unas píldoras contra el mareo –señaló–, también debieran circular píldoras contra la nostalgia. Para extirparla radicalmente, porque no es este el momento de entregarnos al tiempo perdido sino de hincar nuestra voluntad en el futuro. No debemos reclinar la cabeza sobre el cojín de los recuerdos sino alzarla gallardamente para salir al encuentro del pueblo fraternal que nos acoge.
Pero no resultaba fácil vencerla. La añoranza de ese país que no existía estaba entreverada con la nostalgia y la creciente certeza de que aquellos tiempos de su juventud y de los anhelos republicanos habían desaparecido para siempre. Nostalgia de lo que pudo haber sido y ya nunca volvería a ser. Los refugiados fueron en cierto modo sobrevivientes de sí mismos. «Mis padres invocaban el exilio y la guerra, pero llegaba por las ventanas el Parque México».64 Fue el drama y el doble rostro del exilio: una vida entre la integración y el desarraigo. Una vida escindida entre México y España.
1. En el poema «Bajo el cielo de marzo».
2. Véase NC, 4.
3. Véase NC, 15.
4. En el archivo de la Universidad de Valencia no he encontrado el expediente disciplinario al que se refiere Deltoro. Véase NC, 32 y 33.
5. Juan Renau: Pasos y sombras. Autopsia (edición, introducción y notas de Rosa Martínez Montón), Sevilla, Renacimiento, 2011, p. 289; 1.a edición, México, Aquelarre, 1953.
6. Entre 1926 y 1929, y de nuevo entre 1931 y 1935, Deltoro cursó diferentes asignaturas de Letras y Derecho en Valencia y Murcia, universidad creada en 1915. El recurso a la matrícula no oficial en Murcia para la obtención de la licenciatura en Derecho era una práctica extendida. Renau dedicó un extenso comentario a Deltoro, Ángel Gaos y Francisco Carreño Prieto como redactores de Nueva Cultura, véase Textos y documentos, 10.
7. M. F. Mancebo: La Universidad de Valencia. De la Monarquía a la República (1919-1939), Valencia, Instituto de Cultura Juan Gil-Albert-Universitat de València, 1994, passim. Ernest Sánchez Santiró y Ximo Revert: «Una arquitectura per a la ciència. La Facultat de Ciències de la Universitat de València (1909-1944)», Afers, 10, 1990, pp. 455-474. Véase NC, 35-37.
8. La creciente presencia de alumnas en la universidad fue lenta, pero sostenida, si bien Valencia –a enorme distancia de Madrid o Barcelona– ofrece porcentajes bajos respecto a distritos como Zaragoza o Santiago de Compostela. Mercedes Montero: La conquista del espacio público. Mujeres españolas en la universidad (1910-1936), Madrid, Minerva Ediciones, 2009, pp. 110-114. Dolores Sánchez Durá y Vicenta Verdugo Martí: Memoria. El acceso de las mujeres a la Universitat de València (1910-1965), Universitat de València. Unitat de Igualtat, 2011.
9. Véase NC, 13, 60 y 61.
10. J. Renau: Pasos y sombras…, pp. 296-297. Sobre Manuel Martínez Iborra y la FUE, véase NC, 34 y 50.
11. Mayte Gómez: El largo viaje. Política y cultura en la evolución del Partido Comunista de España, 1920-1939, Madrid, Ediciones de la Torre, 2005, p. 159. Renau: «Notas…», p. XVI.
12. [‘Ya tenemos las fotografías’] [‘Una joven alta y opulenta, morena de cabello y ojos negros como el azabache. Va tocada con una boina ligeramente ladeada, es muy atractiva’]. La exposición –que exhibió el retrato de Max Aub pintado por Genaro Lahuerta– fue organizada por el crítico Manuel Abril, promotor de la renovada Sociedad de Artistas Ibéricos. En el relato de Castelló aparecen Joan [Renau], Antoni Pons [Deltoro] y Bernat Claramunt [Clariana], amigos inseparables, asistiendo a la conferencia de Juan Chabás que acompañó la muestra de arte moderno, G. Castelló: València dins la tempesta, Valencia, Edicions del Bullent, 1987, pp. 19-23, 60-61. Javier Pérez Segura: «La Exposición Novecentista de Valencia», Arte moderno, vanguardia y estado. La Sociedad de Artistas Ibéricos y la República (1931-1936), Madrid, CSIC-Junta de Extremadura, 2003, pp. 81-88.
13. En el poema «Caligrafías» (1997), véase p. 260.
14. Véase NC, 44. La propuesta de Pérez del Muro no fue atendida. Santos de pueblo pertenece a la Fundación Cultural Mapfre. Eugenio Carmona: «Solana. El invitado, el primitivo y lo inquietante», en María José Salazar y Andrés Trapiello (dirs.): José Gutiérrez Solana, Madrid, Turner-Grupo Santander-MNCARS, 2004, pp. 121-189.
15. José Luis Almunia: «Las exposiciones vanguardistas de Valencia», La Semana Gráfica, 2 de mayo de 1931, reproduce el cuadro con el título Retrato.
16. Véase Textos y documentos, 10 y 11. Juan Gil-Albert: Memorabilia, Barcelona, Tusquets, 1987, p. 205.
17. [‘El aislamiento del partido era total, él mismo se había creado un gueto del que no salía, los obreros lo miraban con indiferencia’]. Véase NC, 54 y 55.
18. Mayte Gómez: El largo…, pp. 187-189. Fernando Hernández Sánchez: «El Partido Comunista de España en la Segunda República», Bulletin d’Histoire Contemporaine de l’Espagne, 51, 2017, pp. 85-100.
19. [‘Todas las dificultades de la confusión resumidas. […] Los estudiantes, que simpatizan con el comunismo en una proporción del 33 % en el seno de su organización profesional, la FUE, los escritores y los artistas –de los que un grupo acaba de fundar una AEAR en Valencia, que cuenta ya con 70 miembros–, los autonomistas –cuya juventud de izquierda se acerca a nosotros, todos hablan de la URSS con simpatía, con esperanza, con ardor’]. Véase NC, 51.
20. Véase NC, 53.
21. Véase NC, 56.
22. «Testigos negros de nuestro tiempo» apareció en los números 1, 2, 3, 6, 7-8, 9, 10, 10 bis, 12, 13 y en la primera entrega de la segunda época, en marzo de 1937. Manuel Andújar: «Los valencianos que conocí en México», en M. García (ed.): Exiliados. La emigración cultural valenciana (siglos XVI-XX), Valencia, Conselleria de Cultura, 1995, II, pp. 203-209.
23. Hora de España, revista mensual (23 números), Valencia, enero 1937-Barcelona, noviembre 1938, 5 vols., Liechtenstein-Barcelona, Topos Verlag AG-Editorial