Manuel José Fernández Márquez

El silencio es la música del alma


Скачать книгу

la plenitud de tu vida divina,

      que te transforma en Dios.

      Señor, silénciame.

      Señor, vacíame.

      Señor, lléname.

      Señor, enamórame.

      Señor, transfórmame.

      6. Pensamientos del viento 1

      Cuida el silencio

      y el silencio cuidará de ti.

      Sólo nos habla el silencio

      cuando nosotros escuchamos en silencio.

      Cuando vivo en silencio,

      todo está es su sitio,

      dentro y fuera de mí

      y una gran quietud

      invade mi alma.

      Las palabras más bellas son

      las que brotan del silencio,

      las que expresan el silencio,

      las que llevan al silencio…

      El silencio es un sonido

      inefable más allá del ruido,

      que sólo percibe

      el alma sosegada.

      7. Quietud, silencio, calma infinita…

      Quietud, silencio, calma infinita…

      Quietud en el espacio de las cosas,

      silencio en el suave gesto de mis manos,

      paz y calma en mis pensamientos,

      quietud que embarga mi alma.

      Quietud, silencio, calma infinita…

      Quietud, silencio en cada objeto,

      silencio en el aire que respiro,

      armonía y sosiego en cada paso de mis pies,

      quietud y silencio en la caricia que respiro.

      Quietud, silencio, calma infinita…

      Quietud en mis manos y en la yema de mis dedos,

      quietud en mis labios y en mis mejillas,

      silencio en la mirada de mis ojos,

      quietud y suavidad en el aire que respiro.

      Quietud, silencio, calma infinita…

      Quietud en mis manos y en mis gestos,

      quietud en la vida que corre por mis venas,

      silencio en los latidos de mi corazón,

      quietud y calma infinita en el hondón de mi alma.

      Quietud, silencio, calma infinita…

      Quietud en todo mi cuerpo,

      silencio en mi mente suave y calmada,

      quietud en el lago de mi alma,

      silencio y quietud en la presencia dibujada.

      Quietud, silencio, calma infinita…

      Quietud, presencia enamorada,

      silencio amoroso que unifica,

      quietud amorosa que enamora,

      silencio y quietud, unidos en uno los dos.

      Quietud, silencio, calma infinita…

      Quietud, paz infinita, dentro y fuera,

      silencio infinito y eterno, ahora,

      quietud amorosa del alma en su presencia,

      comunión íntima que nos hace uno a los dos.

      Quietud, silencio, calma infinita…

      8. Leyendo a los místicos 1

      «Son muchos los que andan buscando constantemente, pero sólo encuentran los que permanecen en constante silencio...

      El hombre que se complace en la abundancia de palabras, aunque diga cosas admirables, está vacío por dentro.

      Si amas la verdad, sé amante del silencio.

      El silencio, como la luz del sol, te iluminará en Dios y te librará de los fantasmas de la ignorancia.

      El silencio te unirá con el propio Dios...

      Más que cualquier otra cosa, ama el silencio, que habrá de darte un fruto que ninguna lengua humana es capaz de describir.

      Al principio hemos de violentarnos a nosotros mismos para permanecer silenciosos, pero luego nace algo en nosotros que nos arrastra al silencio.

      Ojalá te haga Dios experimentar ese «algo».

      Si lo logras, una luz inefable te iluminará... y, al cabo de un tiempo, una indecible dulzura nacerá en tu corazón, y el cuerpo se verá casi obligado a permanecer en silencio.»

      Isaac de Nínive, un monje sirio.

      Citado por A. de Mello,

      Contacto con Dios, págs. 53-54, Sal Terrae.

      9. Miedo al silencio

      Tenemos muchos miedos. Es humano tener miedos: al dolor, a la soledad, al futuro, al qué dirán, al fracaso, al absurdo...

      Pero sobre todo tenemos miedo al silencio. No sabemos qué hacer con el silencio.

      No sabemos a dónde nos acabará llevando.

      No sabemos a qué mundo desconocido nos acabará conduciendo.

      El silencio nos lleva a una experiencia de soledad...

      El silencio como soledad nos lleva a situarnos ante nosotros mismos, desnudos, sin ropajes ni artificios, solos ante nuestra cruda y bella realidad.

      A esta soledad, sin nadie que nos arrope, sin nadie que nos comprenda o proteja; a esta soledad le tenemos miedo. Nos cuesta vernos tal como somos y aceptarnos tal como somos...

      Por eso, una razón para huir del silencio es nuestro miedo a la soledad, miedo a nosotros mismos, miedo a encontrarnos con nuestra propia realidad.

      Si tenemos paciencia y afrontamos ese miedo a la soledad sin buscar compensaciones, recuperaremos el paraíso perdido, descubriendo la riqueza de vivir y existir tal como somos; recuperaremos el paraíso perdido y encontraremos el hogar, nuestro hogar. Un hogar lleno de vida y de paz. La vida y la paz que brota del silencio, la vida y la paz que da el amor del corazón, la vida y la paz que da la luz de Dios, iluminando nuestra mente y nuestro corazón.

      Si tenemos paciencia y vivimos el miedo a la soledad más allá de ella, encontraremos el valor del silencio en su pleno sentido: encontraremos nuestra comunión con nosotros mismos, con Dios y con toda la creación.

      10. Señor, todo es sonido silencioso

      Señor, todo es y no-es infinito.

      todo es y respira el aliento eterno,

      todo es sonido silencioso,

      eco de tu música silenciosa y divina.

      Señor, palabra es tu silencio

      en mi corazón,

      silencio amoroso es tu caricia,

      llenando de paz el hondón de mi alma.

      Señor, sumergido en tu quietud

      callada y amorosa,

      vislumbro tu eterna presencia

      en un mar sin orillas y sin música.

      Señor, silencio y quietud es todo,

      amor y ternura es tu presencia.

      Señor, silencio, hecho palabra inefable,

      es tu voz misteriosa en mi alma.

      Señor