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La dolce vita
El sur de la bota italiana pone a nuestros pies los deseos más irresistibles. Este destino, a solo dos horas de España, confirma lo evidente: el corazón del Mediterráneo ofrece mil encantos centenarios. Tierra de encuentros, intercambios y fronteras desde hace miles de años, forma una encrucijada de civilizaciones y culturas, un puente entre Oriente y Occidente. Su patrimonio se forjó y enriqueció gracias al contacto con los griegos, los bizantinos, los normandos y un emperador germánico, Federico II, que la convirtió en su tierra elegida. El sur de Italia es, por supuesto, el mar omnipresente que lame suavemente las ruinas grecorromanas, las playas paradisíacas y los pueblos de pescadores. Ese mar que invita a relajarse en las aguas cristalinas, a descubrir calas secretas y a realizar excursiones en barco.
A la civilización mediterránea se le superponen la de la tierra firme y la de los valores campesinos tradicionales. Parques nacionales, trulli de la llanura apulense, yacimientos rupestres de Basilicata, pueblos perdidos en las montañas calabresas... El paisaje más inesperado es el que se descubre al alejarse de la costa, donde abundan las granjas fortificadas, los santuarios de montaña, las ruinas de antiguos castillos... y los olivos hasta donde alcanza la vista
Dejése cautivar por este trocito de la auténtica Italia, por las amables gentes, por su generosa y sabrosa gastronomía, y por los paisajes bañados en una luz deslumbrante.
El equipo editorial
Buenos motivos para ir
Paisajes de infinita variedad
El mar está junto a las montañas, los acantilados siguen a las playas y los cañones a las llanuras.
Torre Sant'Andrea. - © Balate Dorin - iStockphoto.com
Una encrucijada de pueblos
Entre Oriente y Occidente, el patrimonio del Sur se ha enriquecido con las aportaciones de muchas culturas.
Basílica de Santa Catalina de Alejandría. - © lauravr - Shutterstock.com
Mar omnipresente
El mar invita a bañarse en las playas, reconocidas por su limpieza y por la calidad de sus aguas.
Playa de Marina di Pulsano, en Taranto. - © vololibero - iStockphoto.com
Diversidad arquitectónica
Catedrales románicas, villas barrocas, castillos medievales: las épocas y los estilos se mezclan armoniosamente.
Duomo di Reggio Calabria. - © nata_rass - iStockphoto.com
Una naturaleza cuidada
Los parques nacionales y las zonas marinas protegidas se extienden desde los Apeninos hasta el mar Jónico.
Parque Nacional del Pollino. - © lauradibiase - iStockphoto.com
Los placeres de la mesa
Ingredientes bañados por el sol y productos pesqueros frescos para una explosión de sabores.
Sopa calabresa con mejillones, tomates y alubias rojas. - © photosimysia - iStockphoto.com
Un modelo de autenticidad
Un apego a las raíces campesinas y al modo de vida rural, un gran respeto por las tradiciones.
Molino de aceite tradicional. - © aspas - Shutterstock.com
Tesoros del pasado
Los yacimientos arqueológicos y las exposiciones de los museos ilustran el esplendor de la Magna Grecia y la época romana.
Ruinas del monasterio dominicano. - © Borisenkov Andrei - iStockphoto.com
Acogida sincera y espontánea
Abrirse a los demás forma parte de la identidad sureña.
© illpaxphotomatic - Shutterstock.com
La dulzura de vivir
Lejos del frenesí del Norte, se vive al ritmo de las estaciones y se disfruta de los beneficios de la naturaleza.
© arkanto - iStockphoto.com
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