Ken Wilber

La práctica integral de vida


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descubrir el presente temporal en el que el miedo y la tristeza dejan de importar. Pero si, además de meditar, no hacemos trabajo con la sombra, probablemente no nos enfrentemos a ella. Esto es algo que ha quedado patente después de tres décadas de las diligentes sentadas de los alumnos occidentales que han seguido los caminos orientales. Existe una gran diferencia entre los meditadores avanzados que, aunque han meditado, no han trabajado con su sombra, y aquellos otros que han ejercitado ambas prácticas. El trabajo con la sombra que tiene lugar, por ejemplo, cuando llevamos a cabo el proceso 3-2-1, reintegra lo relativo en la totalidad, sin rozar siquiera el Yo o Testigo infinito. La meditación, por su parte, nos ayuda a realizar el Gran Yo, pero no tiene absolutamente nada que ver con los problemas del yo finito. La Práctica Integral de Vida, por su parte, se ocupa de ambas cosas, cura el yo finito unificándolo a la sombra y descubre el Yo infinito que, siendo la vacuidad sin manifestar en todas las condiciones, carece tanto de yo como de sombra.

      El trabajo con la sombra incluye un territorio amplio y rico

      El trabajo con la sombra impregna toda la PIV.

      El crecimiento pasa necesariamente por tolerar la incomodidad. Si queremos ver una alternativa más consciente, debemos cobrar conciencia de lo inconscientes que son nuestros hábitos y nuestras tendencias anteriores. Y ello implica, al menos, un momento de conciencia implacable de uno mismo, lo que no resulta nada sencillo.

      Las personas inmaduras se niegan insistente y reactivamente a esa auto-conciencia implacable, pero los practicantes desarrollan una respuesta diferente, una respuesta curiosa e interesada. Esa nueva conciencia de las pautas y tendencias inconscientes e improductivas es, en realidad, una buena noticia, porque jalona la aparición de nuevas alternativas que mejoran nuestra vida.

      Esta capacidad —la capacidad de enfrentarnos a nuestras limitaciones y, en lugar de negarlas o reaccionar defensivamente, aprender de ellas— resulta esencial para todos y cada uno de los módulos de la Práctica Integral de Vida.

      El trabajo con la sombra es para siempre

      El trabajo con la sombra es simultáneamente necesario e interminable. Porque, independientemente de lo conscientes que seamos, no hay punto final al perfeccionamiento del psiquismo. En todos y cada uno de los instantes que componen nuestra vida, el psiquismo, de forma subrepticia y oculta, puede jugar una vez más al escondite consigo mismo. No es de extrañar que afirmemos que el trabajo de iluminar la oscuridad no concluye nunca.

      No debemos esperar, pues, liberarnos definitivamente de la sombra. A pesar de nuestras sombras, siempre podemos ir más allá de nosotros mismos. Es un error quedarnos complacientemente atrapados en una interminable “sala de espejos” en la que lo único que vemos son reflejos disfrazados de nuestro ego.

      Emprender este trabajo es algo muy importante. Quienes se esfuerzan sinceramente con la intención de reapropiarse de sus proyecciones se convierten en personas más maduras, responsables y fiables. Por ello consideramos que el trabajo con la sombra es un módulo esencial. Las sesiones de psicoterapia tienen un final, pero el trabajo de la sombra jamás concluye. Es cierto que, en la medida en que profundizamos en él, cada vez nos volvemos un poco más claros y la luz de nuestra conciencia resplandece un poco más. Pero donde haya luz, siempre habrá sombra y deberemos integrarlas a ambas.

      5. El módulo de la mente

       La práctica de asumir perspectivas

       Los dos aspectos fundamentales del módulo mental de la PIV:

      1 Aumentar la capacidad de asumir perspectivas más complejas, matizadas y exactas

      2 Ampliar el marco de referencia mental que utilizamos para organizar estas perspectivas

      Este capítulo gira fundamentalmente en torno al marco de referencia integral OCON. El aprendizaje y el uso, en nuestra vida cotidiana, de este marco de referencia aumentan la capacidad de asumir las perspectivas que, dentro de una conciencia expandida, tienen más sentido. De hecho, solemos considerar a OCON como un marco de referencia “psicoactivo”, porque su empleo amplía, intensifica e ilumina nuestra experiencia del mundo y de nosotros mismos, permitiéndonos establecer más conexiones, experimentar la vida con más profundidad y advertir aspectos de la conciencia cada vez más sutiles.

      En un experimento que ha acabado convirtiéndose en clásico, Jean Piaget verificó la capacidad de los niños de asumir diferentes puntos de vista. Para ello mostró, a un niño, un cubo con lados opuestos de color azul y amarillo. Luego le preguntaba “¿De qué color lo ves?” y después “¿De qué color lo veo yo?” Los niños pequeños a los que se les mostraba la superficie amarilla asumían que el experimentador también lo veía amarillo. En torno a los cinco años, sin embargo, los niños suelen experimentar una gran transformación. Y es que, aunque sigan viendo el cubo de color amarillo, se dan cuenta entonces de que el experimentador lo ve azul. Ese niño, pues, ha desarrollado la capacidad de asumir la perspectiva de otra persona, lo que le permite responder correctamente.

      La capacidad de asumir perspectivas sigue desarrollándose, en el mejor de los casos, hasta bien entrada la madurez, a lo largo de un proceso que nos permite asumir perspectivas cada vez más amplias. De este modo, donde antes nos hallábamos sumidos en una perspectiva limitada, podemos asumir ahora una visión más abarcadora que trasciende la verdad limitada de nuestra visión anterior. ¡Así es como discurre el proceso de evolución de la conciencia, permitiéndonos asumir finalmente una perspectiva que nos permite advertir nuestra asunción de perspectivas!

      La simple intención de ver más perspectivas es una práctica esencial del módulo mental. Trate de advertir, siempre que le resulte posible, perspectivas adicionales, despertando así visiones nuevas cada vez más amplias, hasta llegar a la perspectiva que le permita advertir su propia asunción de perspectivas. Pero no debemos olvidar que toda perspectiva, incluida la nuestra, es tan cierta como parcial. Trate luego de asumir una perspectiva abierta que le permita observar con curiosidad nuevas formas de ver las cosas, sin aferrarse y aprestarse a defender con uñas y dientes su punto de vista.

      Pero esto, por más fácil que resulte de decir, es bastante más difícil de llevar a la práctica. Son millones las formas que puede asumir la apertura a nuevas perspectivas, desde leer libros hasta hablar con personas desconocidas, viajar y ver obras de arte. La mente es infinita y también lo son, en consecuencia, las perspectivas con las que contamos. Eso es precisamente lo que convierte al marco de referencia OCON en una herramienta tan imprescindible. En tanto que forma de organizar las múltiples perspectivas que podemos asumir, abre un espacio para perspectivas más amplias (y también más profundas). Del mismo modo que el hecho de ordenar un armario nos ayuda a encontrar —en el momento en que más lo necesitamos— las cosas, OCON nos ayuda a establecer “un lugar, en nuestra vida, para cada cosa”.

       El módulo de la mente y la PIV

      El módulo de la mente impregna la totalidad de la Práctica Integral de Vida. Ahora mismo, de hecho, estamos asumiendo una perspectiva sobre la práctica y ejercitando, en este sentido, el módulo mental.

      Si queremos que nuestra práctica avance exitosamente, debemos tener en cuenta todas las dimensiones de nuestro yo, incluida la mente. Una mente desarrollada nos ayuda a asumir múltiples perspectivas y tomar mejores decisiones a la hora de diseñar nuestra práctica, alumbrar nuevas comprensiones y afrontar nuevos retos. La inteligencia mental madura no sólo emerge como una expresión de la unidad que todos compartimos, sino también del yo único que nos singulariza.

       La teoría integral OCON