tan habituados a lo cotidiano, tan empapados en la rutina de nuestra neutralidad, que se nos hace difícil volver sobre nuestros pasos perdidos. Pero somos los buscadores que son encontrados. Eso somos. Al buscar a Dios nos encontramos fácilmente con nuestro propio reflejo. Creemos buscarle, pero solo damos vueltas alrededor de nosotros mismos, como en una noria. Repetimos los gestos envejecidos y nada descubrimos. Para sensibilizarnos más ante el impacto del Dios oculto en nuestro corazón, ¿cómo cambiar los hábitos, ralentizar el paso, aprender a tocar con mayor delicadeza? ¿No será que tendremos que pensar que primero debemos ser encontrados por el Dios que se esconde? ¿Cómo rehacer de nuevo el talante de la vida?
4 de junio
Poniendo de fiesta el Corazón queremos ser un signo de la implicación de Dios en lo profundo del corazón de nuestro mundo, también él desgarrado por tantos conflictos. Queremos ser signo de la seguridad confiada de su Presencia, de la misericordia y el perdón ofrecido tan generosamente. Porque, en realidad, no se puede comulgar sin haber muerto alguna vez. Solo así nos atrevemos a una vida intensa: en comunión con los desheredados, en amor que duele, en abnegación como superación de lo meramente conveniente, confiando en el cuidado de su Corazón abierto y amoroso. Y en la participación en la muerte del Señor experimentamos su camino de gloria y su vida abundante.
15 de junio
Nuestro corazón se prostituye. Porque, en lugar de estar abierto solamente para Dios y para el hermano, se convierte en un mercado de voces y de demandas. Comprar y vender en lugar de dar y recibir. ¿Para cuándo el rescatar ese lugar de inviolabilidad recogida e íntima? ¿No sabemos reconocer en nosotros la falta de coraje para retirarnos en soledad? El Espíritu, que es el que nos habla al corazón, conoce nuestra más íntima morada. Sabe bien de nuestros otros huéspedes, de nuestra vulnerabilidad ante ellos, de lo fácil que les resulta instalarse allí, al encontrar nuestra casa dispuesta y arreglada. ¿Es nuestro interior morada suya o trono de señores indeseables?
10 de julio
Lo vivido en Bogotá y el consejo de una amiga: «Sé esponja»... El amor empapa y agudiza siempre la mirada y despierta el corazón. Escrutar lo escondido es una obra de quien se hace presente a nuestros más íntimos pensamientos, porque nos quiere. El acoso de Dios sobre nuestra vida es el del enamorado que quiere entrar en lo recóndito de la alcoba. ¿Cómo vivimos el amor que nos sondea, que nos conoce por dentro? La Palabra de Dios es una fuerza de corrupción. Siempre nos busca en lo cotidiano, en el saber tozudo de cada día, para introducir una duda, un interrogante que nos cuestiona y nos altera el orden de las cosas. Es un amigo inoportuno para nuestra senda de infidelidades consentidas, para nuestro contentamiento egoísta. ¿Cómo no dejarle que desmorone nuestras buenas razones, nuestra inútil esterilidad?
31 de julio
Celebrar san Ignacio como una fiesta, pero también desde una aguda experiencia de los verdaderos límites, nos sobrepasa: desborda tanto la conciencia de nuestra opción como de nuestro pecado y nos reconcilia, porque nos revela el gozo de no ser nada y de ser queridos sin nada y como esa nada. Esos son los momentos de orar desde la pobreza amada, comunicada sin egoísmo, expresada desde el despojo de nuestra sensibilidad, recibida y otorgada como una invitación a la sencillez y al desasimiento. Esa seducción de nuestra pobreza es la que nos hace beber en la fuente de un gozo mayor: el de sabernos aceptados así, sin ninguna grandeza que nos revista, rendidos al amor, que nos sitúa siempre fuera de nuestros propios límites, confiados y seguros: «Tomad, Señor, y recibid...».
2 de septiembre
Entre tantos tambores de guerra en Siria también con él seremos capaces de vencer, en medio de tanta amenaza y sufrimiento de los pequeños. La muerte no tiene ya la última palabra, porque el Viviente se la ha arrebatado al volver de la tumba. Vencer con él es nutrirse de nuevo, recuperar el derecho a comer del árbol de la Vida. Aquel del que ya no cuelga ninguna prohibición. El paraíso está abierto aquí, entre nosotros, pero es un terreno liberado del miedo que el Amor nos ha abierto en el corazón. ¿Nos haremos capaces de resistir hasta la sangre para aprender la obediencia de la paz y recuperar la dignidad original?
7 de septiembre
En esta hora de amenazas para Siria muchos nos preguntamos: «¿Es posible seguir otro camino?». El papa responde con firmeza: «Sí, es posible para todos». Francisco ha indicado la cruz como lugar donde se puede leer la respuesta de Dios: «Allí, a la violencia no se ha respondido con violencia, a la muerte no se ha respondido con el lenguaje de la muerte. [...] Sal de tus intereses, que atrofian tu corazón; supera la indiferencia hacia el otro, que hace insensible tu corazón, vence tus razones de muerte y ábrete al diálogo, a la reconciliación; mira el dolor de tu hermano y no añadas más dolor, detén tu mano, reconstruye la armonía que se ha perdido, y esto no con la confrontación, sino con el encuentro. ¡Que se acabe el sonido de las armas! La guerra significa siempre el fracaso de la paz, es siempre una derrota para la humanidad».
18 de septiembre
Nuestro bienestar cuelga de manos encadenadas que lo sostiene. Los signos del amor están dispersos y escondidos en toda la historia y precisan de una mirada enamorada para saber apreciar las huellas, orientarse por rastros muy sutiles, que no todos saben captar. Hace falta una mirada de lince y un olfato de sabueso para explorar las quiebras de humanidad ante un Dios encarnado que se nos muestra en la carne y en la debilidad y desaparece de nuestra vista cuando le escrutamos en los signos del poder y del prestigio.
2 de octubre
No hay vocación sin razón de amor. Pero razón de amor no hay que no se diga desde sí misma desde la esencia misma del que ama. Más aún: desde las entretelas del mismo amor. Razón de amor que no quiere suscitar expectativas vanas, ni ofrecer respuestas apresuradas, ni soluciones que no satisfacen... ¿Qué hacer para ponerse en situación de ser capaz de acoger la invitación a superar un cierto estilo de vida, tal vez muy cómodo? La fidelidad es una clave central de la vivencia del cristiano, como la fue de Jesús, y a la vez parece ser una virtud pasada de moda, como si simplemente hablar de ella nos resultara incómodo y casi vergonzante. Pero ¿es verdad que deberíamos arrumbarla en el desván y olvidarnos de ella? ¿Tanto ha cambiado nuestra sensibilidad que ya no nos atrevemos a vivir como él de los pactos sólidos, auténticos, comprometidos?
7 de octubre
¿Cómo fundar en nuestra vida verdaderas fidelidades de deseo? ¿Se puede ser fiel a la promesa dada y, a la vez, vivir intensamente de la fuerza del deseo? ¿No son los deseos algo urgente, pero pasajero, de lo que nunca nos debemos fiar? Pienso que la verdadera fidelidad tiene su cuna en el deseo hondo de la persona, en donde nace la confianza esencial, la estima por los otros, la aceptación confiada de lo bueno y hermoso de la vida. La desconfianza en los deseos debilita la fidelidad y, con frecuencia, nos aboca a una fragilidad grande a la hora de tomar decisiones o de asumir compromisos.
13 de octubre
No debemos dejar que los agravios se pudran en el corazón... En un momento son la gota que rebosa el vaso de nuestra resistencia... ¡No dejar que el sol se ponga sobre nuestras desavenencias es lo evangélico!
7 de noviembre
A Dios le perdemos por inconsciencia, porque con su empuje nos sentimos violados en la intimidad, porque tememos que nos toque lo desconocido. Dejamos de abrir el corazón para no tener que aceptar el escándalo de nuestro