Amy Blankenship

Cosas Peligrosas


Скачать книгу

a su hermano con el fin de acercarse a ella y hacer su trabajo al mismo tiempo? Devon tendría que aprender que todo era válido en el amor y la guerra... y que triunfe el mejor cambia formas.

      —Soy todo oídos —refunfuñó Chad mientras cruzaba los brazos sobre el pecho para llamar la atención de Trevor que parecía distraído. Nunca se había considerado un adivino, pero estaba haciendo un buen trabajo adivinando las intenciones de Trevor en este momento.

      —No sabemos mucho sobre el demonio, sólo que ha permanecido atrapado allí durante varios siglos. Su existencia es anterior a todo lo que tenemos archivado en el P.I.T., pero aún estamos buscando pistas— comenzó diciendo Zachary esperando que Trevor interviniera.

      —¿Así que sabías que un demonio fue encarcelado bajo el cementerio por quien sabe cuánto tiempo y no hiciste nada al respecto? —preguntó Chad.

      Trevor frunció el ceño: —¿Qué esperabas que hiciéramos al respecto? ¿Ayudar a liberarlo? Estaba atrapado allí y ni siquiera sabemos cómo un caído y un vampiro fueron capaces de romper el hechizo que lo retenía.

      —¿Caído? —preguntó Chad. —¿Te refieres a uno de los ángeles de los que me habló Envy?

      Zachary asintió con la cabeza: —Sí, los conocemos desde hace mucho tiempo. Sabemos que hay otros, pero no podemos localizarlos en ninguna parte, y aparentemente, los dos caídos que viven en la ciudad ni siquiera sabían de la existencia del otro atrapado en la cueva hasta que uno de ellos bajó allí.

      —También tenemos a alguien que sabe cómo tratar con los demonios— dijo Trevor—. Con un poco de suerte, será capaz de averiguarlo una vez que la llamemos.

      —No es demasiado tarde para echarse atrás —le dijo Zachary a Chad—. Sólo da la orden y borraremos de tu memoria todo lo que pasó.

      Chad frunció el ceño y comenzó a servirles café a los tres. Había sido policía toda su vida porque quería hacer algo importante. Sin embargo, más de una vez sintió que no estaba haciendo lo suficiente. Siempre había otro traficante de drogas, o un asesino más, u otra infracción de tráfico.... a veces no parecía valer la pena. Pero lo que Trevor y Zachary estaban haciendo marcaba la diferencia... el tipo de diferencia que Chad siempre había querido lograr.

      Tomando un largo trago de café, dejó la taza y asintió. —Me apunto.

      *****

      Angélica llegó a la conclusión de que los teléfonos eran peores que los demonios cuando sonaban a las tres de la mañana. Mirando el identificador de llamadas, entornó la vista y agarró el auricular. Al contestar, se lo colocó contra la oreja mientras se apartaba el pelo de la cara.

      —A menos que el mundo se esté desmoronando, los mares se hayan vuelto rojos, las siete plagas de Egipto hayan regresado o estés muriéndote, será mejor que haya una buena explicación para que me hayas despertado —dijo gruñendo.

      —Ah, vamos Boo... ¿es esa la forma de hablarle a tu oso Zachy?

      Angélica colgó y dejó caer la cabeza sobre la almohada. Acababa de volver a dormirse cuando volvió a sonar el teléfono. Sin mirarlo siquiera, descolgó y volvió a hablar.

      —Voy a atraparte, Zachary —murmuró ella. —A ti y a tu perrito.

      —Oh no, memorias del Mago de Oz —dijo Zachary con voz entrecortada mientras Angélica sonreía ante sus payasadas, contenta de que él no pudiera verla.

      —¿Qué quieres? Se sentó y se quitó el pelo de la cara.

      —Tenemos algo realmente desagradable para ti llamado Misery —dijo Zachary.

      Angélica se levantó de la cama y encendió la lámpara. —¿Cómo de importante?

      —No estoy seguro, pero voy a suponer un nivel siete. Sonriendo, sabía que eso llamaría su atención.... y le encantaba llamar la atención de Boo.

      Angélica entró en la sala de estar y encendió su portátil. Escribió algunas cosas y frunció el ceño.

      —¿Nivel siete? ¿Estás seguro? —preguntó ella. Cualquier cosa que superase un nivel cinco era muy peligrosa y extremadamente rara.

      —Es sólo una suposición —respondió Zachary. —Fue capaz de atrapar a uno de los dos caídos que hemos estado siguiendo y aparentemente otro caído habría estado ahí abajo con él durante mucho tiempo. Puesto que se consideran nivel siete, supongo que cualquier cosa lo suficientemente poderosa para atrapar a uno, solo puede ser un igual.

      Angelica estaba buscando en su base de datos. Más de tres cuartas parte de esta información había sido obtenida ilegalmente de los archivos del Vaticano, pero nadie podía cuestionar su autenticidad. El hecho de que un demonio de nivel siete pudiera haber sido descubierto en Los Ángeles, fue una razón más que suficiente para despertar no sólo a ella, sino también al resto de la tripulación del P.I.T.

      Cada demonio había sido clasificado en un nivel del uno al diez, siendo el nivel diez el equivalente al del propio Satanás. Odiaría encontrarse con alguien que poseyera la suficiente magia para atrapar a un demonio de nivel siete... se necesitaría una fuerza sobrehumana para lograrlo.

      —No encuentro nada sobre un demonio llamado Misery en el área de Los Ángeles —dijo después de unos minutos—. Déjame conectar mi disco duro externo y echar un vistazo a esos archivos.

      Escuchó a Zachary hablando con alguien y pensó que era Trevor hasta que oyó otra voz que se unió a la conversación.

      —¿Con quién estás hablando? —preguntó con curiosidad.

      —El miembro más nuevo de nuestro equipo —respondió Zachary—. Es Chad, un policía local que sabe demasiado, así que lo hemos traído para proteger a las masas, y por masas me refiero a los otros idiotas con los que trabaja.

      Angélica sonrió con satisfacción: —Probablemente hay cosas peores ahí fuera.

      —No son mucho peor —dijo Zachary.

      —De acuerdo —dijo Angélica —. Lo tengo conectado, echemos un vistazo y veamos qué es todo lo que hay aquí.

      —¿Quieres decir que no lo sabes? —preguntó Zachary sorprendido.

      Angélica suspiró: —Ya sabes cómo soy. A veces me olvidaría la cabeza si no la tuviera pegada. Sólo he tenido la oportunidad de explorar una mínima parte de esta cosa.

      —Sí, lo descargaste con mucha prisa —dijo Zachary suspirando —. Buenos tiempos aquellos, buenos tiempos.

      Angélica accedió al disco duro, escribió una palabra en su solicitud de búsqueda y presionó la tecla Entrar.

      —Supongo que no te has estado portando bien —le preguntó Angelica recostada en su sofá mientras el ordenador hacía su trabajo.

      —Claro que no —se río Zachary —no me puedes llevar a ninguna parte, ¿recuerdas?

      Angélica esbozó una mueca al recordar que hacía sólo un par de meses habían ido a una gran fiesta mientras perseguían a un hombre lobo de tan solo cuatro años que se había perdido, y que por ello no estaba de muy buen humor. Al final de la noche, Zachary había perdido sus pantalones porque el hombre lobo se había transformado durante una rabieta y los había hecho pedazos.

      La parte más graciosa fue que Zachary no había dicho nada, sólo se los quitó y anduvo en ropa interior, chaqueta y camisa de esmoquin. Angélica no sabía si sentirse avergonzada o morirse de risa. Casi le da algo cuando varias jovencitas decidieron agolparse a su alrededor queriendo bailar con él al ver sus piernas con los calcetines altos hasta la rodilla y los zapatos de vestir.

      Su portátil emitió un pitido y ella se sentó a mirar los resultados de la búsqueda.

      —¿Encontraste algo? —preguntó Zachary.

      Angélica abrió algunos de los archivos que tenían la palabra Misery