Isaïes Blesa Duet

Un nuevo municipio para una nueva monarquía.


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sus intereses, puesto que aquel no pretendía abolir los derechos señoriales, cuanto defendiéndose de los movimientos de tipo social que pudieran derivarse de las revueltas de campesinos y jornaleros, que sí perjudicaban sus seculares privilegios en la sociedad del Antiguo Régimen, y su dominio del poder y economía locales. Cuando los campesinos y jornaleros, apoyados por algunos sectores eclesiásticos optaron por el archiduque, lo hicieron ante la esperanza de mejorar su condición social. Debemos concluir pués, que, aunque mayoritariamente partidaria la ciudad de la causa austracista, existió idéntica fractura social que en el resto de la sociedad valenciana. Las conductas y opciones de cada cual, en un contexto de guerra civil, son siempre complejas y difíciles de determinar. Esas opciones las marcarían, en la Xàtiva de 1707, aparte de razones políticas y económicas, las puramente militares (existencia de guarniciones), actitudes gregarias y, cómo no, los sentimientos y convicciones personales.

      En lo tocante a los hechos bélicos, conocemos por diversos autores en sus relatos y por otros testimonios del sitio, incendio y destrucción de Xàtiva, así como del extrañamiento de la mayoría de la población, iniciando un período terrible para la ciudad, del que se recuperaría solo muy lentamente, y ya dentro de unas nuevas coordenadas políticas y administrativas, que irían asentándose como nuevo modelo municipal a lo largo del Setecientos.

      La Guerra de Sucesión supuso para Xàtiva destrucción, alteración del «normal» funcionamiento de una sociedad, de una economía y de unas instituciones que se habían configurado bajo el ordenamiento foral. Las condiciones en que tuvo que recobrarse y recuperarse la ciudad tras el conflicto y desastres sufridos no fueron fáciles. De ello dan cuenta las responsabilidades que hacia la «nueva ciudad» debía asumir el «ministro» que el rey nombrase con tal motivo. Estas eran:

      1) Evaluar las casas y solares de San Felipe.

      2) Anotar cuáles eran de vecinos vivos y cuáles de difuntos.

      3) Las pertenecientes a iglesias, conventos o capellanías.

      4) Inventariar todas las tierras, campos, montes, viñas y arboledas, aguas de regadío del término de San Felipe.

      5) Hacer pregón en Valencia y lugares cabezas de partido para que los vecinos fieles al rey comparecieran para demostrar su fidelidad y reintegrarse a la nueva ciudad, poniéndose sobre los portales de sus casas una señal en recuerdo perpetuo de su lealtad.

      6) Hacer pregonar y poner edictos para que todas aquéllas personas que tuviesen censos, obligaciones reales, hipotecas, tierras o posesiones, o bienes vinculados, pasasen a justificar sus derechos.

      7) Averiguar los propios que tenía la ciudad y, según la planta y territorio se asignara dote competente para el público, al modo de las ciudades de Castilla.

      8) Establecer plantas de casas de ayuntamiento, alhóndiga, pósito, carnicerías y otras oficinas públicas.

      De ese enfrentamiento colegimos un grave conflicto de intereses entre dos partes de la misma administración, que debían ser organizadores de la vida política y económica de la nueva ciudad que se intentaba reedificar. Igualmente, se traslucen algunos aspectos, como son qué personas conformaron la oligarquía de San Felipe y su actuación al frente de las instituciones, sus estrategias para gestionar las mismas, sus alianzas y facciones. Esta primera época se caracterizó por la confusión, la indefinición de atribuciones, el solapamiento de jurisdicciones, entre otras irregularidades, derivadas muchas de ellas de la misma situación bélica. Igualmente, y no menos importante, en estos sucesos podemos ver un atisbo de las intenciones del monarca de intervenir decididamente en la gestión de su reino y de sus bienes.