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E-Pack Magnate


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se atrevió a preguntar.

      –Encuentra una mesa, que yo voy a pedir. ¿Un café, no?

      –Gracias.

      Luke no tardó en reunirse con ella con los cafés. Cuando por fin llegó el bocadillo, el aspecto que tenía era delicioso.

      –Esto es fantástico –dijo ella, tras dar el primer bocado–. Nada que ver con el desayuno del hotel.

      –Veo que no te ha impresionado mucho...

      –Tienes que admitir que no hay por donde agarrarlo. Si de verdad necesitas que te haga una lista de lo que no me ha gustado...

      –Sé precisamente a lo que te refieres.

      –¿Pero?

      –¿No te parece que este lugar es un verdadero desafío? ¿No te dan ganas de ponerte manos a la obra para solucionarlo todo?

      –Sé que te gustan los desafíos –suspiró Sara–, pero creo que ese hotel necesita demasiado trabajo. Además, probablemente figura en el listado de edificios protegidos, por lo que vas a tener que pasar por mucha burocracia si quieres hacer algo tan sencillo como pintar el marco de una ventana, por no hablar de una reforma estructural.

      –Veo que sabes mucho de los edificios protegidos.

      –La casa de mis padres figura en ese listado, por lo que sé por experiencia propia que cualquier reforma en uno de esos edificios es una pesadilla. Tardarías mucho tiempo en acondicionarlo. Estaría cerrado durante meses por las obras. Empezarías perdiendo dinero.

      –Creo que mi situación económica podría soportar ese contratiempo –comentó él con una sonrisa.

      –Por supuesto. Se me olvidaba que eres millonario –dijo Sara con un gesto de ironía–. Por eso se te ha metido en la cabeza comprar un lugar tan destartalado y cochambroso como ese hotel.

      –Eso se denomina especular para acumular. Además, te advertí que no iba a ser lujoso.

      –Un sitio puede ser cómodo sin costar un ojo de la cara. Bueno, no dudo que podrías conseguirlo, pero ¿te va a merecer la pena? Te supondría mucho económica y socialmente. Tendrías que pasarte la vida en el avión o dejar las fiestas.

      –Como ya te he dicho, estoy empezando a aburrirme de las fiestas.

      ¿Y también de sus novias de aspecto exótico y hermosas como modelos? Sara apartó este pensamiento. Era irrelevante. Luke le había dejado muy claro que no buscaba una relación. Lo que había ocurrido entre ellos aquella mañana había sido algo aislado.

      –Mi intención es construir una cadena de hoteles que estén situados en ciudades balneario como ésta. Trato personalizado y toda clase de tratamientos. Incluso podría ofrecer auténtica agua de balneario, para que los clientes la tomaran como hace cien años.

      Sara lo miró horrorizada.

      –¿Has probado alguna vez el agua de balneario? Está asquerosa. Además, yo creía que las terapias que se proporcionaban en esta clase de establecimientos consistían en bañarse en el agua, no en bebérsela.

      –Depende de si el agua está templada o fría. O caliente...

      De repente, el fuego había vuelto a reflejársele en los ojos. Sara estaba segura de que se los estaba imaginando a los dos en una bañera de agua caliente, lo mismo que le había ocurrido a ella. Esperaba que Luke no notara cómo le temblaba la mano mientras sujetaba la taza de café.

      Tenía que tranquilizarse. Aunque Luke estuviera cambiando de opinión sobre su relación ella no.

      –Bueno, ya basta de trabajo por el momento. Quiero dar mi paseo por la playa –dijo obligándose a cambiar de tema para que no se le notara que lo que de verdad deseaba era regresar a la habitación del horrible hotel para arrancarle la ropa.

      –Sí, sí. Y el helado. Ya lo sé.

      Mientras caminaban por la playa, Luke vio a un hombre enseñando a su hijo pequeño cómo volar una cometa. Más de veinte años atrás, Luke había estado en aquella misma playa haciendo lo mismo que aquel pequeño con su padre.

      Sara se dio cuenta de que él estaba contemplando la escena.

      –¿Hacías eso de pequeño?

      –Sí. En realidad, mi padre me enseñó a volar una cometa en esta misma playa. Yo debía de tener cuatro o cinco años, pero bueno, de eso hace ya mucho tiempo. No tiene ninguna importancia.

      Ella le agarró la mano.

      –Los recuerdos nos ayudan a ser quienes somos.

      –¿Incluso los malos recuerdos? –replicó Luke antes de que pudiera contenerse. Horrorizado, se soltó de Sara–. Olvídate que he dicho eso.

      –Incluso los malos recuerdos –afirmó ella, volviendo a tomarle de la mano–. Te enseñan lo que no quieres de la vida.

      Algo en la voz de Sara le llamó la atención. La miró y pudo así escapar de su propia pesadilla.

      –Eso ha sonado muy personal.

      –En el pasado tomé decisiones muy malas. ¿Recuerdas que me dijiste que yo creía que todo el mundo era bueno hasta que me demostraban lo contrario? –le preguntó. Luke asintió–. Descubrí que una persona no era tan buena.

      Luke se imaginó que la persona en cuestión tenía que ser un hombre y que él debía de haberle hecho mucho daño. Le apretó los dedos para demostrarle que comprendía y que simpatizaba con ella.

      –Siempre hay algo positivo. Cometer el error duele mucho, pero ayuda a darse cuenta de lo que uno no quiere. No voy a volver a repetir errores del pasado.

      –¿Fue lo de esta mañana un error? –preguntó él, presintiendo que la frase de Sara había sido una advertencia.

      –No lo sé... ¿Lo ha sido para ti? –Tampoco lo sé. No planeé todo esto para que fuera así, Sara. –Tal vez los dos planeamos demasiado las cosas. Tal vez deberíamos... ver cómo va.

      A Luke le sorprendió que aún tuviera agarrada la mano de Sara. Le sorprendió más aún darse cuenta de que no quería soltarla.

      –Sí, aunque creo que ya es demasiado tarde para tomarse las cosas con calma.

      Sara se sonrojó. Luke sintió deseos de besarla una y otra vez. De perderse en ella.

      –Ya veremos cómo van las cosas –dijo, sin soltar la mano de Sara.

      Al llegar al puerto, ella le indicó el cartel que publicitaba los paseos en barco. Luke los leyó rápidamente.

      –¡Vayamos a dar un paseo en barco! –exclamó Sara.

      –¿Quieres salir a la bahía para ver las focas?

      –Y los frailecillos. Sólo duran una hora y media. Te perdono el chapoteo en el mar.

      –Tú puedes ir si quieres. No es mi tipo de cosas.

      –Un momento. Si te vas a meter en el negocio de los hoteles y el ocio a la orilla del mar, necesitas saber qué es lo que se ofrece en la zona para poder aconsejar a tus clientes. Además, creo que un poco de aire marino te sentará bien.

      Luke suspiró.

      –Está bien. Si insistes, iremos a ver a la focas.

      –Genial. Como ha sido idea mía, te invito yo. No acepto negativas.

      –Está bien. Gracias.

      Sara compró los billetes. Por suerte, el siguiente paseo estaba a punto de comenzar. Había espacio suficiente para los dos en el barco, pero algo justo dado que estaba lleno. Se tuvieron que sentar muy pegados el uno al otro. Además, todo el mundo parecía ir en familias. Tendría que aguantarse.

      Luke fingió estar escuchando el comentario. Sobre las rocas, las focas descansaban al sol. Hasta ellas estaban