demasiado estúpida”, resoplé débilmente.
Silenciosamente, como si tuviera miedo que alguien pudiera escucharme, bajé del coche y me acerqué junto con Maya, a los dos muchachos.
Ambos eran rubios con ojos azules.
Por el abrazo que intercambió mi amiga con el muchacho más alto y delgado, entendí que debía ser Lucky.
“Mucho gusto, soy Mike”, se me acercó el otro muchacho de aire deprimido y unos centímetros más alto que yo.
“Mia”, me presenté, en voz baja por miedo a decir mi verdadero nombre.
Cuánto me hubiera gustado ser desinhibida y desenvuelta como Maya!
“He reservado en el Bridge. Sepan que tuve que pedir un favor a un amigo para tener un pase para ese local. Es un lugar inalcanzable para nosotros, comunes mortales”, rió Lucky, indicándonos un edificio a pocos metros de distancia.
“Aquí es, yo quería ir a Lux… Ya fui muchas veces y me gusta”, intervino Maya haciéndome preocupar por el aire ansioso que percibí en su voz. No era de asustarse, y yo sentí el miedo volver a niveles alarmantes.
“No tendremos otra oportunidad de entrar en ese lugar y, el pase vale sólo para esta noche, nos da la posibilidad de escuchar a la famosa pianista Folkner”, le dijo Lucky.
Miré a Maya y leí una fuerte indecisión en sus ojos oscuros, hasta que la vi asentir débilmente.
“Va a estar todo bien”, me susurró a la oreja, tomándome la mano con demasiada fuerza, para no asustarme.
No sé de donde saqué el coraje, pero vi a mis pies avanzar uno delante del otro, hacia eso que parecía ser un nido de serpientes.
Sólo cuando me encontré a un paso del ingreso y leí el cartel, sentí que el piso se desvanecía bajo mis pies por enésima vez esa noche: “ The Bridge. Orlando’s Night”.
Como si me hubiera leído el pensamiento, Mike me explicó que ese era el local de la importante familia italiana Orlando, los primeros que llegaron a Rockart City (aunque algunos sostenían que eran los Rinaldi, quienes llegaron primero) y, que había transformado esa villa desolada en un imán para los nuevos inmigrantes, dando vida a la que hoy era reconocida como una de las ciudades más florecientes e históricas de los Estados Unidos de América.
Ese local era la primera actividad comercial y el corazón de Rockart City, al oeste del río.
“Después de la muerte del gran Giacomo Orlando, la gestión del local pasó a manos del nieto, Lorenzo, la oveja negra de la familia. Ha peleado con todos y ha renunciado a tomar el lugar del padre, Salvatore. Se salvó de la ira de los Orlando sólo porque es el primogénito, hijo único y era el pupilo del abuelo, que al momento de morir le ha pedido que no abandonara la ciudad y que continuara con el local de la familia, la piedra angular de la familia Orlando. Por amor al abuelo, Lorenzo aceptó y volvió a este lugar, el lugar más exclusivo y prestigioso de toda Rockart City”, me contó Mike, mientras nos acercábamos al Bridge.
“Debe ser un tipo genial”.
“Sí, y sólo tiene veintinueve años, pero no esperes a un caballero con armadura brillante. Es un tiburón, como todos los Orlando y, no perdona la más mínima trampa. Un paso en falso con él y corres el riesgo de terminar mal. Sé que el año pasado, dos tipos han desatado una pelea y ha tenido que intervenir la policía. Bien, desde ese día, todos se preguntan qué sucedió con esos dos idiotas. Lo mismo para el pusher que quiso meterse a vender en su local. Si la familia Orlando gobierna cada persona y movimiento en Rockart City Oeste, en el Bridge existe sólo la ley de Lorenzo. Todo lo que gira alrededor de ese hombre está blindado y es inaccesible, si él no lo autoriza. La ciudad estaba convencida que, renunciando a la herencia de la familia, él habría perdido todo el poder y, por el contrario, Lorenzo ha demostrado saber manejarlo solo. Hoy en día, tiene un poder que equivale al de su familia y la cosa más loca es que se lo construyó él solo”.
“Bien, el apellido que lleva lo habrá ayudado.”
“Quizás ahora sí, pero no cuando ha cortado los lazos con su familia. La mitad de sus parientes querían su cabeza, cuando mandó a todos al demonio. Seguramente el abuelo, que estaba a cargo de los Orlando, ha impedido que lo mataran, pero después murió y Lorenzo quedó completamente solo.”
“Qué coraje debe tener para desafiar así abiertamente a su familia”, exclamé con un poco de envidia. Cuánto me hubiera gustado ser como él o tener un abuelo que me sostuviera, pero los míos estaban muertos o habían regresado a Italia.
3
GINEBRA
A pesar de la tensión, me invadió una hermosa atmósfera cuando puse un pie en el interior del Bridge.
El lugar era muy sobrio, elegante, refinado, con las paredes con un papel tapiz en tela color azul francia con dibujos de flores color damasco y dorado, que reflejaban las luces suaves y cálidas de las lámparas de cristal suspendidas.
También las mesas eran oscuras pero opacas, a diferencia del piso de mármol negro de África con vetas doradas.
La música que la pianista estaba tocando se escuchaba en el aire armoniosamente, haciéndome relajar y disfrutar esa experiencia única.
Lucky y Mike nos hicieron acomodar en una mesa con divanes y silloncitos de cuero negro, de estilo retro.
El ambiente era ciertamente sombrío, pero agracias a la iluminación y a la bienvenida que se percibía, era imposible no sentirse seguro, bienvenido y listo para ser mimado por el personal afable y siempre dispuesto para asistir ante el menor signo, pero sin resultar invasivo o indiscreto.
“Adónde lleva esa escalera?”, pregunté a Mike que se había sentado a mi lado.
“Nunca entré allí, pero me contaron que en el piso superior están los privados y las habitaciones para dormir. No es un albergue, pero Lorenzo Orlando quiso crear una sección para quien tuviera necesidad de quitarse la resaca o hubiera venido con una dulce compañía. Por el contrario, en el sótano hay una gran sala para recepciones especiales y un billar. No sé bien que sucede ahí abajo, pero algunos piensan que está relacionado con el crimen organizado de la familia Orlando. Por último, en el segundo y último piso, debería estar el apartamento del propietario.”
“De esta forma no pierde de vista sus negocios”, comenté con sospecha.
“Es un hombre al que le gusta tener todo el control.”
“Lo había entendido.”
“Incluso ahora está allí y nos controla a todos nosotros.”
“Desde su apartamento?”
“No, desde allí”, me corrigió, indicándome con un movimiento de la cabeza, un espacio elevado en la parte trasera del local.
“No lo mires! Si te atrapa, si sospecha y nos atrapa!”, me dijo Mike, pero yo era demasiado curiosa. Nunca había visto a un Orlando en toda mi vida y tenía curiosidad.
Analicé a cada una de las personas que estaban en esa mesa, que se encontraba en una posición privilegiada, a la que se podía acceder a través de una pequeña escalera de seis escalones.
Había tres hombres y cinco mujeres.
El hombre a la izquierda estaba ocupado en su celular y no parecía prestar ni la más mínima atención a la conversión del tipo a su derecha, que intentaba contar algo divertido que hiciera reír a las mujeres presentes.
Me pregunté quién de ellos podría ser Lorenzo Orlando.
Quizás el que estaba concentrado en el teléfono?
Desvié la mirada a la derecha y mis ojos se encontraron con los del tercer hombre.
Completamente avergonzada por haber sido sorprendida mirándolo,