Mario Amorós Quiles

Compañero Presidente


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país sufría de parte de Washington:

      Ayer era Guatemala el polvorín comunista que ponía en peligro la hermandad americana. Hoy es Cuba. Ayer y hoy el Departamento de Estado norteamericano defiende, impúdicamente y por los peores métodos de presión económica y atropello, los intereses de sus connacionales, su influencia política.

      Ayer y hoy, muchos gobiernos de Latinoamérica aceptan dócil y servilmente la voz de orden del poderoso país del Norte. Como siempre, la raída bandera del anticomunismo se esgrime para atentar en contra de la soberanía de los pueblos: ayer, contra Guatemala; hoy, contra Cuba.

      Allende recorrió la historia de Cuba desde la agresión de la corona española en las postrimerías del siglo XV, hasta las luchas por la abolición de la esclavitud y la independencia en el siglo XIX, desde la guerra de los Diez Años a José Martí y su Partido Revolucionario Cubano, la Enmienda Platt y las dictaduras de Gerardo Machado y Fulgencio Batista. En su parte final, hizo una fundamentada y apasionada defensa de los logros de la Revolución en su primer año y medio, para finalizar con estas palabras:

      He querido dar los antecedentes irrefutables que he podido juntar para hacer presente que la Revolución Cubana era un hecho social necesario, indispensable, impostergable. Los entrego al país para que se comprenda también quiénes están agrediendo a Cuba y por qué razones lo hacen.

      La revolución, en su obra creadora, ha hecho mucho en lo material. Ya se conoce, por medio de mis palabras, parte de lo realizado. Pero lo que no podrán comprender ciertos círculos en toda su magnitud es la transformación moral que se ha alcanzado: el cubano de ayer no es el de hoy. La Cuba de la fiesta, del jolgorio, de la irresponsabilidad, de la coima, ha desaparecido. El pueblo cubano, hoy, es un pueblo distinto, señor de su propio destino. Se han refundido en el crisol de la patria, en el altar de la tarea común, el maestro universitario y el campesino, el intelectual y el obrero, el estudiante y el profesional. (...)

      El pueblo de Chile ha reaccionado y siente la Revolución Cubana, la comprende y la defiende como suya. Nuestros estudiantes han firmado un acuerdo con los estudiantes cubanos. Nuestra Central Única de Trabajadores ha llegado a un convenio de ayuda y de defensa mutua con los trabajadores cubanos. Partidos populares, e, incluso partidos de centro, con alguna reticencia, han manifestado su apoyo a la revolución. Es decir, la inmensa mayoría de los chilenos está con la revolución.

      Es hora de que se entienda que la lección de Guatemala se ha aprendido. Estados Unidos debe entender que hoy día Latinoamérica se ha revitalizado con la Revolución Cubana. Con métodos distintos y estrategias diferentes, de acuerdo con las características de cada uno de nuestros países, vamos a una misma meta que dignifique nuestras vidas y asegure la independencia económica de nuestros países.

      Desde aquí, como un homenaje a la Revolución Cubana, a su Gobierno y a su pueblo, sólo puedo decir que la agresión contra Cuba es una agresión a la tierra, a la sangre y a la historia de Latinoamérica.

      En mayo de aquel año había participado en Maracay (Venezuela) en el II Congreso Interamericano Pro-Democracia y Libertad junto con otros 250 delegados de las 21 repúblicas americanas. La revista venezolana Momento le escogió junto con otros siete «líderes continentales» y le sometió a un cuestionario de cinco preguntas. Interrogado sobre si América Latina vivía un «trance revolucionario» y en qué medida estaba influido por la Revolución cubana, respondió de manera afirmativa (Archivo Salvador Allende, 1, 1990: 15):

      Lo demuestra el hecho de que hayan sido derrocados los dictadores de Perú, Colombia, Venezuela y Cuba. Además, porque existe conciencia en la mayoría de nuestros pueblos de que sólo sobre un cambio profundo en las estructuras institucionales será posible el desarrollo económico, la elevación del nivel de vida de las masas y el camino para la industrialización nacional. Cuba, a mi juicio, influye notablemente, lo cual no significa que con los mismos métodos y prospectos los pueblos americanos vayan a hacer lo mismo que se ha hecho en Cuba. Pero Cuba ha demostrado lo que es la Revolución Nacional, que tiene que ser, a mi juicio, antiimperialista y antifeudal. Las revoluciones tendrán características propias en cada país, ya que en los pueblos de América Latina existen distintas etapas de desarrollo. Pero, siendo nacionales, estas revoluciones tienen que proyectarse en el ámbito continental. Deben ser revoluciones humanas, en el sentido del respeto a la dignidad individual y colectiva, y democráticas, o sea, que expresen el sentimiento mayoritario.

      Aquéllos que pretenden calcar la Revolución Cubana, en sus procedimientos o métodos, cometen un error tremendo, y aquellos que pretendan ignorar su realidad y su proyección en el futuro son unos cretinos.

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