que impregna toda su vida
o
puede tornarle positivamente hipersensible, infatuado, posesivo, obsesionado, claramente atraído o quizás se convierta en una idealización continua que estructura sus motivaciones o sus estados de ánimo.
Siga luego los tres pasos del proceso:
3. Enfréntese a ello
Observe atentamente el problema y luego, utilizando un diario en el que tomar nota o una silla vacía con la que dialogar, describa con todo detalle la persona, situación, imagen o sensación, utilizando pronombres de tercera persona como “él”, “de él”, “ella”, “de ella”, “ellos”, “suyos”, “sus”, etcétera. Ésta es una oportunidad para explorar con detalle su experiencia de la perturbación, especialmente lo que más le molesta. No desaproveche esta oportunidad y permítase describirla de la manera más plena y minuciosa posible.
2. Hable con ello
Entable un diálogo simulado con esos objetos de conciencia utilizando pronombres de segunda persona (como “tú” o “tuyo”). Y convendrá, puesto que ésa es una oportunidad para relacionarse con el problema, aprovechar la ocasión para hablar directamente con la persona, situación, imagen o sensación que aparezca en su conciencia. Quizás podría empezar entonces formulando preguntas del tipo “¿Quién/Qué eres? ¿De dónde vienes? ¿Qué es lo que quieres de mí? ¿Qué necesitas decirme? ¿Qué es lo que tienes que ofrecerme?” Permita luego que la perturbación le responda. Imagine lo que le respondería si realmente pudiese hablar con usted. Déjese sorprender por todo lo que aparece durante ese diálogo.
1. Conviértase en ello
Utilice ahora, mientras escribe o habla en primera persona, los pronombres “yo”, “mí” y “lo mío”, al tiempo que se convierte en la persona, situación, imagen o sensación que está explorando. Contemple el mundo, incluyéndose a sí mismo, desde la perspectiva única de esa perturbación y permítase también descubrir, no sólo las similitudes, sino también que realmente son una y la misma cosa. Esboce finalmente una afirmación o una identificación del tipo “Yo soy…” o “… soy yo”. Esto es algo que, por su misma naturaleza, siempre experimentará como algo discordante o “equivocado” (¡después de todo, es precisamente lo que su psiquismo se ha esforzado en negar!) Pero pruébelo una y otra vez hasta acabar descubriendo la verdad que encierra.
Este último paso (el “1” del proceso 3-2-1) suele tener una segunda parte en la que se completa el proceso de reapropiación completa de la sombra. En tal caso, no sólo contempla provisionalmente el mundo desde esa perspectiva, sino que también siente el sentimiento o impulso anteriormente excluido hasta reconocerlo claramente como propio. Luego debe comprometerse con él hasta llegar a reintegrarlo.
Para completar el proceso permítase luego registrar la realidad anteriormente excluida no sólo con la mente sino con todos los niveles de su ser. Este paso provoca un cambio de conciencia, emoción y energía sutil que libera la energía y la atención atrapada en la negación. Y el indicador más claro de que el proceso funciona es que usted se siente más ligero, más libre, más en paz y más abierto y, en ocasiones, más elevado y hasta un poco mareado. Entonces es cuando se abren las puertas a un nuevo tipo de compromiso con la vida.
Ejemplo 1: Phil visita a un amigo de la infancia
3. Enfréntese a ello
Tengo miedo de ir a ver a mi mejor amigo de la infancia. La última vez que fui a visitarle casi me saca de mis casillas. Tiene un trabajo superseguro y mortalmente aburrido. ¡No apura la copa de la vida y hace mucho que no experimenta el sabor de la aventura! Si se atreviese, su vida sería tan intensa como si viviera el doble. Creo que está traicionándose a sí mismo y el simple hecho de visitarle me pone enfermo.
2. Hable con ello
—¿Por qué dejas que tu esposa tome todas las decisiones importantes? —No lo hago. Sólo respeto su perspectiva.
—¿Y por qué estás a gusto con un trabajo tan anodino?
—Es un buen trabajo y me gusta.
—¿Por qué no te dedicas a la asesoría y abres tu propia empresa?
—Prefiero seguir trabajando ahí. ¿Qué hay de malo en trabajar en una empresa segura? ¿No entiendes que eso me resulte mucho más cómodo?
Una y otra vez, Phil trata de entender a su amigo, pero sólo entiende que Joe quiere un trabajo seguro y libre de riesgos y que su vida discurra por cauces tranquilos. Phil, por su parte, cree en la necesidad de romper los viejos moldes y asumir riesgos.
1. Conviértase en ello
Phil se convierte en Joe y dice: «Quiero seguridad y una vida tranquila y predecible».
Reapropiarse de la sombra
La conciencia de las emociones que le despierta la conducta de su amigo Joe puede permitir a Phil darse cuenta de lo mucho que se ha enajenado sus necesidades de seguridad. Y es que, como cualquier persona, Phil necesita ambas facetas, es decir, amenaza, vitalidad, riesgo, pasión, intriga y mayores recompensas por un lado, y comodidad, seguridad, previsibilidad y confort por el otro. Y, habiendo enajenado un polo del espectro, el camino para volver a ser completo pasa por asumir decisiones conscientes que tengan en cuenta el otro polo.
Esto suele presentarse en forma de una comprensión y un cambio energético. Phil puede llegar a una comprensión más profunda y reintegrar su necesidad de seguridad y sentirse así más libre para tomar nuevas decisiones. Entonces puede sentir un nuevo tipo de compasión y empatía por Joe y darse cuenta, por ejemplo, de que su idealización del padre aventurero que perdió cuando sólo tenía doce años ha acabado ensombreciendo facetas muy importantes de su mundo interno. E incluso puede llegar a asumir nuevas formas de enfrentarse a estos retos de su vida; por ejemplo, puede darse cuenta de que puede disfrutar agradecido de la compañía de Joe y de su familia durante un día y medio y permanecer, el resto del tiempo, en un hotel para no caer, de ese modo, en la sobredosis. Todas esas posibilidades pueden acabar relajando su desproporcionada reactividad interior.
Ejemplo 2: Kathy entrega su poder a Bill
3. Enfréntese a ello
Conocí a Bill a través de un servicio de citas online en el que especifiqué que buscaba a un hombre muy inteligente. En el mismo momento en que leí su biografía, me sentí inmediatamente atraída por él. ¡Era un profesor de la University of Chicago con un par de doctorados, uno en física teórica y el otro en filosofía!
En la primera cita me quedé embobada de todas y cada una de sus palabras, completamente enamorada de su conocimiento y de su comprensión. Y, cuanto más hablaba de agujeros negros y de teoría M, de Kant y de Kierkegaard, más atraída me sentía.
Llevamos viéndonos unos tres meses y estoy empezando a advertir algo que realmente me preocupa. Y es que, cuando estoy con él, es como si perdiese mi voz. Él se da perfecta cuenta, pero yo ignoro el modo en que podría contribuir positivamente a la conversación. Me parece tan brillante que no creo que pueda aprender nada de mí.
Me gusta estar con él, porque es una persona muy inteligente, pero dudo que mi conversación le aporte algo.
2. Hable con ello
—¿Te gusta estar conmigo?
—¡Por supuesto que sí! ¿Crees que, de otro modo, nos habríamos visto tanto los últimos meses?
—¿Pero no te aburren nuestras conversaciones? No creo que pueda enseñarte nada.
—Muy