un ataque armado por parte de cualquier Estado americano será considerado un ataque contra todos los Estados americanos”, establece en su artículo 3.
Esa norma, columna vertebral del acuerdo, solo se aplicó cuando benefició a los objetivos de los Estados Unidos y se incumplió (o se pasó por alto) cuando no coincidió con los intereses del socio más poderoso.
El tratado no fue convocado en 1961 tras la fallida invasión a bahía de Cochinos, en Cuba (que todavía era miembro del TIAR) y dio el visto bueno a las invasiones a la República Dominicana, Nicaragua y Panamá, y a la política norteamericana durante la crisis de los misiles, en 1963.
El mecanismo fijado establece que los cancilleres de los países firmantes deben reunirse ante el pedido explícito de uno de ellos que se sintiera afectado por otra nación.
Hasta 1982, el TIAR había sido convocado 13 veces. Gracias a su intervención se evitó que derivaran en guerras conflictos entre Costa Rica y Nicaragua (en 1948 y 1955) y entre Honduras y El Salvador (en 1969).
Pero hasta el 22 de abril de 1982, cuando el canciller argentino Nicanor Costa Méndez convocó el TIAR para reclamar ayuda frente al conflicto en las islas Malvinas, los miembros del sistema común de defensa jamás se habían enfrentado ante un verdadero estado de guerra.
Tras recuperar el control de las Malvinas, la Argentina buscó apoyo regional contra el ataque británico.
Con la flota del Reino Unido acercándose al Atlántico Sur, el gobierno argentino consideraba que eso constituía una amenaza contra la paz en el continente y justificaba la invocación del compromiso del pacto. En la reforma del TIAR de 1975, la Argentina había logrado que se extendiera el límite de la zona de seguridad de modo de que incluyera al archipiélago de las Malvinas.
Costa Méndez reclamaba la aplicación del artículo 8, que compromete a los países firmantes a tomar represalias económicas o diplomáticas conjuntas contra el país agresor, de ser aprobado por la mayoría. Lo que no se fija es el uso de la fuerza, que deja supeditado a la decisión de cada país.
En una noche dramática, en la que Costa Méndez invocó la inminencia del ataque británico, la asamblea aprobó por 17 votos en favor y cuatro abstenciones una declaración